Albert-Anker. Fuente: EpdLP.

Para no faltar a la verdad, francamente ignoro por qué ciertos núcleos, vectores o incluso géneros literarios o cierta inclinación por trabajos disciplinarios o interdisciplinarios llegan a nuestras vidas (o nosotros a ellos) para desplegarlos. En algunos casos, habíamos trabajado de más jóvenes insularmente en ciertas inciativas bajo la forma de publicaciones o tentativas, esto es, configurando nuestro univeso estético/ideológico. Hasta que llega el día en que  se tornan recurrentes. No han sido tantos en mi caso. Y, sí, debo recocerlo porque salta a la vista, resultan algunos más irritativos o tabú que otros. También bueno sería aclarar q      ue no en todos los casos se trata de trabajo artísticos, sino de investigación en ciencias sociales, humanidades o incluso su actualidad en la Argentina paso a paso.

     Uno de ellos es la literatura infantil o la literatura consagrada a los niños (noción por  cierto sumamente discutible, sobre la que se ha debatido en lo últimos años especialmente, no solo por expertos sino también por los mismos autores). La otra son los trabajos interdisciplinarios con fotógrafos profesionales o artistas plásticos, una iniciativa sobre la que ya había sentado  precedente con un libro inédito realizado em 2015 con un fotógrafo profesional amigo. Antes, eso sí, había habido tres trabajos insulares individuales a partir de fotografías individuales con tres obras de dos fotógrafos argentinos: ambos profesionales. Esta ha sido una vertiente de una riqueza para mí formidable, porque ha puesto en diálogo un experiencia sensible de un cierto orden perceptivo con otra, además de dos lenguajes: la mía, la del discursivao verbal, con la de las artes visuales. Otro núcleo ha sido el de la salud mental, con el que me he comprometido con intensidad, en torno de la cual estoy particularmente interesado en torno de dos de sus dimensiones: la relación entre contextos mediáticos y salud mental y la otra es la de enfermedad mental y estigmatización social. No obstante, me concierne respecto de la enfermedad su construcción social y su modo de ser concebida, difundida, tratada y vivida por la sociedad de nuestro tiempo histórico. Luego, otro núcleo que ha cautivado mi atención y mi investigación es laa representación en la poética del género, con particular énfasis en la homosexualidad o el erotismo heterosexual. En otro sentido, a partir de artículos o reflexiones en tanto que problemática sociocultural el género, que en todas sus dimensiones me interpela. Me interesa, para este casao en particular, el modo según el cual el paradigma hegemónico en lo relativo a la identidad de género procede por exclusión con el sujeto homosexual (tanto femenino como masculino). La heteronormatividad dicta una ley social, la cual debe ser acatada de modo oligatorio. Si un sujeto no se ajusta a esta norma, ante todo atravesará una vida en la cual protagonizará el sufrimiento destructivo, la persecución y la violencia de género. Porque a la heteronormatividad si no se la obedece se produce o bien la exclusión o bien la sanción o bien la soledad o bien la ofensa y la discriminación peyorativa (en general). Por supuesto que también el tema mujer, en su dimensión de violencia tanto simbólica como física me ha ocupado y me viene ocupando de modo prinicipal desde hace muchos años. Se trata de un tema que he trabajado con mayor intensidad que el de la homosexualidad y en ámbitos académicos de larga data, sobre el que he leído mucho y he leído a gran cantidad de autoras argentinas o del mundo. He escrito un libro de entrevistas a 30 autoras argentinas. Y participado de Congresos y Jornadas en la Univerisdad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de La Plata. Y, como para cerrar, diría que la lectoescritura desde una  perspectiva teórica, con particular énfasis en la creativa, es el otro gran foco sobre el que he centrado mi atención desde que comencé a escribir profesionalmente. De hecho tengo un libro terminado inédito: Escribir. Relato de una experiencia. La reflexión sobre la herramienta, los  recursos, las formas, los contextos, la génesis de escritura, el instrumento con el que trabajo, me resulta una operaicón de naturaleza espontánea además de apasionante. 

     Ahora bien: estos temas, como dije, no son del todo nuevos para mí. Sí han alcanzado un momento de mayor manifestación o virulencia que los vuelve o más atractivos o más irritativos, por lo tanto, en el seno de mi proyecto creador se tornan, según los casos, más o menos funcionales al sistema, más o menos atrapantes (para mí y para otros), son causantes de rechazo, recelo, sospecha, inquietudes, perturbación, “pone nerviosa a la gente”, como afirmaba Susan Sontag del verdadero arte. Es capaz hasta de provocar repudio o hostilidad entre algunos de mis lectores o bien una total adhesión. Incluso pueden verse reducidos notablemente en su cantidad (pero no en su calidad de los que sí siguen mis trabajos). Tal circunstancia no me extraña. Hay temas que tranquilizan así como hay otros que nos colocan frente a experiencias que o nos provocan miedo irracional, superstición, rechazo virulento, emociones seductoras o bien placenteras, según los casos.

     En mi caso particular, dado que vengo estudiando o leyendo sobre todos estos temas desde hace mucho tiempo y con mucha intensidad (y más recientemente con mayor intensidad aún escribiendo), el trabajo no cesa sino que se  profundiza. Pero sobre todo vengo produciendo sobre ellos una cantidad frondosa de textos (por lo general artículos, pero también cuentos). Tal circunstancia me resulta feliz. Porque con cuanta más experiencia lectora o de investigación contemos así como de producción creativa o intelectual, mejores serán los resultados en su nievel de la excelencia. Con cuanta más experiencia de escritura el trabajo sea realizado, el resultado a mis ojos será mucho más satisfactorio. Uno trabaja con más precisión, de modo más certero, con más velocidad. Ya conoce cuáles son los  focos centrales en los cuales debe concentrarse. Motivo por el cual debe actuar de manera responsable. Por otra parte, también sumo a este más acotado conjunto de temas que otros que entran en diálogo directo con ellos. De modo que en torno de estos contenidos o producciones estoy en condiciones de introducir variantes o variaciones, experimentar, investigar, jugar en el sentido de experimentar una mayor libertad en el plano de la libertad de los formatos de escritura. También, naturalmente, como escribo cuentos, poemas, artículos, ensayos y realizo entrevistas y reseñas bibliográficas de libros o films latinoamericanos, mi labor como estudioso también permite esta otra suerte de variación, en torno de formas de abordaje de los mismos que no son los mismos. Por citar un caso: investigo sobre literatura infantil, pero también escribo cuentos infantiles. Escribo teóricamente sobre poesía pero también escribo poesía. Escribo sobre violencia de género hacia la mujer teóricamente desde artículos o ensayos pero también puedo escribo un cuento sobre ese tema . O escribo artículos sobre la homosexualidad pero también he escrito cuentos sobre vínculos homosexuales femenina o masculina. Nada resulta absoluto en mi caso y tomo a la escritura como un campo de experimentación creativa que de modo incesante procura renovarse, autosuperarse de modo constante, indagando en formas expresivas, estilísticas, trazando giros o transgresiones a los convencionales géneros literarios o formas para que no se repitan o si lo hacen ello ocurra con variaciones que día a dia me ofrezcan desafíos.

Fuente: Grupo tierra trivium.

     En lo relativo a las poéticas a las que he consagrado mis energías críticas con mayor énfasis, han sido Angelica Gorodischer y Tununa  Mercado, tema de mi tesis doctoral y Gorodischer de la de Licenciatura en Letras. Y también he investigado en grado superlativo las poéticas de autoras argentinas contemporáneas, algunas lamentablemente ya fallecidas que no alcanzaron a ver el libro que realicé de entrevistas que les realizara y que antes había sido publicadas en revistas académicas de EE.UU. He trabajado mucho la poética de Liliana Bodoc. Mi crítica no responde a un patrón unívoco. He trabajado sobre autores o autoras por lo general argentinos del siglo XX o XXI. Pero también varios del siglo XIX. Muchos argentinos también varones, de ambas identidades de género, homosexuales o heterosexuales, no siempre con abordajes relativos al género. No doy dogmático. Me interesa tener sentido de apertura.

     Estoy sumamente interesado en indagar en otras artes artes. La pintra, la fotografía, la escultura, la fotografía artística o paisajística, el cine (sobre el que tengo un libro de filmografía argentina contemporáneas escrito), el teatro (escribí dos obras). Y sí, me he interesado siempre, sin buscarlo de modoi deliberado, la investigación en torno de autores y autoras relegadas por la academia argentina (en el extranjero las cosas son muy otras). Eso  tal vez tenga que ver con que los encuentro de una notable excelencia pero sin embargo no se corresponde taol condición con la valoración merecida ni el justo lugar que deberían ocupar o estar ocupando en lo relativo a reconocimiento académico. Son como pequeños actos de justicia que mi escritura busca, mediante la crítica, reparar. Ajusto cuentas con las poéticas argentinas, con los críticos argentinos. Y me gusta escribir sobre un manojo de autores y autores extranjeros a los que regreso, sin fundamentalismos  sino como leitmotivs, lo que me permite profundizar en ellos cada vez más. No veo necesario extenderme en este punto.

     También me gustaría aclarar que el  origen de esta agenda o bien formas expresivas en torno del arte no tienen el mismo origen. La dimensión de mi poética (cuentos, poesía, ensayos), es de larga data. Se podría fechar con claridad en el año 1989. Ese fue el año en que comencé a escribir sistemáticamente literatura: poesía, micorrelato, cuentos. Evidentemente se ha tratado de un largo aprendizaje que ha tenido que ver con iniciativas personales, una progresión impetuosa que me ha hecho revisar premisas estético/ideológicas, mi poética se ha ido desenvolviendo según una diacronía, lo que supone revision, autocrítica, ir tras la autosuperación. Sumo a ello que este punto ha tenido que ver  a través de diálogos con maestros de escritura. En mi caso han sido seis: cuatro de la ciudad de La Plata (Argentina), ciudad donde resido, y dos de Buenos Aires. Me refiero a Martha Berutti, los fallecidos Leopoldo Brizuela y Gabriel Báñez, Graciela Falbo (ellos cuatro de La Plata) y María Negroni y Susana Szwarc de Buenos Aires. Con todos aprendí lecciones superlativas, si bien con algunos de ellos seguí cursos más extensos que con otros, según los casos. Sus lecciones fueron primordiales y alumbraron zonas de la creación literaria que en lo personal no hubiera alcanzado sin esa suprvisión o el detalle a fondo con el cuidado que pusieron en cada producción escrita que realizaba. Por otra parte, los aprendizajes se aceleran cuando uno trabaja con maestros de escritura. Aprende nuevos modos de corrección. Aparta de su vida lo superfluo. Conoce autores o autoras nuevos. Con algunos con énfasis en la poesía, con otros en la narrativa, soy partidario de los talleres de escritura creativa. Han sido inobjetables en cada caso. Una labor en todos los casos de excelencia. En mi caso actuaron también como estímulo. Me obligaban de la producción de textos literarios de modo permanente. No había pausas.

     Soy Profesor, Licnciado (con tesis) y tengo un doctorado por la Uninversidad Nacional de La Plata, dos de las mejores de mi país. Tal circunstancia también ha puesto en coloquio mi escritura o mis emprendimientos tanto teóricos como artísticos con saberes académicos. Yo mismo me desempeñé en la carrera académica durante diez años en dos Facultades de mi Universidad. De modo que hay una formación de base que no puedo negar me ha servido sobremanera para la investigación  (también la creativa), al mismo tiempo que para ejercer el pensamiento teórico, el crítico, la capacdad interpretativa y desarrollar el pnesamiento abstracto en torno de la escritura creativa o los textos literarios sobre los que investigaba para escribir o bien para simplemente leer. También sobre la literatura, a través de la teoría literaria. He escrito mucha crítica literaria en torno de poéticas argentinas para adultos y niños. Al estar familiarizado con la escritura de ponencias para Congresos o Jornadas o participar de Proyectos de investigación de mi Universidad, los saberes comienzan a interactuar con la práctica social de la lectoescritura creativa que no es lo mismo que ser un autodidacta o provenir exclusivamente de otra carrera de una disciplina distinta o de talleres de escritura creativa exclusivamente. Uno ha reflexionado, gracias a toda una serie de docentes y trayectos formativos, en torno de qué es la poética, la crítica, la teoría literaria, ha cursado materias sobre teoría de la crítica, sobre cómo ejercerlas. El trabajo de la investigación literaria lo pone a uno en situación de articular toda una serie de conocimientos, modularmente, hasta que adquieren una forma definitiva en un texto que será o un artículo, o una reseña o una entrevista pero que evidentemente requerirá de una singular competencia, por un lado. Por el otro, de una documentación. No alcanza ni lo uno  ni lo otro. Ni el mero oficio ni la lectura o el estudio.

     También resulta fundamental a adecuación comunicativa. Trabajé en una de las Facultades en las que dicté clases durante diez años en una materia de de Taller de Comprensión y Producción de extos II. Este punto me sirvió mucho para pensar la escritura desde la perspectiva de su génesis, de su producción, por un lado. Por el otro, de su recepción, de sus repercusiones, finalmente, de qué manera impartir esos contenidos en un ambiente académico a un alumnado. De modo que desarrollé una didáctica de la escritura creativa, lo que fue un punto que a mí me resultó de una enorme colaboración para enseñar y luego escribir porque debía llegar a otros con lo que escribía. Y ser docente en una Facultad de Periodismo y Comunicación Social contribuye quiérarse o no a pensar la escritura en términos de un circuito comunicativo. De diálogo con el lector desde la perspectiva de la emisión, el servirme un cierto código hasta alcanzar la recepción.

     De modo que los temas que mencioné al  comienzo de este artículo: literatura infantil, teoría de género con énfasis en estudios sobre la mujer  y homosexualidad (masculina y femenina), trabajos interdisciplinarios (no en este punto), salud mental (no este caso), o bien la lectoescritura creativa, sí venían siendo incubados reflexivamente en ese espacio. Adquiriendo saberes en tanto que recursos para luego, sí, mediante un abordaje más sostenido de ellos, profundizar y ponerlos también en interacción. A lo largo de la vida en función de que nuestra biografía sufre accidentes también comenzamos a sentirnos interpelados por otros temas. Nos ponemos a investigacr sobre ellos. Ellos empiezan a importarnos.

    Otra vertiente que cultivo desde 1995, en otro sentido, es la del periodismo cultural. Comencé en el diario más importante de mi ciudad, el de mayor circulación. Luego proseguí en el resto de la Provincia de Buenos Aires, otras zonas de Argentina hasta llegar a Buenos Aires o bien el extranjero. De modo que esta es otra clase de abordaje del fenómeno cultural, de la crítica o la poética. Los públicos son distintos. Los lectorados son distintos de los del libro (en general). Hay o no mayor cantidad de expertos en las grandes ciudades. Hay mayor inquietud y avidez por ciertos temas que por otros según la toponimia.  Surge mayor interés por la actualidad que en la academia, en la cual suelen investigarse trabajos, poe ejemplo, de archivo.

      En lo referido a periodismo cutlural, La Plata me resultó siempre una encerrona: no manifestaba demasiada inquietud por ciertas propuestas que para mí resultaban primordiales en torno de las poéticas argentinas. Había poco interés por la literatura o la filosofía o la crítica. Tampoco contaba con los formatos necesarios como para publicar el tipo de trabajos cuyas propuestas yo suelo tener en mente. Ya en el el extranjero, artículos, trabajos interdisciplinarios, investigacines creativas y publicaciones en torno de la salud mental fueron posibles y hasta circularon ampliamente. Ya no estamos hablando de contextos académicos sino mediáticos. En particular se ha intensificado en mi caso el trabajo en contextos mediácos tanto nacionales como internacionales a partir de 2018 hasta la actualidad si bien, como dije, comenzó mucho antes y jamás se interrumpió, tanto en diarios como en Revistas. La Universidad concentró mucho mi tiempo en torno de la investgiación en literatura argentina, latinoamericana y teoría de género. El trabajo con el periodismo cultural quedó relegado a un segundo plano. Pero no me arrepiento porque en la Universidad fue tal la  preparación y la formación que adquirí que fur formidable habar pasado de modo ten responsable por sus aulas, aún en disidencia con su pedagogía o sus corpus para la crítica literaria. 

     Finalmente, está el camino del libro, que es uno que he seguido y sigo desde bastante joven en antologías de poesía y cuento por concurso o bien por convocatoria. En otros casos por producción de mis propios libros, desde 2000 en adelante, de cuentos, poesía, investigación, entrevistas o bien como compilador de una antología de textos narrativos, no solo cuentos o relatos. No he pagado jamás por publicar mis libros, salvo tres cuentos en 198 en Buenos Aires en una editorial importante y porque resultó ser una propuessta atractiva.

Fuente: The Coversation

     Y un campo que me ha comenzado a resultar apasionante es el de la relación entre poética y música. He cubierto, salvo con el cine y probablemente el teatro, buena parte del diálogo semiótico intertedisciplinario entre las distintas artes. Aún así he escrito crónicas teatrales sui generis.

     Esto no pretende ser un catálogo de mis antecedentes sino más bien una recapitulación de dónde proviene cada núcleo, cuáles son, de dónde vienen o sospecho vienen y  a partir de dónde han nacido o hecho un estallido estos nuevos temas que en lo personal encuentro, en algunos casos, gratificantes y deja serena a la gente. En otros, son irritantes o provocan desde temores, pánico, pavor, hasta repudio. Como podrá imaginarse el lector, me tiene muy sin cuidado el juicio de todos mis lectores sino de los  que responden a sistema de abiertos de ideas, aquellos desprejuiciados. Y me interesa la opinión de un grupo de personas con las que mantengo un diálogo prácticamente cotidiano de intercambios respecto de lo que estamos haciendo ¿Qué puede esperarse de una persona que sea prejuiciosa o que le huya a la realidad empírica, comprobable, estudiada por expertos o por mí desde una perspectiva fundamentada? Por supuesto que no dejaré de escribir con motivo de la mirada de mis semejantes respecto de mis trabajos. Serán más bienvenidos aquellos que se manejan con principios acordes a la equidad, la justicia, igualidad, un modelo de ética privada y publica, los DDHH. Y si alguno de mis otros escritos resulta perturbador, lo sentiré mucho pero considero que un artista o intelectual no está llamado a halagar o endulzar los oídos de sus lectores, sino a ser desafiante con el pensamiento estereotipado, a asombrar con nuevos puntos de vista, a mostrar artículos en los que ejerza el pensamiento crítico, en los que  ha investigado o interpretado acerca de un una poética en profundad. Alguien que está llamado a ser fiel a sí mismo, a ser honesto, a ser íntegro, a tener principios, a ser él mismo en definitiva en cada producción que realiza y difunde. Y a hacerlo con valentía, a ser  veraz. No se puede hacerle el juego a la autocensura. Estos son mis vectores, los núcleos a partir de los cuales mi producción tiene lugar, así como lo son otras o lo han sido todo a lo largo de mi vida.

     El trabajo con la literatura infantil argentina comenzó en el seno de un marco académico en 2010 para más tarde, hace cinco años, desplazarse hacia mi labor como estudioso independiente pero dando a conocer mis producciones también a nivel internacional (en EE.UU., Venezuela y en diarios,  revistas y blogs de Argentina). Estuve y estoy (como podrá apreciarse) interesado en temas de investigación que sacudan a la sociedad desde la perspectiva de las certidumbres, de las certezas tranquilizadoras, tras la innovación o la crítica a una cierta perspectiva sociocultural que busca su parálisis ideológica. Ello nos hace de inmediato ganarnos amigos, enemigos, simpatías, repudios, indiferencia, descalificaciones y un largo etcétera al que poca atención le he prestado (y cada vez meons en la medida en que ha avanzado mi  escritura) porque entiendo que más tiene que ver con los fantasmas de cada persona y de la sociedad en general que con una producción creativa o intelectual ligada al conocimiento propiamente dicho, seriamente realizada. No creo que este sea un punto discutible. O se está interesado en producir artísticamente en torno de ciertos núcleos o vectores o no se lo está. Pero estarlo para jugar y hacerlo de un modo superficial, de un modo atomizado, descomprometido, sin preparación, sin tomar en serio lo que se presenta como una resistencia social no tendría sentido alguno. Me interesa el escritor como cuestionador del orden social en lo relativo a lo que considero está fuera de lugar o afecta negativamente a las poblaciones, a la condición humana, de un estado de cosas estabilizado, fijo, estereotipado, que, sin movimientos  o desplazamientos, no progrese para el progreso ideológico y las prácticas sociales de los ciudadanos de esa sociocultura. Ser maginado o poco leído (que no es mi caso afortunadamente), me parece que es el costo que paga un artista e intelectual por decir a la sociedad o darle a leer aquello que la incomoda, le resulta perturbador. Mi punto de vista es que un escritor si lo es de veras debe ser crítico de las costumbres, del sentido común,  de los puntos de vista que atenta contra o los avances del pensamiento o el orden de lo material. Pero vuelvo al punto: se trata de ser quien uno es auténticamente.  Yo al menos no he dejado que funcionara de ese modo la opinión de los demás en torno de mis producciones. Algunas son de un voltaje electrizante en lo relativo a lo considerado tabú tanto en lo creativo como en lo ensayísto o en ciertos artículos. Y otros no. Y sí percibo que hay personas comprometidas con lo que yo llamaría el conflicto social que otra concentrada en sus exitosas carreras o que pretenden lo sean. Esa desprensión hacia el destino del semejante me resulta atroz. Sus carreras se parecen más a campañas publicictarias que a una preocupación por el bienestar de la comunidad. Pienso que en el medio la vida, que es corta, nos sitúa frente a dilemas que son muy claros: ¿aspiramos a ser aceptados por nuestros lectores por el mero afán de éxito sin ser nosotros mismos o estamos dispuestos a ser desafiantes respecto de una mirada conformista en directa relación con la realidad social que le haga el juego al poder? ¿pretendemos plegarnos a la sentido común imperante o ponerlo en cuestión? ¿estamos dispuestos a tolerar toda clase de injusticia o bien a intervenir en la esfera pública tomando partido para preservaar la dignidad del semejante? Precisamente este es el punto. Las palabras “dignidad” puesta en diálog con “semejante” que viene a cuento de ir tras una sociedad más equitativa y más desprejuiciada. De menos marginación y mayor integración.

Por supuesto que yo veo y he visto siempre carreras más exitosas que la mía. Pero también las he visto cómo llegan a esos espacios. El modo en que lo hacen (en general) es mediante un individualismo que a mí me resulta atroz. Me resulta egoísta. Me resulta tacaño.

    La respueta subyace a la integridad ética y estética de cada uno. Yo no hago pedagogía en mis producciones creativas. Pero mi ideología y mis puntos de vistas se cuelan, me guste o no, por entre cada pliegue o grieta de una producción de mi autoría. Se trata de un hacer que responde a factores conscientes o inconscientes pero a cuya demanda también podemos responder o bien eludir de modo que o bien de  modo cobarde confinamos en un trabajo escapista o bien afrontamos  con otra clase de trabajo: uno inconformista, contestatario, para esa sociedad que aspira de nosotros a que hablemos todo el tiempo de cosas bellas, de los demás, de no adoptar nuestro rol como agentes de cambio en su seno, según un modelo heternormativo, de un modo que no haga revisar ninguna clase de punto de vista disidente al sistema de sexo/género, entre otros muchos otros paradigmas que largo sería enumerar  aquí.

     Desde mi  perspectiva resulta tan ridículo ser un provocador, ir tras el escándolo como hacer pedagogía, propaganda, instalar una poética con propuestas didáctico/moralizantes (como en buena parte de la literatura infantil, para traer a cuento uno de mis temas de estudio). En mi caso trabajo. Y trabajo duro. No voy tras la aprobación o  el repudio de nadie. Tan solo voy tras provocar una cierta inquietud que movilice la subjetividad, el cuerpo, las sensaciones y percepciones desde múltiples estímulos y aristas con el objeto de que la vida de una persona tenga mayor riqueza y sea menos conformista. Condene a la infamia y a la hipocresía. Al disimulo y el fingimiento. Para que, desde la esfera del arte, tal como mis maestros me lo han impartido, el lenguaje cambie puntos de vista, introduzca ideologías que neutralicen a las retrógradas y preocupantes respecto de una sociedad que debería estar a la avanzada en lugar de estar a la retaguardia de todo aquello que puede pensar, reflexionar o hacer en los hechos. En este momento. En este tiempo histórico.

     Ahora bien: ¿qué espero para mí mismo? En primer lugar ser coherente. No publicar un artículo y al día siguiente desmentirme con otro que, no digamos lo niegue en sus premisas y argumentos o lo desplace pero sea contradictorio. Sino más bien aspiro a que exista entre mi obra pasada académica, la presente de periodismo cultural y la de mis libros o antologías y en mis trabajos de mayor actualidad en torno de una mirada sobre la sociedad sin paternalismos ni sentido de soberbia ni de superioridad ni actitudes peyorativas, una mirada que contemple integralmente a las personas para que vivan del modo más completo, más íntegro, más armónico y con la mayor posibilidad de realización posible, pero sin mentir ni mentirse. Tal cosa no lo logra un solo escritor o crítico o teórico de la literatura. Lo logra el cambio social. Pero para que dicho cambio social tenga lugar hace falta empezar o proseguir líneas de trabajo previamente emprendidas por otros artistas o pensadores cuyas líneas de investigación o creación retomamos. Nos inscribimos en una determinada tradición de la cual comenzamos a formar parte. Y, en el mejor de los casos de los casos, si existen creadores o creadoras excepcionales, se produce la invención de una tradición traducida en la poética de un autor, en términos de crítico cultural Raymond Williams.  

     El arte, el pensamiento, el periodismo, la vida académica, no son sino antorchas que ciertos productores culturales (los más progresistas, los más a la vanguardia) dejan a la mano para proseguirlas, para alumbrar el camino a las nuevas generaciones (inclusos en el seno de otras disciplinas) o bien para hacerse a un lado de ellas. ¿Qué haremos? Diré qué haré yo o qué hago yo, que es lo que me compete y de lo que me hago responsable. Elijo formarme con los mejores maestros o instituciones, o bien con una disciplina que me impongo que resulta naturalmente exigente y rigurosa porque la he aprendido de ellos. Estudio y leo mucho.  Me alimento de material actualizado. También aspiro a producir sostenidamente y del modo más renovador u original del que sea capaz (lo que resulta día a día más difícil). Y me propongo, sobre todo, ser un humanista. Lo que  vale por decir que aspiro a ejercer con sentido de excelencia mis áreas de competencia (las humanidades, las ciencias sociales, las cienciaas de la comunicación) desde la ética. Y, por otro lado, de establecer una relación con el semejante de equidad y de igualdad, respetando las distintas manifestaciones de la diversidad, las distintas manifestaciones de la vida, las dimensiones en que no seamos idénticos. Ello supone un trabajo. En este sentido me interesa volcar ese trabajo para el bien de la comunidad con el objeto de beneficiarla. Para ello hay y habrá que rendir varias batallas (muchas de las cuales ya han sido dadas en la medida en lo que atañe a mis posibilidades y limitaciones, pero también a una trayectoria que comenzó en 1989), por lo general desde la escritura, no desde la militancia, si bien convengamos que escribir en un sentido amplio puede perfectamente ser conceibo como una forma de militar. Comprender desde la  perspectiva de una interpretación amplia a la escritura como una forma de la militancia.

     Siempre me ha sido impartido, desde una cultura familiar precisamente esta atención al semejante, una preocupación por los más vulnerables, por los más castigos, por las personas más frágiles, por preservar la dignidad, por el sostener el sentido de la ética. Resulta natural y hasta espontáneo que mi propia vida, mi propia escritura empapada de estos temas relativos a los grupos de mayor vulnerabilidad social como los niños o su literatua (por dentro de cuyo eje a su vez me inclinaré por cierta literatura infantil y su crítica, no por cualquiera azarosamente), sean los  privilegiados. Me han interesado las poéticas críticas y las marginales, por dentro delo corpus argentino, o bien las más olvidadas, como la infantil porque siempre se promueve desde la academia el estudio de las poéticas para adultos. Pues en mi  caso yo me planto frente a ese mandato y no lo obedezco. El universo de los textos asiste en el seno de la literatura (por más que hay un boom así como hay un boom o lo hubo desde hace unos años de la literatura escrita por mujeres) que asistía a la literatura infantil como un corpus siempre menor, como paraliteratura, sobre el que las personas permanecían desinteresadas de él, incluso los estudiosos en Letras, consideraban que la literatura infantil no valía sobre ella ni teorizar ni reflexionar ni producir obras literarias más que en el seno de un ghetto. Las mujeres y las minorías sexuales son grupos sobre los cuales la violencia física y simbólica se ha ejercido históricamente de modo elocuente e inclemente. Sumo en el caso de las minorías su estigmatización y persecución aberrantes de la que siguen siendo objeto. La relación entre texto literario, género y sociedad a mí me interpela particularmente  en  tanto que sujeto productor de textos, de discursos sociales que a su vez son leídos por personas que cambiarán o no sus puntos de vista, leerán o no mis artículos o cuentos. Pero siempre está la puerta abierta para una apertura insospechada. Precisamente por esta condición de víctimas y persecuciones, de atropellos y acoso, de sanción y exclusión, de escarnio o bien de degradación, de afán peyorativo o despectivo, poéticas como las de Manuel Puig, Copi, Néstor Perlongher, Blas Matamoro, Leopoldo Brizuela, Oscar Hermes Villordo, entre otros argentinos, que parecieran ser manifiestamente estigmatizadas e invisibles en algunos de su scasos siento que me incumben desde mi perspectiva de sujeto íntegro. Sencillamento porque me intersa la dignidad y mi campo de trabajo es la escritura y la poética. Tanto en el caso de las mujeres como en el de las minorías, si bien de distinto modo y según naturalmente objetos de esutdio diferentes, mi trabajo estará orientado en esa misma dirección. No capitulo con el sentido o los ocultamientos que cierta crítica le hace el juego al poder soterrando su alta perfección estética pero sin embargo su subversión en tanto trabajo con la representación del deseo homosexual. El silencio o el silenciamiento de tanto de minorías sexuales como de mujeres sin embargo es un punto que se ha buscado así como su borramiento de la esfera pública en ambos casos. Se ha sistemáticamente acallar sus voces porque eran incómodas, cada uno de ambas en su singunaridad. De todas formas no dejan de ser grupos en estado de peligro. Están todo el tiempo acechados por ser considerados la alteridad vacía de significados sociales, portadoras de un vacío de contenidos (en apariencia) cuando en verdad sabemos que están colmados por todas partes de ellos. Resulta primordial desde la producción de conocimientos, desde la denuncia argumentada y fundamentada, desde el orden de la ley instrumentar vías que faciliten su protección, amparo o sanción en caso de que la citada los haga objeto de violencia. La denuncia desde todos los campos del conocimiento y los estudios resulta capital. Tampoco me propongo aquí una arenga ni una pedagogía acerca de la pertinencia acerca de abordar las representacions literarias de dichos grupos. Esto no es una apología. Es el señalamiento de una omisión. Pero sí aspiro a realizar un potente señalamiento  ético y social respecto de que la vida de estos grupos ha resultado compleja, dolorosa, llena de sufrimiento destructivo y aun lo sigue siendo por parte de la persecución machista, detentadora de una dominación masculina que se erige en portadora de un poder verticalista que desde la exclusión y la marginación condena, por un lado, o considera inadmisible el deseo homosexual. Por otra parte, en el caso de las mujeres, se ejercen sobre ellas prácticas sociales que involucran tanto lo simbólico como lo  físico que las pone en situación de vulnerabilidad, fragilidad y debilidad. La mujer es objeto de deseo al tiempo qu es objeto de maltrato o destrato. Puede incluso llegar a ser un objeto de mercancía, lo que me resulta aberrante.

     La salud mental es un tema que me incumbe. Sobre él he escrito unos cuantos artículos desde una perspectiva que no es naturalmente la de la clínica pero que sí la aborda como discurso y práctica social disfuncional al sistema desde artículos hasta formas más novedosas para dar cuenta de ella, así como a las que la rodean desde las prácticas sociales que se ocupan de la cura o bien el trabajo de los profesionales que la tiene a su cargo con mayor o menor competencia. Con uno de de  mis artículos desde la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata, en una materia optativa realizaron un Trabajo Final Integrador. Discurso mediático y prácticas pedagógicas académicas entraban en un coloquio fecundo en tal episodio de mi vida. Las personas que se ocupan desde cargos de gestión de organizar los tratamientos de estas personas o bien de implementar políticas de salud mental tienen una responsabilidad ética manifiesta para dar respuestas desde el Estado a los grupos en estado de mayor vulnerabilidad y desprotección. También me resulta interesante, por sus vacíos en las pantallas o en los medios general, la relación entre discurso mediático y salud mental. Este es un tema que ya he abordado en un artículo, pero me parece principal que desde la esfera pública se visibilice y se intervenga desde el orden de lo mediático para revisar puntos de vista, conocer la realidad de la enfermedad mental, así como expulsar a los prejuiciosos fantasmas que sobre ella pesan y no hacen sino ser pura hipocresía en personas que, instruidas, deberían mostrarse a la altura de las circunstancias y fomentar abordajes de la enfermedad que trabaje desde (nuevamente) la ética, la diginidad y la nobleza (si es que eso dicen ser, hacer, esto es: que lo que prediquen sea congruente con lo que hagan). La lectura de algunos libros además del diálogo con  profesionales de la salud ha sido particularmente iluminador para abordar una temática que suele producir pavor y las personas se escabullen de ella como si se se tratara de exponerse a enfermedades contagiosas como la lepra al leer trabajos en los cuales se los invita con hipótesis de trabajo sólidas, serias, contundentes, a reflexionar y revisar estereotipos así como espacios de indiferencia de la  sociedad. También a una descripción de estas patologías desde zonas no específicas pero sí globales como para hacerse una idea de qué se trata la enfermedad mental como tal. Si todos los casos son idénticos. Si habilita o inhabilita para las distintas prácticas laborales o  intelectuales.

     Si tuviera que ser descarnadamente honesto, diría que en virtud de cómo hemos sido criados mi hermano y yo la evolución que nuestro crecimiento ha tenido, de los accidentes por los que nuestra vida ha tenido, las personas con las que nos hemos cruzado, habrá ciertos temas sobre los que nos focalizaremos simplemente porque “están” en nosotros, los alojamos en nuestra memoria o bien en nuestra subjetividad como personas que encuentran en ellos un núcleo capaz de producir materia cognoscitiva poderosa. Son temas que nos han desvelado o nos desvelan. Luego está todo ese abanico, el conjunto de núcleos de los que uno se apropia en la medida en que transita por ciertos espacios y trayectos formativos que lo hacen alumbrar y vislumbrar contenidos atractivos, atrapantes también según docentes o coordinadores de talleres con quienes se haya formado, interlocutores que orientarán nuestras  prácticas profesionales o de estudios. En otros casos, se trata de problemáticas que consideramos preocupantes, en torno de las cuales corresponde cavilar y escribir para intervenir en el orden de lo real, modificar los espacios por los que circulamos y también acrecentar el conocimiento sobre ellos. Y, como para cerrar, diría que luego está este otro conjunto de asuntos que se presenta en la vida de modo completamente casual. Por el encuentro con una persona o un grupo de personas ligadas también a lo afectivo: una pareja, una amigo, un colega… Alguien que nos llama la atención acerca de una dimensión de la realidad que nos pasaba desapercibida, nos abre una puerta,  y sobre la que, lo vemos ahora, resulta ser tan importante que nuestra escritura comienza a hacerse cargo de ella. Aunque sea dolorosa de afrontar pero que, aun poniéndonos en diálogo con el sufrimiento, también tal circunstancia le da sentido a nuestro trabajo, a nuestra creación poética e intelectual desde la ética.

     La lectoescritura y, en particular, la lectoescritura creativa, no consiste más que en una reflexión en profundidad acerca de mis propios recursos de trabajo. Una labor a fondo sobre qué escribir, cómo, de qué manera lo hago, de qué estímulos parto, cuáles son sus procesos, de qué manera podría hacerlo y cómo no hacerlo jamás. Pone en evidencia qué estrategias se ponen en juego, la relación entre escritura, lectura y sociedad, la meditación en torno de ética y escritura y naturalmente hacer foco en la sociedad de nuestra tiempo histórico o bien el de otros (hay una Historia de la  escritura así como de la lectura)  Es una forma de pensar nuestra práctica social, la ejercida con honestidad, como escritores desde la dimensión de la creación, de la producción, de lo simbólico, de lo material y la recepción de textos literarios (o no).

     En lo relativo a la creación, mis trabajos interdisciplinarios nacieron por propia inciativa, ligados al encuentro con los artistas estuvo completamente asociado a la amistad o encuentros al azar. O de unos que me fueron derivando hacia otros, con los que se estableció sintonía. Pero siempre hubo respeto recíproco así como admiración de mi parte hacia su estética. Se trata de una parte de mi producción creativa a la que le presto una especial atención porque como escritor por dentro de mis corpus la considero innovadora, aunque otros la hayan realizado previamente. Pero no la considero urgente. Debe ser placentera y ser realizada con tiempo, respetando una cierta serenidad, morosidad en su concepción, preparación, escritura y terminación de común acuerdo con la otra persona. Contemplación de las obras visuales en detalle y atención. Me expreso a través de ella cuando los estímulos surgen, las propuestas nacen de un lado o del otro, presentan, existe conexión con sus creadores o creadoras. Debo sentirme cómodo con ellos en el trabajo. Debe gustarme su trabajo para sentir su estética como un estímulo que me resulte inspirador, como disparador para la escritura. Y también sentirme respetado por ellos.

     Con los medios para los que trabajo me sucede exactamente lo mismo. Si no  me siento respetado, si me siento desautorizado, si se desconfía de mí, si se  pretende que escriba de tal o cual manera en lugar de otra, si no se me trata bien, si se ejerce sobre mí alguna clase de presión, si se ejerce alguna clase de control sobre lo que hago o escribo en otros medios, así las cosas no marchan sencillamente porque no me parece ser respetuoso ni de la libertad ni de confianza que un medio corresponde tenga para con un colaborador responsable. El trabajo debe ser tan respetuoso como responsable con el medio en cuesitón, así como  puede parecerme o no pertinente lo que publican o cómo lo hacen (lo que yo no juzgo), porque les entrego lo mejor que tengo bajo las condiciones de mayor preparación, investigación, estudio, corrección y revisión. En otro sentido, si algún aspecto de mi personalidad o de mi persona no es de su agrado y lo percibo la relación de inmediato caduca porque se enturbia, deja de haber  reciprocidad donde un vínculo profesional pierde todo sentido o cominenza a enrarecerse. Soy honesto con los medios con los que trabajo y no  miento. Más bien manifiesto mi transparencia. Me interesa trabajar en equipo y mantenerme en diálogo con mis editores. No me parece positivo el descompromiso o la falta de comunicación. Pienso que es bueno el diálogo entre un medio y sus colaboradores.   

     Si se me preguntara hondamente, profundamente, a qué aspiro con mi trabajo (y con mi vida) diría que quiero ser yo mismo. Esta es la premisa que me propongo y me he propuesto. Al  menos hasta donde he descubierto ser quien soy y cómo soy. Siempre la vida nos muestra alguna dimensión de nuestra existencia que desconocíamos o nos dispensa un aspecto identitario que no habíamos percibido o, por qué no, aún autoconstruido. Solo  se trata de ir tras las personas adecuadas en las que uno perciba la misma o parecida educación. Si es posible, también los intereses. Pero pueden ser también otros. Aspiro a que mi identidad se despliegue en todas sus facetas y posibilidades de realización también siendo alguien atento a mis semejantes, no según la tacañería de pensaar que mi producción consiste en un camino hacia un camino que busca el éxito o que anda únicamente tras una fama y una celebridad tan intrascedente como ilusorias. Diera la impresión más la de una feria que la calidad estética genuida. Si el éxito llega, llegará espontáneamente y producto del trabajo persistente, seramente realizado y perfeccionista. Y, sobre todo, en lo que a mí respecta, honestamente realizado. Del ejercicio sostenido de mi producción creativa e intelectual. Ello supone escribir sin censuras acerca de quién soy, qué imagino, qué me preocupa o desvela, qué me interesa o contra qué principios o ideologías establezco una abierta disidencia o un disenso porque considero que producen un retroceso, una represión, no ya únicamente artísticos, sino también sociculturales en mi país y en la civilización.  

     En ocasiones ese disenso se da implícitamente. En otras de modo abierto, escribiendo un artículo o un ensayo o un cuento o  poemas. Lo cierto es que lo que sí me propongo es la realización de las personas, el  placer sensible, la libertad de ser y crecer, el ejercicio de la honestidad, de la sinceridad, de la franqueza. El disfrute más pleno del amor en la medida en que el arte pueda promoverl o, en todo caso, despertar en mí y en mis semejantes para su completitud. Porque el arte también sirve para despertar. Para desperezarnos a zonas de experiencia que antes permanecían adormecidas o, acaso, simplemente desconocidas.

     Por lo que puedo apreciar en términos en generales, en lo relativo a los autores y autoras que leo. En lo relativo a los temas que me toman por asalto para ser trabajados pero también para ser puestos en cuestión en lo relativo a paradigmas hegemónicos. En lo relativo a temas o contenidos que mi ficción aborda, no soy yo quien va tras ellos, como procurando cazarlos, apoderarme de su capacidad de producción de significados y sentidos, sino que más bien vienen hacia mí, se apoderan de mí porque mis palabras riman con tales contenidos. Pongo entonces el acento en ellos, profundizo en ellos hasta sus últimas consecuencias. Y lo que sí podría decir es que escribir sistematicamente desde 1989 y leer sistemáticamente desde mucho antes nos vuelve lectores y escritores profesionales y cada vez más refinados. Ello, a lo largo de los años, nos permite componer un friso de lo más significativo de literatura universal. Y de la literatura argentina, que es a la que me dedico a estudiar en mayor medida. En virtud de que elegí la argentina, mis lecturas, en narrativa, poesía y dramaturgia sí han trazado una cartografía singular que parcialmente he compuesto yo con mi investigaciones. Otro tanto he leído o aprendido en bibliografía de la cual he aprendido lo que sé  y con el material con el que me documento. O lo he aprendido de Profesores secundarios o universitarios de grado y posgrado.

    Finalmente, cerraría diciendo que la doble perspectiva de productor de textos estudiosos y productor de textos literarios me dota de un punto de vista que considero privilegiado. Asisto al fenómeno creativo desde adentro y desde afuera. Como espectador que goza de potencial sensible. Pero que también ese caudal sensible es el que ilumina la llama de la creación con el objeto de alumbrar una poética singular. Desde la génesis a la interpretación una va al encuentro de la otra para lograr una poética compleja y completa.

      Como para cerrar, habrán nota mi recurrencia cuando me refiero a mis investigaciones o trabajos de estuio, ensayos, reflexiones e incluso creaciones a la palabra “ética”. En efecto. Es el eje universal para mí a partir del cualo defino bajo qué términos mi relación con el semejante. Finalmente, de qué modo ejerzo mi oficio. Y cuáles son los temas que privilegio porque me resultan más preocupantes o más alarmantes. El universo de los textos es muy amplio. Mi vida es corta y aspiro a vivirla según principios y valores, no según una cuenta voluminosa en un banco o siendo desaprensivo con mis semeantes. Desde muy pequeños mi a mis padres, ambos Profesores en Letras, docentes universitarios, estudiar y trabajar mucho. Brindar su tiempo y su trabajo a sus alumnos. Difundir y transmitir saberes. Yo no soy Profesores pero mi manera de ejercer lo que ellos nos enseñaron a mi hermano y a mí consiste en pensar en el bienestar de nuestros semejantes, en democratizar el saber, en pensar en un mundo en el que las palabras tuvieran contenido. Buscaran la justicia donde la la había. No transigir con la mentira ni con la hipocresía o la maldad. En lo personal agradezco día a día, cada vez más diría, ese legado. Procuro honrarlo. Y dejarle la misma herencia a mi hija. Espero que ella, alguna vez, sienta esta misma gratitud que yo siento hacia mis abuelos y mis padres.

Fuente: Ligthfield Studios
Artículo anteriorCharles Turner & Uptown Swing cerrará el ciclo de Jazz New York All Stars 2022
Artículo siguienteEntrevista a José Iñesta, director general de Pixelatl
Nació en La Plata, Argentina, en 1970. Es Dr. en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es escritor, crítico literario y ejerce el periodismo cultural. Publicó libros de narrativa breve, poesía, investigación, una compilación temática de narrativa y prosas argentinas contemporáneas en carácter de editor, Desplazamientos. Viajes, exilios y dictadura (2015). En 2017 se editó su libro Sigilosas. Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas, diálogos con 30 autoras que fue seleccionado por concurso por el Ministerio de Cultura de la Nación de Argentina para su publicación. De 2023 data su libro, Melancolía (2023), una nouvelle para adolescentes, publicada en Venezuela. Y de ese mismo año en México el libro de poesía Reloj de arena (variaciones sobre el silencio). Cuentos suyos aparecieron en revistas académicas de EE.UU., en revistas culturales y en libro en traducción al inglés en ese mismo país. En México se dieron a conocer cuentos, crónicas, series de poemas y artículos críticos o ensayos. Escribió reseñas de films latinoamericanos para revistas académicas o culturales de EE.UU. También en México y EE.UU. se dieron a conocer trabajos interdisciplinarios, con fotógrafos profesionales o bien artistas plásticos. Trabajos de investigación de su autoría se editaron en Universidades de México, Chile, Israel, España, Venezuela y Argentina. Escribe cuentos para niños. Obtuvo tres becas bianuales sucesivas de investigación de la UNLP y un Subsidio para Jóvenes Investigadores, también de la UNLP, todos ellos por concurso. Artículos académicos de su autoría fueron editados en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile en revistas especializadas. Se desempeñó como docente universitario en dos Facultades de la UNLP durante diez y tres años, respectivamente. Participó en carácter de expositor en numerosos congresos académicos en Argentina y Francia. Realizó cinco audiotextos y dos videos en colaboración. Integró dos colectivos de arte de su ciudad, Turkestán (poética y poesía) y Diagonautas donde se dieron a conocer autores de distintas partes de Argentina en formato digital. Realizó dos libros interdisciplinarios entre fotografía y textos con sendos fotógrafos profesionales, que permanecen inéditos. Obtuvo premios y distinciones internacionales y nacionales.