Motorama volvió a México con toda la actitud y disposición para hacer disfrutar a sus fans llenando la noche de un post-punk que se disfrutó al máximo. Ante la larga espera del regreso de la banda, el recito estaba lleno, un foro ansioso de ver a los rusos de vuelta en el escenario, tras una pandemia que hizo su regreso prolongado. En punto de las nueve de la noche salieron al escenario para deleitarnos con una hora y media de rolas que pasaron por todos su álbumes incluido el más reciente.
Una banda como Motorama se ha consolidado en nuestro país, hoy por hoy es un referente importante dentro del género, con un recibimiento genuino que les da la gente en geografías latinoamericanas, donde México es de los lugares donde más les gusta volver. Se nota que lo disfrutan, que hay una especie de contacto directo con la vibra que generan sus fans y la disposición y sobriedad con la que ellos inundan los foros en los que se presentan.
El último concierto que nos dieron en tierras tapatías, fue por allá en 2019, cuando el mundo aún pintaba bajo un ritmo normal, pero la banda no vino completa aquella última vez antes de la pandemia, la presencia de Airin Marchenko en el escenario modifica la propia esencia de la banda, le da ese toque único que los ha convertido en una banda importante dentro del género y donde seguramente se van postulando como un referente singular que se expande desde la lejana Rusia.
La noche del viernes, Motorama dejó sonar canciones como: Rose in the vase, Alps, One Moment, la ya clásica «To the South», y por supuesto varias de su nuevo material discográfico. Esta banda rusa sabe que volver a México y dar conciertos es garantía redonda de disfrute total, tanto para su audiencia como para ellos mismos y eso lo dejan ver claro en todo momento por como disfrutan estar en el escenario.