Foto: Lucía Ges

Se llevó a cabo el primero de los dos conciertos que ofrecerá en nuestra ciudad el violinista y director granadino Bruno Axel. Ayer por la noche, la sala 2 del Conjunto Santander se transformó en una especie de máquina del tiempo audiovisual, que encabezaron Axel y la Orquesta de Cámara Higinio Ruvalcaba de la Universidad de Guadalajara.

Fuimos testigos del tan esperado ensamble de instrumentos eléctricos y sonidos provenientes del funk, soul, electrónica. Cabe señalar que decir «concierto» es no hacer justicia al espectáculo cuidadosamente ideado y cuya propuesta ofrece una visión renovada de la obra más conocida del compositor italiano Antonio Vivaldi: Las Cuatro Estaciones.

Bien acompañado por la Orquesta, así como de una vj y artista audiovisual, Bruno Axel brindó la oportunidad de escuchar una composición de hace más de dos siglos y medio interpretada con su instrumentación original, y aderezada con instrumentos modernos y tecnología propia de este siglo, un interesante coctel para los oídos del siglo XXI.

Foto: Lucía Ges

A lo largo del espectáculo sonoro y visual, se diseccionó meticulosamente la obra de Vivaldi, y tal y como lo mencionó el propio director, se respetó la partitura original. El reto no era sencillo: reinterpretar y dar una nueva lectura a una obra musical muy conocida en el mundo y acompañarla con algunos ritmos actuales como el jazz, el funk e incluso por momentos algunos haciendo sutiles guiños al sonido de los violines gitanos.

La sonorización merece mención aparte, pues aunque se trata de instrumentos y sonidos muy diversos entre sí, se logró una total armonía que permitió disfrutar del espectáculo sin perder ningún detalle acústico. Por otra parte, la iluminación y la curaduría del material visual fueron la provocación perfecta  para no dejar indiferente a nadie y enriquecer la experiencia.

Foto: Lucía Ges

Por parte del público, se sintió la expectativa que se tenía respecto al espectáculo. Al sonar la tercera llamada y aparecer Bruno Axel y la Orquesta, aquella audiencia se dedicó a escuchar y sentir lo que estaba comenzando por ser un viaje único en un vaivén constante entre pasado, el presente y el futuro con sonoridades mezcladas y bien ejecutadas. La escucha atenta, el casi nulo uso del celular hizo que la atmósfera sucediera de la manera más plena. Si algo hay que reconocerle al público que gusta y disfruta de la música clásica, es la atención y el respeto que le dan al evento.

Conforme transcurría el tiempo y al compás de la mezcla de sonidos iban apareciendo visuales hipnotizantes que generaban un disfrute al máximo. Volviendo la noche en una propuesta audiovisual completa. Ese ojo que miraba a la audiencia desde la pantalla en donde se proyectaban visuales llenos de colores y formas surrealistas, con tonos, frases y códigos binarios apelando a esos discursos informáticos, propios del arte en internet nos hacían pensar justo en esa combinación del tiempo.

Foto: Lucía Ges

El renacer de las piezas de Vivaldi y la propuesta de Bruno Axel dieron como resultado la convergencia del arte, la tecnología y, como hilo conductor, la música, con el acompañamiento ideal de la Orquesta Higinio Ruvalcaba, que hizo brillar al violinista de igual manera como él la hizo brillar también.

El placer que genera la música clásica hace descolocarte de lo cotidiano, desconectar la mente y dejar que la escucha transforme todo lo que está alrededor, pero sin despegar los pies de esas mezclas modernas que convergen al unísono.

Foto: Lucía Ges

«Las Cuatro Estaciones, es una de las creaciones más importantes en la historia de la música de concierto. La propuesta de Extaciones es un proyecto que no pierde la esencia de la composición original pero llevando sus melodías y pasajes rítmicos al éxtasis musical, y visual. La instrumentación original convive y habita con otros instrumentos como los sintetizadores, un bajo con pedales de efectos, percusión acústica y electrónica, la voz tratada, samplers electrónicos y la magia visual de una video DJ y creadora visual en directo”, explica Axel.

Foto: Lucía Ges

Ante un cierre intenso y espectacular, que pasó factura al cerdal del arco del violín de Bruno Axel,  un nutrido auditorio ovacionó emocionado, y desde donde quiera que se encuentre Antonio Vivaldi, seguramente lo disfrutó también.