Te nombré en el silencio es otro de los documentales que forman parte del ciclo de Ambulante: Rastros y Luces. Aquí se muestra el caso de “Las Rastreadoras”, de El Fuerte en Sinaloa. Este colectivo está formado por un grupo de mujeres que al igual que en otros estados de la República, buscan a sus hijos o familiares que han sido desaparecidos por el crimen organizado en complicidad con el estado inerte y pusilánime, cómplice de la violencia y la corrupción que azota todos los rincones de nuestro país.
Esta serie de documentales nos permite ver una serie de situaciones complejas que ponen en evidencia todo lo que no funciona más en México, donde el tejido social está roto y podrido. He visto uno a uno el ciclo de documentales y más allá del hilo conductor evidente sobre la búsqueda de personas desaparecidas, existen otros hilos narrativos que ayudan a entender ciertas cosas por más dolorosas y agudas que se presenten cada caso, con cada madre, hermana, hija, esposa desesperada. Hablo en femenino porque son las mujeres las que se aferran a la búsqueda, las que generan dinámicas para posibles soluciones, son las que se organizan y dejan de vivir su vida para adentrarse en este mundo de la búsqueda incesante que las cansa y las desgasta día con día y aún así continúan.
Es admirable su labor, su coraje y las ganas de saber la verdad, por poca que sea o por más que esté en pedazos y que ellas mediante la búsqueda deban reconstruir. Estos grupos de mujeres se dan fortaleza entre sí, se identifican más allá de su condición social, del espacio y tiempo en el que viven, más allá de sus ideas, las une la desesperación, la impotencia, la pérdida y la esperanza de al menos recoger pistas que ayuden saber dónde pueden estar sus hijos aunque ya no los encuentren con vida.
El caso de Mirna Medina, la mujer que está al frente del colectivo Las Rastradoras, buscó a su hijo Roberto desde el año 2014, pasaron tres años hasta que encontró algunas partes de su cuerpo solamente. Así nació el colectivo y ella se aferra a seguir buscando el resto del cuerpo de Roberto, se repite todas las mañanas que no descansará hasta encontrarlo. En la película Mirna nos cuenta muchas cosas que suceden alrededor de toda esta búsqueda, de gente con la que se encuentra, conoce y se acerca a ella. Mirna, de la forma más inteligente tiene que lidiar con toda la situación, porque sabe corre un peligro latente, que se puede encontrar a gente equivocada en el camino donde ella también puede ser silenciada y desaparecer.
Todas estas mujeres tienen una fe que rompe con todo lo establecido, va más allá de creencias específicas o de religiones. A estas mujeres las une la ausencia, el arrebato que han sufrido por sus hijos o por sus familiares y en ese punto de encuentro entre todas y es donde se construye una fuerza inagotable. Tan es así, que ahora incluso el gobierno, las instituciones, los medios, todos han volteado a verlas, el eco es profundo, su llanto y su dolor pega y rebota por todo el territorio nacional y eso es algo que como espectador te deja helado al ver el documental, pero que como ser humano provoca cuestionarse de qué tanto eres capaz y hasta donde llegarías si el día de mañana a alguien de tu núcleo familiar, no vuelve a casa jamás.
Esa es la gran interrogante que este ciclo de documentales deja, porque no es sólo evidenciar la problemática o denunciar, eso está por demás entendido, pero estos golpes de la cruel realidad que nos habita es la que nos deja secos, sin palabras o emociones, sólo con un cuestionamiento constante de lo que seríamos capaz de hacer los que hoy no estamos en esa situación pero que mañana podemos estarlo. Nos hace reclamar, a quién sea, incluso al vacío el momento en un futuro cercano en que podamos ver otros matices, otras formas de vivir y de entendernos como sociedad una vez que realmente nos pongamos en los pies del otro para parar ese dolor, para dejar de ser testigos o protagonistas de duelos que te comen hasta la médula y darle sentido real a esa fe que rodea a todas estas mujeres, una fe que sin duda alguna es demasiado humana.