Noé Jitrik nació en el Sur de la provincia de La Pampa, en Rivera, Argentina, en 1928. Su familia se trasladaría, luego a Buenos Aires y recuerda no sin consternación esa llegada a la Capital Federal que le resulta, por un lado, fascinante. Pero, por el otro, quedó asociada a la pérdida temprana de su padre, lo que también es una pérdida de un lazo y de experiencias primordiales. Se inician entonces ciertos aprietos económicos y se impone la necesidad de salir a trabajar. En la actualidad se hallaba radicado en la ciudad de Buenos Aires. Y dos exilios producto de sendas dictaduras, el primero hacia mediados de los años ’60 y el otro producto de la última dictadura militar argentina de 1976/1983 hicieron  que se afincara con su familia primero en Francia y luego en el segundo exilio en México, hasta su regreso al país en 1984, luego de la restauración del estado de derecho. En ambos lugares se consagró a la docencia en los niveles superiores y a dictar seminarios de posgrado. Con su conocimiento, su imaginación crítica, y el respaldo de la teoría, consolidó un edificio de agudeza y producción colosal.

     Noé Jitrik apostó toda su vida a una larguísima y sobresaliente trayectoria como docente universitario e investigador tanto en universidades públicas de Argentina como de Francia y luego en México. Formó estudiantes e investigadores destacados que ahora a su vez son formadores de otros. Esta dimensión de Jitrik, entre muchas otras, es reveladora de su carácter multiplicador, propagador de un saber que él democratiza, rasgo generoso que sí quisiera acentuar. La suya fue una forma no de hacer una carrera con tacañería sino brindando lo mejor de sí para que quienes se acercaban a él en busca de aprendizaje y formación los tuvieran. Dirigió tanto a becarios como tesistas. Este es uno de sus grandes aportes a la Historia cultural y educativa de Argentina.

    Escribió libros insoslayables para comprender la cultura literaria argentina, con su contexto y la escritura en diálogo con la Historia, como El  mundo del ochenta (1982), Las armas y las razones (1984), Los grados de la escritura (2000, un ensayo particularmente denso, rico y sugestivo para quienes nos dedicamos a la literatura y la crítica) y estudios definitivos sobre Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones, Sarmiento, Roberto Arlt, Macedonio Fernández, José Martí, el Modernismo, la novela histórica, entre otros de relevancia. Estos libros permiten también interpretar no solo los saberes que atañen estrictamente a la literatura, sino a la cultura argentina en un sentido amplio. En efecto, brindando claves de lectura en torno de sus autores principales, la Argentina construía un relato de su nación en diálogo con sus creadores. Lo hizo desde la perspectiva de quien le confiere habla a un país que desde lo creativo y el campo de la producción científica estaba requerido de estudios para realizar una lectura de sus productores y producciones más destacados…

     Más recientemente, coordinó un proyecto colosal que reunió a investigadores, académicos y escritores titulado Historia crítica de la literatura argentina, en 12 volúmenes (aparecidos entre 1999 a 2015), que significó un esfuerzo notable para reflexionar en torno de la literatura nacional con lecturas asombrosamente originales además de académicamente serias. Con una impronta académica, sin embargo Noé Jitrik en su lectura de la producción literaria argentina también introdujo en el texto crítico inflexiones de asombrosa originalidad para nombrar con palabras nuevas, una literatura del pasado remoto o bien de producciones más recientes. El respaldo de docentes/investigadores universitarios produjo un impacto merced a estos volúmenes que no solo leyeron sino también organizaron con nuevos saberes para fijar lecturas en torno de la literatura nacional. Eso por un lado. Por el otro dio lugar a visibilizar el resultado de las producciones teórico/críticas de buena parte de las Universidades nacionales argentinas, así como de algunos colaboradores del extranjero que aportaron miradas que también fueron fecundas. Se trató de una iniciativa sin precedentes porque supuso un esfuerzo crítico sostenido de recapitulación de las distintas tradiciones y de la cultura literaria argentina que a la vez fue un relato crítico y teórico. Como dato importante de este  proyecto sí señalaría que consagró dos volúmenes únicos exclusivos solo a dos autores: Sarmiento y Macedonio Fernández.

     La índole de este relato significó una cierta clase de análisis porque fue realizada desde perspectivas que, si bien fueron heterogénas, no perdían jamás de vista un marco de referencia disciplinaria en el que confluían de modo equilibrado. Contó con distintos directores responsables de cada volumen, expertos en la materia en cuestión. En virtud que las respectivas formaciones y líneas de investigación no eran en todos los casos las mismas, esta iniciativa contó con un pluralismo y heterogeneidad que seguramente favorecieron al proyecto.

     Hay en Jitrik una voracidad en el mejor sentido de esta palabra. Una palabra que abarca a una persona que se ha consagrado de modo total a las letras. Un autor que ha llegado a lograr el pensamiento especulativo con hipótesis nítidas. Él fue precisamente, lo que yo llamara un “hombre de letras”. Un gran lector no solo porque hubiera leído una inmensa y abrumadora masa bibliográfica (lo que de hecho sí ocurrió) sino porque además estamos ante una inteligencia creativa, un pensador acerca de la literatura que interpreta con sentido de originalidad, singularidad y radicalidad toda una serie de discursos sociales (no solo literarios). Además de sentirse interpelado por la realidad nacional desde su actualidad, Jitrik se mostró como un polemista o un analista ejemplar, colaborando con matutinos, periódicos o revistas del país y del extranjero.

      Estamos ante una figura mayor de la Historia cultural argentina, que jamás se desentendió de los contextos (tanto en sus estudios como en lo que atañe a sus intervenciones públicas) sino que, por el contrario, con un enorme compromiso crítico.  Jitrik salió al encuentro de la conflictividad del orden de lo real de América Latina y, más precisamente, la de Argentina. Escribió toda su vida estas colaboraciones con medios de prensa, circunstancia que lo sitúa como alguien no solo atento a leer sino preocupado por una intervención potente en el orden de la sociocultura. Buscó, estuvo atento y persiguió de modo persuasivo y fundamentado el cambio y la dinámica sociocultural para una mayor equidad social así como para una igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, en su caso desde la esfera de lo académico, lo educativo, pero de inmediato amplificándose hacia otras zonas de la experiencia social. Estamos, claro está, ante un intelectual y escritor crítico  y progresista, de ideas a la avanzada del humanismo. Y no es mucho exigirle a la palabra. Porque lo demostró con honestidad que es posible acceder a determinadas conquistas con un juego limpio. No le tembló el pulso cuando de escribir sobre sistemas autoritarios o antidemocráticos se trataba. Tampoco las burocracias. El trabajar en Universidades públicas también manifiesta una apuesta fuerte de un académico. Elegir trabajar en un país subdesarrollado como Argentina, también lo fue. Seguramente ofertas u oportunidades no le han de haber faltado a la hora de espacios laborales en el mundo y sin embargo él confirmó su apuesta a su país.

     Para Noé Jitrik el conflicto social era una fuente de estímulos y exigencias aún mayores que funcionó como un estímulo para la producción cultural. Este pensador de la cultura literaria, también se ocupó de cuestiones lingüísticas o en torno de estudios sobre el discurso (prefiero decirlo de este modo). Siguió escribiendo hacia sus últimos años con la misma pasión y lucidez como lo había hecho en los primeros años de estudiante. Resulta no solo encomiable sino admirable encontrarse con un productor cultural que, precisamente, descubre cuál es su vocación y cobra un impulso de tal magnitud e intensidad que la siguió ejerciendo con la misma pasión, el mismo ímpetu, la misma convicción y la misma claridad expositiva de épocas tempranas.

     En sus comienzos integró la revista Contorno, una publicación pionera cuando la crítica y la teoría argentinas se desperezaban para adoptar un andamiaje teórico más al día con el reloj del mundo. En efecto, junto a David e Ismael Viñas, Carlos Correas, León Rozitchner y Oscar Masotta, entre otros, organizó un sistema de saberes que comenzó a circular bajo una forma más o menos sistematizada (pero incipiente aún) de una nueva manera de introducir en el país con renovados bríos nuevas líneas de investigación, así como enfoques teóricos que no circulaban ni estaban fuertemente asimilados a los estudios literarios. Reivindicó tempranamente la figura de Roberto Arlt (con una mirada premonitoria, dado que fue un autor sobre el que Ricardo Piglia regresó, dando lugar a lecturas en el seno del campo literario y su dinámica).

     Su producción literaria jamás se vio interrumpida. Escribió novelas magníficas como Mares del sur (1997), Citas de un día (1992), Evaluador (2002), Long Beach (2004), entre otras. Libros de cuentos y poesía, de los cuales se han realizado y publicado antologías. Cálculo equivocado (2010) reúne su poesía escrita entre 1983 y 2008. Y una multitud de ensayos de la que resultaría imposible dar cuenta en tan apretado espacio, que tampoco prentende la exhaustividad de un biógrafo o de un  ensayo en torno de su proyecto creador y su poética, sino más bien dejar constancia de sus aportes superiores al universo del conocimiento y la reflexión literaria, no solo de Argentina. De modo que nos encontramos con un profesional en el campo de Letras, un académico que es productor de discurso literario pero a la vez está muy atento a distintos modos de abordaje del fenómeno de la escritura creativa con anclaje en su país y América Latina. Jitrik nunca perdió de vista la noción continental de la literatura sobre la que se enfocaba.

     Próximamente el sello Interzona tenía previsto publicar una nueva novela y El Cuenco de Plata una serie de ensayos literarios. También para este año estaban previstas unas Jornadas en el MALBA en homenaje de Noé Jitrik y su esposa Tununa Mercado.     Noé Jitrik obtuvo premios importantísimos. Entre ellos, se pueden contar los más destacados, como  el Premio Internacional de Ensayo “Pedro Henríquez Ureña”, otorgado en México. Pero también el Premio Konex Categoría “Ensayo literario”, Premio Konex “Categoría Teoría Lingüística y Literaria”, Caballero de las Artes y las Letras de Francia, Premio Xavier Villaurrutia y “Profesor Honorario” de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Doctor “Honoris Causa” por la UBA (entre otras Universidades de Argentina y del extranjero). Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. En 2021, fue candidato al Premio Nobel.

     Tan caudalosa producción me impide abarcar en tan apretado espacio la producción de toda una biografía de actividad con continuidad, de manera ininterrumpida. Pero como grandes tendencias podría señalar que hay en Jitrik una línea de investigación que se orienta hacia los estudios de teoría y crítica literarias, especialmente tomando como corpus la producción literaria argentina y latinoamericana (de hecho fue Director del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la UBA). Otra gran línea de investigación que abarcó fueron los estudios sobre el discurso en una clave de abordaje que, habiendo tomado como punto de partida la perspectiva sociológicia, se fue deslizando progresivamente a una mirada interdisciplinaria con énfasis particular en la semiótica y el psicoanálisis. Lo cierto es que a esta altura estamos ante una personalidad de un conocimiento humanístico profuso, seguro, de una fuerte personalidad literaria que abarca saberes y literaturas de todos los tiempos del mundo entero. Jitrik fue un erudito, pero no un enciclopedista. Y si bien se concentró en la cutlura literaria de América Latina, como ya lo indiqué, no le son ajenos los universos estéticos ni humanísticos de otras zonas planetarias, e incluso otros campos del saber. Tampoco otros lenguajes artísticos. De hecho, el haber residido tres años en Francia lo puso en diálogo y en contacto con otra lengua y un universo semiótico que no fuera el originario, circunstancia que, en el marco doloroso en el que tuvo lugar, en otro sentido lo ubicó también en otro espacio significante.

     Ya en México, en su segundo exilio, trabajó de modo intensivo en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y al regresar a Argentina, en la UBA, ya tenía un largo recorrido docente por el mundo entero (además de por Universidades nacionales argentinas), a lo largo del cual dictó materias, conferencias, cursos, seminarios de posgrado, Congresos y Jornadas. Fue un hombre que en primer lugar se formó a partir de múltiples lecturas, que escribía libros como estudioso, una literatura intensa en lo relativo a su complejidad, pero siempre se lo veía bien plantado frente a un alumnado a quien él se preparaba para ajustar la dimensión de la oraliad de este tipo de contextos como lo son la docencia y la exposición en eventos científicos.

     Casado con Tununa Mercado desde muy joven, su compañera de toda la vida, formaron una familia. En ella, también sus hijos, se han consagrado a la creación o  bien a la investigación.

     Noé Jitrik fue alguien extremadamente generoso con lo que sabía y con su tiempo. De esto puedo dar fe porque lo he entrevistado en cuatro oportunidades y he preparado una antología con dos colaboraciones suyas (y de otros autores y autoras argentinas), además de que lo hizo de modo completamente desinteresado, de lo que sí quisiera dejar público agradecimiento. Presentó también mi primer libro de relatos en La Plata.

     Reflexionó sobre la didáctica de la enseñanza de la literatura, naturalmente, en la medida en que fue alguien que toda la vida impartió clases, con continuidad, en su carácter de docente universitario. Didáctica de la literatura y didáctica de la teoría, lo que supone una meditación metateórica. Porque una reflexión sobre la teoría supone un nivel de pensamiento cada vez más abstracto al que me parece que subyace precisamente uno de los grandes dones, entre otros, de Noé Jitrik. Me refiero a su capacidad de producir pensamiento teórico en un país que padece de una aflicción en ese territorio y en torno de ese tipo de discurso. Hacía falta un discurso teórico propio de América Latina, enunciado desde ese continente, producido en español, atento, sí, a una agenda mundial. Pero que no se dejara avasallar por ella o con el afán compulsivo por importar saberes. Resultaba relevante ser selectivos a la hora de definir cuáles y desentrañar qué teorías señalaban un mayor acierto a la hora de ingresar en territorio intelectual argentino.

     Una de las recientes producciones del autor  (resultaba dificil seguir su ritmo de producción literaria o científica) fue Fantasmas del saber: (lo que queda de la lectura) (2017) en el que ponía en orden sus caudalosas lecturas, en particular de su niñez, adolescencia, juventud y en menor medida de su vida adulta. Una suerte de autobiografía intelectual. Hay en ese libro marcas generacionales, naturalmente. Me refiero al género de lecturas. Pero Jitrik también mencionaba allí otras lecturas que no eran las convencionales en Argentina ni de la Buenos Aires de por entonces. Con seguridad su experiencia como docente universitario o conferencista en el extranjero, lo puso en contacto (y en diálogo) con experiencias de lectura y saberes que no eran los que estaban en boga en su país. Los trayectos formativos de los distintos países, tanto para enseñar como para aprender, lo sabemos, no son los mismos y hasta en ocasiones no se asemejan en nada.  

     Por supuesto que quedan en el tintero frondosos matices, variaciones, algunas otras constantes a las que no aludí. Noé Jitrik sorprendía con nuevos hallazgos o  una producción que resultaba sorprendente, inquietante y renovadora. Antes de fallecer, venía trabajando durante los últimos años en un ciclo de novelas. Manejar saberes literarios, críticos y teóricos permite la posibilidad privilegiada de inciativas de exploracions y experimentaciones literaria. Poniendo en diálogo destrezas y saberes que no siempre están presentes en los autores o autoras.   

     En Noé Jitrik sabíamos que estaba listo el dispositivo para que, de modo inminente, un nuevo texto fuera escrito. Su computadora: un laboratorio. Su biblioteca: la herramienta principal de recursos como materia prima o llamado de la inspiración. No obstante, siempre ese era solo el punto de partida. La producción literaria, crítica y teórica, daban por resultado un tipo de lector singular de la biblioteca.   

     Con esta partida, Noé Jitrik deja sembrado el mundo de metáforas, ficciones, aproximaciones, perspectivas, discursos, objetos curiosos, enfoques, tentativas diversas en el universo del libro en su vertientes estética y humanística. También de formas literarias emergentes de todo lo cual fue el responsable o protagonista. Con ideas lúcidas a propósito de una vida que, consagrada a las artes y las letras, también tuvo tiempo por sobre todo, de realizarse plenamente, en todos los sentidos  que esta palabra involucra.

     Se cierra un ciclo entonces de modo inexorable, un capítulo importantísimo con la partida de Noé Jitrik, en el territorio de la cultura académica, creativa, de estudios latinoamericanos. También mundial, porque las intervenciones críticas, teóricas y literarias de Noé Jitrik se habían internacionalizado (en particular en México). Agrego a todo ello que la pérdida también es cívica, siendo un hombre de principios democráticos, que defendió este sistema político. Una apuesta potente al pensamiento crítico y un compromiso con los DDHH.     

     Nadie interrogará la literatura con la misma intrepidez y la misma audacia del modo originalísimo en que él lo hizo. Pero sus libros nos seguirán hablando e interprelando desde las zonas más recónditas y agudas del quehacer letrado. Seguiremos escuchando su voz aguda. Acudiendo también a la sensibilidad al producir textos críticos y teóricos, sumamente creativos. Sus discípulos seguirán trabajando con la sabiduría que les impartió. La comunidad entera de la literaturta y las Letras prosigue, conmovida, de su mano la tarea todavía incompleta, pendiente, renovada siempre, de naturaleza interpretante de indagar, con profundidad conceptual, en torno de asuntos principales cuyas grandes líneas de investigación fue él quien estableció. Deja sentadas las bases de  una recapitulación fundamental de las producciones creativas de Argentina y América Latina. Porque su labor deja de modo indiscutible la proyección de líneas de investigación de incuestionable trascendencia.

     Y aquí quedamos, entonces, abriendo uno de sus libros, con los ojos bien abiertos,  preparados, dispuestos a leer una vez más, la siguiente gran lección del maestro. Quizás, por qué no decirlo, la lección inaugural.

Artículo anterior«Lumbre de marfil», de Jorge Cappa, poemas con el pulso arrebatado del fuego
Artículo siguienteENTREVISTA | Cuarteto Jalisco y Gergana Marinova en Conjunto Santander
Nació en La Plata, Argentina, en 1970. Es Dr. en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es escritor, crítico literario y ejerce el periodismo cultural. Publicó libros de narrativa breve, poesía, investigación, una compilación temática de narrativa y prosas argentinas contemporáneas en carácter de editor, Desplazamientos. Viajes, exilios y dictadura (2015). En 2017 se editó su libro Sigilosas. Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas, diálogos con 30 autoras que fue seleccionado por concurso por el Ministerio de Cultura de la Nación de Argentina para su publicación. De 2023 data su libro, Melancolía (2023), una nouvelle para adolescentes, publicada en Venezuela. Y de ese mismo año en México el libro de poesía Reloj de arena (variaciones sobre el silencio). Cuentos suyos aparecieron en revistas académicas de EE.UU., en revistas culturales y en libro en traducción al inglés en ese mismo país. En México se dieron a conocer cuentos, crónicas, series de poemas y artículos críticos o ensayos. Escribió reseñas de films latinoamericanos para revistas académicas o culturales de EE.UU. También en México y EE.UU. se dieron a conocer trabajos interdisciplinarios, con fotógrafos profesionales o bien artistas plásticos. Trabajos de investigación de su autoría se editaron en Universidades de México, Chile, Israel, España, Venezuela y Argentina. Escribe cuentos para niños. Obtuvo tres becas bianuales sucesivas de investigación de la UNLP y un Subsidio para Jóvenes Investigadores, también de la UNLP, todos ellos por concurso. Artículos académicos de su autoría fueron editados en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile en revistas especializadas. Se desempeñó como docente universitario en dos Facultades de la UNLP durante diez y tres años, respectivamente. Participó en carácter de expositor en numerosos congresos académicos en Argentina y Francia. Realizó cinco audiotextos y dos videos en colaboración. Integró dos colectivos de arte de su ciudad, Turkestán (poética y poesía) y Diagonautas donde se dieron a conocer autores de distintas partes de Argentina en formato digital. Realizó dos libros interdisciplinarios entre fotografía y textos con sendos fotógrafos profesionales, que permanecen inéditos. Obtuvo premios y distinciones internacionales y nacionales.