Imagen: REUTERS/Edgard Garrido (2022)

¿Se puede por medio de decretos declarar el final de una pandemia? Muchas personas en el mundo creyeron que no, sobre todo aquellas que fueron afectadas directamente en su salud personal o por la pérdida de un ser querido por el llamado Covid-19. Hoy, cuando se anuncia que ha surgido una nueva variante (pirola) y que el vox populi refiere ahora como “que no te agarre la “pirinola”, resurgen ciertas sensaciones y sentimientos negativos que tras la pandemia queríamos olvidar –o al menos eso creímos-.[1] A principios de mayo de 2023 la Organización Mundial de la Salud(OMS)[2] -y días después diversos gobiernos a nivel mundial-, declararon el fin de la emergencia sanitaria por el covid-19, que si bien pudo tomarse como un mensaje alentador para la humanidad, para otros significó la advertencia de que dicho virus – y otros que se aparezcan con el tiempo- será parte de nuestra cotidianeidad de aquí en adelante.

Primer síntoma (Incredulidad):  La noticia en México de la aparición del covid 19 se vio lejana y extraña a fines de 2019 como muchas otras notas internacionales que, en la web, la radio o en la televisión, pasan de vez en cuando. Las circunstancias que iban ocurriendo en Wuhan, China –lugar que pasaría a la posteridad por ser el primero en padecer los estragos del virus- a nivel popular no se entendían muy bien ¿Fue un accidente de laboratorio la presencia del virus en el mundo? O ¿Cómo alguien que tuvo contacto con murciélagos por cualquier medio o forma, pudo ocasionar[se] una gripa y transmitir un virus de procedencia animal a otros seres humanos? Las explicaciones podían ser aparentemente sencillas o complejas según quien las emitiera, pero el contagio creciente de población ineludiblemente generó una serie de interpretaciones, teorías y reflexiones desde ámbitos médicos, biológicos y hasta filosóficos a partir de entonces y hasta hoy, tratando de descifrar el problema que pronto se extendería a casi todo el planeta.

El virus por aquel momento ya venía siendo estudiado previamente, tipificándose como un virus “corona”, advirtiendo los efectos de su presencia y fácil contagio en la vida humana por vías respiratorias, como ciertamente ocurriría de manera más consistente ya comenzado el año de 2020, aunque desconociendo sus verdaderos alcances o letalidad.[3] La cuarentena establecida inicialmente en Wuhan, expresó las primeras precauciones por controlar el contagio que conforme pasaron los días difícilmente se pudo dominar, en buena medida, gracias a que la globalización y el contacto actual entre países, donde las conexiones entre regiones distantes del planeta ya no lo son tanto, generaron flujos constantes de viajantes que por diversos motivos -por conflictos, trabajo, placer, etc.- se trasladan por distintos medios y transportes a muchas partes del orbe.

De manera creciente, los noticieros señalaron el incremento de contagiados comenzando el bombardeo de imágenes con médicos chinos vestidos de manera similar a un astronauta, atendiendo enfermos de una “gripa” que comenzó con síntomas conocidos –tos, fiebre, cansancio, dolor muscular- y que en cuestión de días se agravó al punto de complicar la respiración, prolongar fiebres por días, al grado de tener que auxiliar al enfermo con respiradores y tanques de oxígeno tratando de salvarle la vida, auxilios que dé inicio, no aplacaron los efectos del virus ni la tasa de mortandad la cual pronto vio su alza en muchos países alrededor del mundo.

En México la noticia del impacto del “covicho” –como popularmente se le empezó a decir- a principios de 2020 aún no se veía con seriedad por diversos sectores de la población. Todavía en los primeros meses se realizaron eventos multitudinarios sin aparentes contagios. Sería hasta marzo del mismo año que en Ciudad de México ya se comenzó a cuestionar la realización de conciertos ante la posibilidad de contagios masivos. Mientras tanto, en redes sociales, todavía se podían ver publicaciones y memes que hacían burla del virus y en donde bebidas espirituosas populares como el “tonaya” -se argumentaba jocosamente- podían ser nuestra defensa ante un posible contagio.

Por esos primeros meses de 2020, las noticias ya daban cuenta que el virus estaba recorriendo buena parte de Europa con acento en países como Italia donde su población con un alto porcentaje de personas en la tercera edad, no lograron sobrevivir a esa extraña gripa que en muchos casos se volvía súbita pulmonía e ineludible muerte. En México si bien ya se había anunciado la posibilidad del inicio de una cuarentena, ésta se pensaba que no pasaría de algunas semanas antes de volver a las actividades escolares y de trabajo como había pasado en el año de 2009 con la llamada fiebre porcina (H1N1). Lo que se proyectaba entonces, estaba muy lejos de la realidad. Hacia fines del mismo marzo se decretó la cuarentena en la capital del país y algunas otras zonas urbanas del país. En casos como en Guadalajara, el parón por la contingencia sanitaria ya había sido decretado previamente por el gobierno estatal. [4]

Segunda síntoma (preocupación): Cuando las noticias dieron cuenta de que en Estados Unidos el impacto del virus estaba rebasando por mucho la capacidad de atención hospitalaria a los contagiados, comenzó a dibujarse una tangible preocupación sobre el asunto en México, ¿Cómo un país de primer mundo no podía contener un contagio con recursos e infraestructura que se creían suficientes desde la mirada foranea? Aun resonaba en la mente de algunas personas el mensaje del presidente norteamericano en turno minimizando el problema, el cual -según él- podía tratarse con “una inyección de desinfectante“ o con “luz solar”, afirmaciones que rápidamente tuvieron reacciones, sobretodo de las propias instituciones médicas de su país, al considerarlas irresponsables pues aún no se definía un tratamiento médico efectivo contra el virus. [5]

La tensión sobre la emergencia sanitaria que se venía encima, motivó a las autoridades mexicanas a empezar a poner atención y dar reportes e información diaria – que ante la incertidumbre de la gente parecía no ser siempre precisa ni suficiente- sobre el asunto en diversos espacios de comunicación como el del propio presidente en sus sesiones matutinas desde Palacio Nacional, o vespertinas con funcionarios y especialistas del sector salud. Comenzaron los sondeos en la zona fronteriza norteña donde el flujo de población de un lado a otro de la frontera siempre ha sido constante tanto de población local como la de migrantes de otras partes del país, e incluso de otras regiones del continente. En el centro del país iniciaron los filtros sanitarios en el aeropuerto y terminales de autobuses ante la posibilidad de la llegada de turistas o viajeros provenientes del continente asiático, particularmente los llegados de China.

Tercer síntoma (Miedo): Para mediados de marzo del mismo 2020, la inminencia del inicio de una cuarentena era algo tangible. Se habló de cerrar escuelas, lugares de trabajo, entre oficinas, fábricas y centros de convivencia, de los que todavía se creía que tendrían un temporal cierre.  En abril ya decretada la cuarentena, comenzaron a escucharse noticias sobre los primeros casos, siendo significativo el de un policía que había cubierto un operativo en el Festival anual de música realizado en el Foro Sol, diagnosticado con covid y fallecido por esos días, indicándose que al menos otros 9 elementos de seguridad también estaban contagiados. [6] Fue entonces incuestionable que el virus ya estaba presente en la capital mexicana y que no tardaría en irradiarse a la zona metropolitana y áreas circunvecinas.

En las colonias populares pronto las tiendas de abarrotes restringieron su acceso, algunas ponían un hule en su mostrador para evitar el contacto directo con sus clientes; las que podían, compraban botellas de alcohol en gel frotándose las manos constantemente con él, por aquello de que el dinero fueran material transmisor de la virulencia –como llego a serlo en ciertas ocasiones-. Algunas más procuraron mantener limpio su establecimiento y otras de plano limitaban su horario de venta u optaban por cerrarlo indefinidamente. La campaña gubernamental en pro del uso de cubre bocas y de gel antibacterial se hizo intensiva; los monitoreos oficiales sobre el índice de contagiados fueron diarios. Todavía en pláticas cotidianas en el transporte o en las calles, algunas personas expresaban su negativa al contagio y lo atribuían a una teoría conspirativa del gobierno con afanes de controlar a la población de manera más severa y aprovecharse de alguna forma de la situación.

La avalancha de contagios comenzó a hacer estragos en la infraestructura hospitalaria que inicialmente abrió algunos espacios para los contagiados en los hospitales, lo que terminó por ser insuficiente, teniendo que designar unidades médicas completas para la atención de infectados de covid en detrimento de otros pacientes que se atendían por otras enfermedades y padecimientos, los cuales de un momento a otro se vieron relegados ante la emergencia de contagios. El bombardeo de información en los distintos medios de comunicación sobre la contingencia hizo que muchas personas generaran sospechas puesto que se pensaba en que ya se estaba fraguando algún tipo de campaña del miedo y en donde podrían salir a la luz diversos intereses políticos. Por supuesto, la oposición al gobierno en turno no se hizo esperar con ataques y criticas presionando para ver que ventaja podría sacar de la situación que ya se comenzaba a prolongar más de lo que se pensaba. La confianza en un regreso próximo a las actividades normales se fue diluyendo conforme pasaron los días, las semanas y los meses.

Para la segunda mitad del 2020 se normalizaron las campañas de higiene de manos y el uso de cubrebocas que ante la situación vivida- primera ola de contagios-,[7] se volvió un objeto de primera necesidad, siendo de los primeros productos más vendidos durante la contingencia desde los mercados populares hasta los infomerciales de la televisión. De hecho, cuando no se podían comprar los cubre bocas por precio o por escasez, no faltó quien los confeccionara en tela u otros materiales que permitieron –además de personalizarse con colores, adornos, estampados y demás bordados- una mayor durabilidad, a diferencia de los desechables de corta duración, todo con tal de protegerse del fastidioso virus.

A la par de estas medidas, fue surgiendo toda una gráfica –entre anuncios y símbolos- respecto a la contingencia sanitaria, los cuales buscaron persuadir a la población que se tenían que acatar dichas disposiciones para acceder a cualquier área publica, a fin de fortalecer la llamada “sana distancia” divulgada por las autoridades médicas y sanitarias.[8] Surgieron entonces iconos para simbolizar la imagen del cubrebocas, marcas en los pisos y zonas comunes para ubicarse y distanciarse de la gente próxima, señalizaciones de por donde se debía caminar, salir o entrar de edificios, oficinas y demás espacios públicos, además de letreros y flechas estilizadas para indicar donde se podía esperar un trámite o localizar alcohol en gel para limpiarse las manos.

Imagen obtenida de: Ministerio de Salud Pública…

Cuarto síntoma (desesperación): La realidad es que en los entornos urbanos resultó muy difícil cumplir la sana distancia, si bien las aglomeraciones al interior de instituciones bancarias o supermercados podía supervisarse, afuera de estas, las filas para acceder a los mismos no evitaban la concentración de personas impacientes ya por entrar, ante la limitación de horarios para estar en dichos sitios. En ocasiones la entrada se restringía por el número de gente al interior de un establecimiento, lo que implicó tener que esperar hasta que salieran para poder acceder; en otros momentos, la toma de temperatura por parte de los vigilantes y la colocación de gel antibacterial en las manos de los clientes se hizo costumbre antes de entrar a cualquier institución o comercio.   

A fines del mismo año, algunas personas ya estaban acostumbrándose a solo tener que salir a la calle por lo necesario mientras las plazas comerciales, bancos y mercados restringieron sus servicios o la venta de algunos artículos por persona para evitar desabastos. Los temores por una posible escasez, motivó a muchas personas a acaparar productos, en particular los referentes a la higiene. Pronto se hicieron escuchar noticias sobre saqueos en algunas tiendas o intentos de saqueo en otras.[9] Muchos negocios y comercios empezaron a resentir la baja en sus ventas, lo que consecuentó el cambio, el traspaso o el cierre de locales, al volverse imposible poder sostener una renta. Fue así que comenzaron a idearse estrategias para continuar actividades laborales y/o escolares de forma virtual.

A nivel escolar esto arrancó de manera muy lenta además de compleja, puesto que muchos docentes y sobretodo muchos alumnos, no contaron con los recursos o la capacitación adecuada para lograr avanzar con sus respectivos cursos, esto además generó una serie de atrasos y aprendizajes entrecortados o nulos que probablemente se manifiesten en el futuro cercano, lo que no resulta nada halagador cuando esos mismos alumnos lleguen a otros grados de educación superior. En este mismo rubro, también la sobrecarga de trabajo hizo estragos entre los profesores manifestándose en ellos frustración, estrés y hasta depresión porque su labor no rendía los frutos esperados, aunado a que los cursos se debatían entre ser presenciales, virtuales o incluso híbridos –cuando se decía que había alzas o bajas en el número de contagiados-, consecuentando dobles o triples labores docentes que lejos estaban de reflejarse en sus remuneraciones económicas. [10] Tras el pico de mayo y junio en contagios, se creyó en algún momento que se podría estar saliendo de la crisis y que pronto se relajarían las medidas de confinamiento. La realidad es que esto no fue así.  En cuanto a los hospitales de la Ciudad de México y del Estado de México estos se encontraron en la parte final del 2020 como las zonas con mayor ocupación por contagiados. La cantidad de contagios por entonces superó a la de la primera ola ya en plena temporada invernal. Para ese momento las autoridades informaron que en México ya se había rebasado los 100,000 decesos. [11]  

A nivel popular, la población hacía lo posible por sobrevivir, sobre todo aquellas que no tenían un trabajo fijo o que recién habían sido despedidas de uno. Pronto se multiplicaron los vendedores callejeros y fue cotidiano observar la venta de productos -mayoritariamente comestibles- y a motociclistas –mensajeros de plataformas digitales- a las puertas de los domicilios; en algunos casos comenzó a aparecer el trueque como otra forma de abastecerse cuando el dinero comenzó a escasear. El cierre de oficinas, el cambio de domicilios y el desalojo de viviendas donde ya no se pudo pagar una renta, resultaron ser eventos más que cotidianos. En otros casos, el conseguir un servicio funerario resultó ser muy complicado dado que en muchos puntos de la urbe las funerarias no se dieron abasto para atender a quien los requiriera, puesto que estaban a tope sus instalaciones o el servicio de incineración –recomendado por autoridades médicas ante el tipo de contagio imperante- estaba sobrepasado. El no poder despedirse del paciente fallecido por parte de sus familiares – y en algunos casos ni siquiera poder ver el cuerpo-, fueron escenas recurrentes en los hospitales, dado que el peligro por ser contagiado siguió latente. En algunos casos los funerales tuvieron que ser vistos por video o en sesiones de transmisión digital.  

Quinto síntoma (depresión): El duelo por perdidas de seres queridos en este periodo, para muchos resultó traumático por las condiciones del momento. Las afectaciones emocionales en la población no fueron pocas y el tener que tratarlas como una de las consecuencias de la pandemia es un reto que parece aún no subsanarse actualmente.  Los primeros en sufrir estas afectaciones fueron los propios médicos. Testimonios comenzaron a surgir desde el momento en que la infraestructura de salud resultó insuficiente ante las olas de pacientes portadores del virus. En México, esto no fue una excepción. La ansiedad y sobretodo la depresión han sido de las secuelas más grandes de la pandemia, pero al ser padecimientos “silenciosos” estos no parecen “dignos” de ser tratados con prioridad por los sistemas de salud de la mayoría de los países. A decir de la enfermera Blanca Tellez:

«El personal termina con estrés, pero más que nada con mucha tristeza, de soledad, de angustia, cansancio de exceso de trabajo, por el equipo, con tristeza de ver a tus compañeros de muchos años partir en condiciones muy malas, que para algunos no hubo ventiladores, para algunos no hubo la atención suficiente»[12]

El cansancio, el comer a deshoras, las largas jornadas laborales, e incluso agresiones por parte de familiares de pacientes infectados –que no entendían o no querían entender los protocolos sanitarios- , fueron poco a poco desgastando el ánimo de los trabajadores de la salud, viéndose reflejado en su estado emocional, perdiendo las ganas por ir a trabajar, por su arreglo personal, hasta terminar en una frustración profesional, en medio de aislamiento y nula vida social. Los problemas de sueño también están a la orden del día.

El descanso también resulta primordial para poder recargar energía hacia una nueva jornada, esto, por supuesto, también desgastó al personal de salud al verse trastocados sus horarios laborales, sin omitir el que generalmente estos mismos trabajadores son los últimos –ya por desidia o por no tener tiempo-, en acudir a cualquier tratamiento que necesiten tras distintos momentos de crisis. Qué decir del resto de la población. Muchas personas tras tres años de la aparición del virus, aun no logran salir del “covid largo”, secuelas que el virus les dejó en el cuerpo a pesar de que antes de la pandemia hacían ejercicio, comían sanamente y en general tenían un ritmo y estilo de vida pleno.[13] El virus en muchos casos fue incomprensible, afectando drásticamente a gente de distinta edad y condición social. Las variantes del virus surgidas a través del tiempo para algunos resultaron solo una anécdota, mientras para otros fueron el signo de un cambio de vida.

Sexto síntoma (esperanza): el anuncio de la llegada de las vacunas para tratar el virus, fue una de las pocas noticias alentadoras en medio de un ambiente sombrio y de incertidumbre. Por entonces, toser o estornudar en via publica o en el transporte común, resultaba ser algo peor que decir un improperio, surgiendo un ambiente inquisitorial en donde las miradas de la gente expresaban desconfianza, malestar y hasta enojo. Pronto se fue naturalizando limpiarse los zapatos en tapetes con cloro a la entrada de cualquier lugar, frotar las manos con gel antibacterial, y en muchos casos usar cubrebocas y hasta guantes solo por si las dudas. Ante el aviso de las autoridades de la llegada de las vacunas a las distintas partes del país, mucha gente acudió a los lugares designados con avidez -previa cita por internet-. Las colas para acceder a los sitios inicialmente fueron bastante largas manifestando el ansia y en algunos de plano el hartazgo por la cuarentena que ya para entonces se sentía eterna. Las reacciones durante la vacunación también resultaron diversas. Si bien para muchos resulto un alivio, para otros fue una causa de miedo renovado. No faltaron los que padecieron –y padecen- un miedo irracional a las agujas o al simple hecho de inyectarse. Se llegaron a ver escenas donde los médicos y practicantes tuvieron que hacer labores de convencimiento prolongadas y verdaderas proezas para vacunar a una persona, fuese adulto o niño. Que si se tapaba una jeringa, que si un desmayo, que si la persona no se estaba quieta en el lugar, en fin.  Los que sí pudieron vacunarse, algunas veces presentaron síntomas de fiebre, dolor de cabeza y cansancio extremo, situación que fue interpretada por unos como si los hubieran infectado intencionalmente, para otros, solo representó la sintomatología “normal” de una vacuna que hace reaccionar naturalmente al cuerpo cuando se le inyecta una sustancia medica ajena a su sistema, cosa que con un paracetamol podía remediarse en muchos de los casos.

Pronto las restricciones para transitar, entrar o salir de algunos lugares se fueron relajando, algunos manteniendo el alcohol en gel y el uso de cubre bocas como medidas precautorias ante las nuevas variantes del virus que sucesivamente aparecieron, las cuales afortunadamente ya no han sido tan letales como las primeras, pero siguen siendo incomodas tanto al cuerpo como al imaginario social. Igualmente se pudo salir –bueno, algunos siguen ahí- del mundo digital. Internet se volvió en muchas ocasiones el único vehículo para poder trabajar, ver una conferencia, hablar con los parientes y amigos, o tener algún momento de ocio. Por consecuencia, también se dispararon los padecimientos relativos a los ojos: conjuntivitis, miopías, astigmatismo, vista cansada y demás irritaciones y alergias, fueron síntomas de una prolongada exposición a las pantallas.[14] Como todo suceso histórico, la música se hizo presente cuando diversos compositores y creativos decidieron compartir sus canciones cuando fueron cerrados los escenarios, ante un mundo habido de distracciones para no caer en las manos de la aburrición, la depresión o la soledad.[15] Con mensajes de esperanza, alegría, ironía o juego, algunas composiciones se hicieron virales y famosas,[16] compitiendo con podcast, tiktoks y demás productos digitales que ahora son más que cotidianos.

Séptimo síntoma (¿resignación u olvido?): ¿Qué nos enseñó la pandemia durante estos años? ¿Aprenderemos algo después de todo lo ocurrido? ¿Qué síntomas a raíz de la pandemia siguen sin tratarse? ¿Solo habrá atención para ciertas secuelas? ¿Y las secuelas psicológicas? ¿Y las sociales? ¿Realmente ya “salimos” de la pandemia? O ¿Solo se le están -estamos- poniendo paliativos y distractores? ¿Estamos preparados ante el embate de un virus similar al covid? “El invierno se acerca”-dicen en una popular serie televisiva-. Ojalá no haya olvido de esta experiencia y estemos preparados… si es que hay próximas.   


[1] Nelly Toche, “Pirola, la nueva variante de Covid-19 que dominará este invierno” en  https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Pirola-la-nueva-variante-de-Covid-19-que-dominara-este-invierno-20231219-0019.html, consulta del 21 de diciembre de 2023.

[2] Organización Panamericana de la Salud, “Se acaba la emergencia por la pandemia, pero la COVID-19 continúa” https://www.paho.org/es/noticias/6-5-2023-se-acaba-emergencia-por-pandemia-pero-covid-19-continua, consulta del 23 de julio de 2023. 

[3] Ciro Maguiña Vargas, Rosy Gastelo Acosta y Arly Tequen Bernilla, “El nuevo Coronavirus y la pandemia del Covid-19”, en https://www.redalyc.org/journal/3380/338063808009/html/, consulta del 28 de junio de 2023.

[4] Fausto Salcedo, “¿Te acuerdas? Así fue la historia de la pandemia de COVID en Jalisco” en   https://www.informador.mx/jalisco/COVID-19-en-Jalisco-Te-acuerdas-Asi-fue-la-historia-de-la-pandemia-en-Guadalajara-20230505-0087.html, consulta del 19 de agosto de 2023.

[5]  Pablo Guimon, “Trump sugiere tratar el coronavirus con “una inyección de desinfectante” o con “luz solar” en https://elpais.com/internacional/2020-04-24/trump-sugiere-tratar-el-coronavirus-con-una-inyeccion-de-desinfectante-o-con-luz-solar.html, consulta del 14 de diciembre de 2021.

[6]  “Un policía de la CDMX que trabajó en el Vive Latino fallece por COVID-19” en https://politica.expansion.mx/cdmx/2020/04/06/un-policia-de-la-cdmx-que-trabajo-en-el-vive-latino-fallece-por-covid-19, consulta del 13 de noviembre de 2021.

[7] “Informe integral de Covid-19 en México” en  https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2022/02/Info-03-22-Int_COVID-19_16feb22.pdf, consulta del 20 de agosto de 2023.

[8] Medidas similares se orquestaron en distintos países de América Latina, con distintas gráficas, aunque con el mismo objetivo de disuadir a la población para salir a espacios públicos y ser cooperativos con las medidas gubernamentales. Al respecto puede verse Brandemia, “Análisis: las identidades visuales del covid-19 en 18 países al microscopio” en  https://brandemia.org/analisis-las-identidades-visuales-del-covid-19-en-18-paises-al-microscopio-0 , consulta del 23 de agosto de 2023.

[9] Redacción Animal Politico,“Cinco estados concentran 50% de los intentos de saqueo durante la epidemia por COVID-19” en https://www.animalpolitico.com/2020/05/estados-intentos-saqueo-epidemia-covid-19, consulta del 30 de agosto de 2023.

[10]  Sobre los estragos en la salud mental del profesorado y las condiciones de aprendizaje de los alumnos durante el periodo de la pandemia puede verse “Estrés y ansiedad, enemigos silenciosos del 60% de los maestros” en https://jalisco.quadratin.com.mx/principal/estres-y-ansiedad-enemigos-silenciosos-del-60-de-los-maestros/, consulta del 30 de agosto de 2023.

[11] “La segunda ola de COVID-19 en México es ya superior al punto máximo de julio: López-Gatell” en https://www.infobae.com/america/mexico/2020/12/25/la-segunda-ola-de-covid-19-en-mexico-es-ya-superior-al-punto-maximo-de-julio-lopez-gatell/, consulta del 23 de septiembre de 2023.

[12]Melissa Galván, “18 meses de pandemia: Personal médico reconoce crisis en su salud mental“  en https://politica.expansion.mx/voces/2021/08/21/18-meses-de-pandemia-personal-medico-reconoce-crisis-en-su-salud-mental, consulta del 23 de septiembre de 2023.

[13] Al respecto puede verse DW, “Secuelas de la COVID-19” en   https://www.youtube.com/watch?v=9fGhugRjhqM, consulta del 30 de noviembre de 2022.

[14] Karina Canseco y Damián Mendoza, “Aumentan los problemas visuales por exceso de pantalla: efectos colaterales de la pandemia” en https://unamglobal.unam.mx/global_revista/aumentan-los-problemas-visuales-por-exceso-de-pantalla-efectos-colaterales-de-la-pandemia/, consulta del 30 de noviembre de 2022.

[15] Forbes, “La gente pasó más tiempo escuchando música durante la pandemia: estudio” en  https://www.forbes.com.mx/actualidad-gente-paso-mas-tiempo-escuchando-musica-durante-la-pandemia-estudio/, consulta del 4 de febrero 2023.

[16] Sergio Burstein, “Escucha estas 10 canciones sobre el COVID-19 que se propagan con fuerza en las redes” en https://www.latimes.com/espanol/entretenimiento/articulo/2020-03-21/10-canciones-sobre-el-covid-19-que-te-haran-reir-sufrir-prevenir-y-por-supuesto-bailar, consulta del 4 de febrero de 2023.