Samuel Aranda es un fotógrafo español. Nació en Santa Coloma de Gramanet, Barcelona en 1979. Comenzó a trabajar como fotoperiodista desde los 19 años, colaborando con diarios como El País y el Periódico de Cataluña. Aranda a lo largo de su carrera ha documentado distintos conflictos sociales alrededor del mundo en lugares como Gaza, Pakistán, Líbano, Iráq, entre otros.
En 2012 fue ganador del World Press Photo of the Year y en 2016 del premio Ortega y Gasset. Aranda hace de su trabajo un estilo propio que está por encima de los reflectores en los que siempre se posiciones sus fotografías. Problemáticas como la inmigración, los conflictos en Medio Oriente, la crisis del Ébola son algunos de los temas que guardan sus fotografías, mismas que han sido portadas de los periódicos más importantes del mundo.
FREETOWN, SIERRA LEONE. 13 AUGUST 2014. In downtown Freetown, the Ebola outbreak has change many of the routines from the inhabitants.The government of Sierra Leone declared a state of emergency on 30 July and deployed troops to quarantine the hot spots of the epidemic. (Photo: Samuel Aranda for National Geographic)
Siempre ha estado interesado en los conflictos sociales y las problemáticas que se engendran desde diferentes situaciones y latitudes del mundo. Así mismo, para Samuel, el ser acreedor de un premio es una cuestión de azar y no es algo que le quite el sueño, mucho menos un móvil que lo lleve a hacer su trabajo. Por lo general colabora para el New York Times.
El trabajo del fotógrafo español contienen un sin fin de historias de forma genuina. Cuando comienzas a ver una a una las fotografías; se licúan las emociones y las ideas, porque te permite ser testigo fiel a través de la ventana por medio de la cual mira y nos deja introducirnos en un viaje que va desde los lugares más recónditos hasta los más esperados para la noticia. Pero lo más importante es hacia donde nos hace mirar, provocando que nos detengamos más de un minuto y no sólo para ver el sufrimiento o la crueldad que abraza a una gran parte del mundo, sino también para hacernos partícipes de lo más cotidiano de los acontecimientos.