Andrea es la protagonista de un libro que es un clásico de la literatura española contemporánea: Nada, de la escritora catalana Carmen Laforet, quien se convirtió en la revelación de la narrativa española de posguerra tras ganar la primera convocatoria del Premio Nadal en 1944.

Quienes estudiamos Literatura como formación universitaria, el toparnos con Nada es encontrarte con un Todo. Más si eres mujer; más si te vas a estudiar de un pueblo a una gran ciudad. No importa que no se trate de Barcelona, ni que la novela haya sido escrita a mediados del siglo pasado. El entusiasmo desbordante de Andrea coincide con tus primeros años universitarios y ese sentir la libertad por primera vez. 

Así inicia Nada:

Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie.

     Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas y con una sonrisa de asombro miraba la gran Estación de Francia y los grupos que se formaban entre las personas que estaban aguardando el expreso y los que llegábamos con tres horas de retraso.

Conforme entramos en la trama, las cosas cambian y sabes que las similitudes con tus propios recuerdos universitarios terminan cuando Andrea se enfrenta a las tensiones en la casa de su abuela. Desde que describe el aire como estancado y podrido sabes que no será una novela rosa, y logras distanciarte sabiendo que será Andrea quien te cuente su historia y no tu memoria o presente el que marque el ritmo.

La guerra será una constante en la obra, a modo de sombra que se instala en los personajes de la calle de Aribau (es la calle a la que llega vivir Andrea), seres atormentados por las secuelas de la guerra, pues los personajes de Nada pertenecen a una burguesía que la guerra llevó a la crisis económica, y con ello, experimentaron el cambio en su templanza, los convirtió en seres rotos, traspasados por la catástrofe.

El mundo femenino invade toda la trama, desde los personajes, teniendo en la figura de Ena, su compañera universitaria el culmen de la idealización; hasta la forma íntima de describir ideas, sucesos y sentimientos. No es gratuito que se le considere “como la primera novela femenina moderna en España”, según las palabras de Joaquín Marco. Relato juvenil imperfecto, pero tremendamente seductor: “Hay en Nada una fresca espontaneidad que no se marchita. Mana de no sé qué fuente honda, de amor y rebeldía; corre por un verbo de instinto certero y gozosa plasticidad”, agregará Agustín Cerezales.

“…usted es una novelista de novela sin asunto, como se es poeta de poema sin asunto. Y en esto está lo más difícil de la escritura novelesca o poemática”, le decía Juan Ramón Jiménez a Carmen Laforet. Y realmente acertaba, porque la mayor fuerza del relato está en la construcción de esa aparente nada que conforma la vida cotidiana de Andrea tal como ella nos la cuenta, concluye Rosa Navarro Durán en su espléndida introducción a la novela editada por Austral.

Así pues, el lector o lectora que se aproxime a Nada encontrará la vigencia de las grandes obras. Si además, dicha lectora es joven, comprobará que la juventud y su entusiasmo, sus tragedias y sus descubrimientos suelen emparentarse más allá del espacio-tiempo.

Imagen obtenida de Cadenaser

Puedes conseguir «Nada» en la librería Ojos de Perro azul (LOPA, por sus iniciales), la nueva Librería-Café-Galería en Guadalajara.