Tiempo suspendido podría ser la traducción en español de la película más reciente del exitoso director francés Olivier Assayas, que se estrenó en la 74 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale) el 16 de febrero pasado.
Olivier Assayas se ha construido un nombre con méritos propios, siempre causará expectación un programa de cine que contenga un proyecto de este director; quizás se crean demasiadas expectativas y quizás también por eso esta película rozó el fracaso.
Hors du temps es una película semiautobiográfica que trata de exponer la experiencia personal del director durante la pandemia de COVID que sufrimos recientemente. La película también trata de abrir la puerta a la genealogía del director, a su pasado familiar, que generosamente nos comparte.
Olivier Assayas trata de hacer una comedia con todo esto, y digo trata, porque aunque la película tiene sus momentos divertidos, al final se pierde en una serie de situaciones frívolas y quizás demasiado personales que no logramos terminar de apreciar. La comedia se vuelve escasa y la película larga.
Suspended Time habla del aislamiento, confinamiento o cuarentena obligatorio que los gobiernos del mundo impusieron como medida para tratar de evitar una catástrofe mayor de lo que fue el coronavirus. Una medida que evidenció las desigualdades en las que vivimos los seres humanos, no sólo entre individuos sino también entre naciones. Desde luego que no fue lo mismo estar confinado en Europa que en Latinoamérica, ni hacerlo en una casa de campo que en un departamento de un multifamiliar de 150 metros cuadrados.
En este caso, la película trata sobre el confinamiento de un par de parejas burguesas francesas. Se puede concluir que los personajes de los varones (Etienne y Paul) están inspirados en las personas del director Olivier Assayas y su hermano. Un aislamiento peculiar en una enorme casa rodeada de bosques y naturaleza. Casa que era propiedad de los padres del director, quien también trata de relacionar su situación en particular de aislamiento con los recuerdos de su infancia, la historia de la casa y de sus padres, ahora muertos, por lo que la película de alguna manera habla también de duelo y memoria. En ese sentido, también el director hace un reencuentro con su pasado más personal. Aunque tampoco termina de hacerlo de buena manera solo hay flashazos al respecto y todo queda suelto.
Étienne es un director de cine, el personaje está basado en Olivier Assayas. Paul, su hermano, es un periodista musical que también coincide con el hermano real de Olivier, y los acompañan en el aislamiento sus nuevas parejas: Morgane y Carole, respectivamente.
La fuente principal de la comedia se centra en ciertas inclinaciones o tendencias obsesivas de Étienne, que al ser desproporcionadas, exageradas, se vuelven cómicas. Así, vemos a un personaje que, por ejemplo, deja la compra del supermercado 4 horas fuera de su casa con el objeto de que ésta se purifique naturalmente de cualquier bacteria que se le haya podido adherir en el camino a casa.
Así mismo, Étienne ha dispuesto un cuarto apartado de la casa, como un cuarto de servicio, con una lavadora, a donde cualquier persona puede o debe llegar, cuando viene del exterior, antes de entrar a la casa, quitarse la ropa, probablemente virulenta, para echarla a la lavadora para desinfectarla y no correr ningún riesgo de introducir bacterias impregnadas en la ropa al hogar.
Étienne también se lava rigurosamente las manos conforme a un tutorial de YouTube para poder estar en condiciones de entrar inmaculado a su casa, hace compras compulsivamente por Amazon o pasa los días investigando cómo limpiar una cacerola en donde se le quemó comida y cuyos residuos no puede remover.
Assayas, con estas escenas, de alguna manera, hace burla, en retrospectiva, de su propio miedo, el miedo que todos sentimos en mayor o menor medida al vivir en tiempo real la crisis sanitaria, pero canalizamos de distintas maneras, de acuerdo con nuestras posibilidades mentales, físicas, pero sobre todo económicas.
Ahora puede causar gracia, pero en su momento, a muchas personas, el miedo nos hizo tomar medidas que se salían de toda lógica, un efecto normal del miedo, actuar irracionalmente. Según el grado de miedo y las posibilidades económicas era el grado de medidas que tomamos para tratar de evitar algo que no tenía cura, que a la fecha no tiene cura, y que en términos generales desconocíamos, y que seguimos sin saber lo suficiente al respecto. No olvidemos, por ejemplo, las compras de pánico de papel higiénico, que a la fecha no encuentran explicación razonable.
Pero, hubo de confinamientos a confinamientos, y no todos pudieron ser tan placenteros o al menos cómodos, porque al final la película quiere demostrar que la burguesía también sufre o como dijera el clásico: “los ricos también lloran”.
Hubo incluso quien ni siquiera pudo darse el lujo de confinarse, por ejemplo, para una persona obrera, que con pandemia o sin ella, en un país como México, donde si no se trabaja un día, no se come al siguiente, tiene que salir todos los días a trabajar, y su principal preocupación era no morir de hambre, independientemente del miedo al contagio, que desde luego lo llevan dentro, y las sugerencias de confinamiento, que les encantaría tener la posibilidad de obedecer.
La película nos muestra otro tipo de preocupaciones, las preocupaciones de la burguesía, como la cuestión de la propiedad privada, y su extensión después de la muerte, la herencia; discusiones sobre arte, comida u otras tantas cuestiones que para el proletariado podrían parecer frivolidades en ese momento de crisis. Qué triste decir que una plática profunda sobre arte puede llegar a ser una frivolidad para los pobres, pero si volteamos a ver la realidad, lo es, el arte es un artículo de lujo, un privilegio de los que pocos tienen acceso, con pandemia o sin ella.
La permanente pandemia de la desigualdad, porque que uno tenga una casa más grande que otra, quizás podríamos entenderlo, quizás, pero que unos puedan acceder al arte y otros no, eso es mucho más difícil de entender o justificar.
La película nos deja ver, a manera de autocrítica, creo, lo cual se agradece, creo; cuáles eran los grandes conflictos existenciales de la burguesía en estos momentos de crisis, obviamente, como todos, había una preocupación por el contagio y por caer enfermo, por la convivencia extrema, constante y prolongada con las mismas personas, que puede ser desgastante y el confinamiento en sí, que en algunos casos fue traumático. ¿Cómo sobrevivir al encierro sin matar a mi familia? ¿Cómo sobrevivir al encierro sin volverme loco?
Independientemente de todo lo anterior, hay que decir, que la película de Assayas decepciona por otras razones: la comedia se disuelve rápidamente en discusiones burguesas insípidas, a veces frívolas o demasiado elevadas o especializadas para el público promedio; el guion, aunque no es malo, se pierde en estas discusiones de las élites. Aunque hay que reconocer que la fotografía es buena, que no puede haber queja sobre la dirección y que las actuaciones son grandiosas, al grado que rescatan por momentos los vacíos cómicos y argumentativos de la película, ésta no es lo que uno hubiese podido esperar.
El gran valor de la película es dar una visión realista y honesta de las vivencias personales del director sin miedo a la crítica, y es lo que la vuelve un documento valioso. En defensa de Olivier Assayas hay que decir un par de cosas: primero, que siempre es importante apreciar cómo, desde nuestras subjetividades y condiciones personales, vivimos o experimentamos determinados fenómenos que nos afectan a todos o a un grupo mayoritario de la humanidad, y Olivier nos lo muestra con mucha honestidad.
Hacer un ejercicio honesto como el que Assayas hace, creo que es valiente, porque la gente muchas veces cae en la hipocresía, no es honesta por miedo a ser criticado. Y cuando se es honesto, a pesar de que de cualquier forma serás criticado, permite que se abran puentes de entendimiento y empatía para tratar de comprendernos los unos a los otros. Ver cómo la burguesía enfrenta problemas comunes al resto de la humanidad, nos puede ayudar a entenderlos, y la crítica puede ayudarlos a ellos mismo a entenderse, o entender como los vemos los demás. Y quién sabe, quizás algún día nos podremos comprender todos y quizás algún día la lucha por el acceso al arte, sea una lucha de todos.
Lo segundo, es que Olivier Assayas dijo en la rueda de prensa posterior al estreno de la película en el Berlinale que no era realmente una película sobre COVID o el encierro lo que él había hecho. Que el COVID solo fue un pretexto para hacer una comedia. Que si algún día hace una película seria sobre la pandemia no la contaría de esa manera, que Hors du temps es más bien una película sobre cuatro personas que están confinadas juntas sin quererlo realmente, pero dadas las circunstancias en las que están confinadas tratan de encontrar una manera de entenderse para estar juntas en armonía y que la mejor forma de encontrar esa armonía y estímulo a la convivencia es o fue apelar a su pasado, a su pasado común (la familia) y a sus condiciones comunes (la posición social). Aunque también muestra cómo en la frivolidad de los privilegios se puede encontrar consuelo y hasta refugio.
Hay que entender que Assayas también trata de compartir con el mundo el pánico en el que entró al vivir esta situación tan difícil para todos, porque después de ver la película uno puede deducir que Olivier sintió mucho miedo, no sólo sobre la pandemia, sino sobre la vida (familia, patrimonio, futuro, descendencia, amor), pero sobre todo sobre la muerte. La muerte que siempre está presente.
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