Robert Barlett, en su obra La formación de Europa (1993), define el fenómeno de la europeización de Europa.
Barlett es un historiador británico, actualmente profesor de Historia Medieval en la Universidad de Saint Andrew, Escocia. Estudió en Peterhouse, Cambridge, St John’s College, Oxford y en la Universidad de Princeton. Es considerado como uno de los mejores medievalistas vivos y es especialmente conocido por su libro The Making of Europe: Conquest, Colonization and Cultural Change, 950-1350.
En dicha obra expone: La frase “la europeización de Europa” puede sonar en principio paradójica. Un instante de reflexión, sin embargo, aclara que esta frase sirve para llamar la atención sobre una variedad de complejos procesos. Si se toman en cuenta las connotaciones de “americanización”, un término paralelo aplicado a la Europa de la posguerra, se hace evidente el alcance de la interrelación entre el impacto de la ocupación militar, nítido aunque limitado, el proceso de imitación cultural y social más difuso pero también más global y la cuestión general del desarrollo convergente.
Además, y esto también emerge de la analogía, conceptos como “americanización” y europeización no siempre implican que detrás de este proceso hay una “América” o una “Europa” estrictamente localizables. La “América” en el término de “americanización” no es una realidad geográfica; es un constructo. Del mismo modo, “Europa” es un constructo, una imagen de un conjunto de sociedades que se considera que tienen algo en común. La frase “la europeización de Europa” trata de resaltar el hecho de que, en el curso de los siglos centrales de la Edad Media, se produjo un cambio radical en lo que se compartía y en su alcance.
Al decir que Europa es un constructo no estamos diciendo que se trate puramente de una creación metafórica. La europeización de Europa, en la medida en que se constituyó una expresión de una cultura particular mediante conquistas e influencias, tuvo su núcleo central en una zona del continente, es decir, Francia, Alemania, el oeste del Elba y el norte de Italia, regiones que tenían una historia común como parte del Imperio franco de Carlomagno.
La homogeneización cultural de Europa estuvo así, en parte, en función de la hegemonía militar franca. Desde esta parte de la Europa occidental salieron en todas direcciones las expediciones de expansión, y hacia 1300 estas guerras habían creado un anillo de conquista en las periferias de la cristiandad latina. Sería fácil fijar la atención exclusivamente en el componente militar de este movimiento de expansión, pero tan importante como éste fue el proceso de cambio cultural que se entretejió como el más puramente militar.
Hacia el 1300 Europa existía como una entidad cultural identificable. Aunque podía describirse de diversas maneras, algunos de los rasgos comunes de su variante cultural son los santos, los nombres, las monedas, los documentos y las prácticas educativas que fueron producto del nacimiento de una institución como la Universidad. En el peridodo bajomedieval los nombres y los cultos de Europa eran más uniformes de lo que habían sido nunca; en todas partes los gobernantes europeos acuñaban moneda y dependían de cancillerías; los burócratas de Europa compartían una experiencia común de alto nivel de educación. En todo eso consiste la europeización de Europa.