Me fascinan las genealogías, así que no es de extrañar que Yellowstone (2018), y sus precuelas 1883 y lo que va de 1923, me atraparan como espectadora, pese a los cabos sueltos o predecibles de la trama, idealizaciones de amor romántico y exceso de testosterona, pues ver la historia de una familia a través de varias generaciones es algo irresistible para mí.
En lo que ya algunos denominan como el “universo Yellowstone”, comencé por “el inicio”: por 1883, que narra el origen del rancho Yellowstone y la peregrinación familiar que dio origen a la dinastía Dutton. Esto ocurrió a la inversa en “el mundo real”, donde Yellowstone fue la primera en crearse y exhibirse, y donde 1883 fue una precuela que nace tras la serie que se ubica en el tiempo actual, es decir, Yellowstone.
1883: La peregrinación hacia el salvaje oeste narrado en la voz de una joven vaquera
Los primeros 4 capítulos de 1883 son épicos, como les gusta decir a los críticos grandilocuentes. Dicen que no hay quinto malo, y en efecto, no lo es, pero este capítulo bisagra, hay que decir que comenzó con el declive que personalmente percibí en la serie, que se tornó demasiado introspectiva, se concentró en los derroteros amorosos y existenciales de la joven y hermosa vaquera: Elsa Dutton (Isabel May). Aunque, quizá, este puede ser el encanto que le encuentren otras u otros espectadores, para quienes escuchar la «sensibilidad» femenina en medio de este terreno y designios agrestes, sea una apuesta incluso más atrevida.
Esta serie, que puede considerarse de tipo histórico, nos plasma de manera muy realista, las peregrinaciones de los pioneros del viejo oeste, la búsqueda del sueño americano de los migrantes europeos. Aquí podemos darnos cuenta de que no fue nada fácil. Estas caravanas se enfrentaron al bandolerismo, al rechazo de las tribus originarias, al salvaje territorio norteamericano, lleno de ríos, barrancos y al clima frío y uno que otro tornado. De esto trata 1883. Las secuencias de los tiroteos a caballo, la rudeza en las peleas, entre las que destaca una sensacional escena dentro de una cantina, nos hacen recordar al western de la época de John Wayne.
1923: La familia Dutton, la Gran Depresión, vaqueros y gánsteres
En esta entrega, se ve la gran apuesta por renovar el western por parte de Taylor Sheriddan. Cuenta con un gran elenco encabezado por Harrison Ford y Hellen Mirren, que son los miembros de a familia en que recaerá la responsabilidad de conservar el rancho, fundado 40 años antes por James Dutton. Aquí, el universo Yellowstone, se amplía y llega hasta la sabana africana, pues uno de los miembros de la familia, que sufre estrés postraumático ocasionado en la Primera Guerra Mundial, se gana la vida como cazador en Nairobi, pero pronto deberá de responder a su destino, para proteger a la familia y al rancho.
Pero ahora, no sólo son vaqueros e indios, sino también aparecen gánsteres, banqueros, migrantes irlandeses ovejeros, miembros de la alta sociedad británica y sacerdotes y monjas, que nos recuerdan otro aspecto de la migración y de la conquista del territorio: la evangelización. Aunque aún no termina de ser transmitida la serie por completo, desde ya se ha posicionada como una de las más vistas, por lo que la confirmación de una segunda temporada ya está hecha. Veremos qué nos depara capítulo a capítulo.
Yellowstone: Luchar contra las consignas del «progreso»
Kevin Costner encarna a John Dutton, quien defiende en pleno siglo XXI el legado de los Dutton que sus precuelas se han encargado –o se encargarán– de contarnos. Sheridan, co-creador junto a John Linson, no ha tenido reparos en hacer del protagonista de su universo una versión del héroe en su versión ranchera-nuevos-viejos-tiempos. Sí. Todo eso. Él, junto a su prole, se encargará de luchar contra sus múltiples enemigos, que van desde otros terratenientes, grandes transnacionales, hasta de la misma idea de «progreso» que marca el rumbo de buena parte del país.
Yellowstone, como dije al inicio, es una carga saturada de testosterona vaquera. Incluso Beth Dutton (interpretada por Kelly Reilly), hija predilecta de John y el personaje más fuerte después de su protagonista, es una idealización y fantasía masculina de lo que es ser una «mujer fuerte, inteligente, perversa, sagaz y ardiente». A esto le añadimos que su narración es lineal, más plana que propositiva, pero no por ello deja de atrapar, al contrario, seguro es parte de su éxito entre un público que quizá ya ansiaba un respiro entre tanto salto en el tiempo, multi-portales y narraciones.
La serie explica parte de los preceptos estadounidenses conservadores vistos con ojos masculinos de pi a pa, de esos que aplican en el lado opuesto al territorio «cosmo» y «progre», razón principal, aunque claramente negada, por la que la serie no ha sido incluida en casi ninguna nominación o aprecio por parte de la crítica.
El hecho de no ser reconocida por dicha crítica, no le resta un solo televidente, pues Yellowstone se transformó en la ficción más vista de la televisión estadounidense, con una audiencia que crece temporada tras temporada y que en su última temporada llegó a más de 10 millones de espectadores por episodio, solo contando los que lo ven el día que se emite.
Y es que como lo señala Diego Lerer (2023) «más allá de las discusiones respecto a la calidad de sus series o sus opiniones políticas (el hombre niega que sea “una serie para republicanos”, pero prefiere no hablar de sus ideas políticas), lo cierto es que el Universo Sheridan está en plena expansión. Si bien sus producciones no tienen fuera de los Estados Unidos la misma repercusión que en su país de origen, el hombre por ahora no parece tener techo dentro del paraguas de Paramount+, plataforma que ha puesto casi todas sus fichas en este “hacedor de milagros” y en sus multiversos para adultos. Con la quinta temporada de Yellowstone encaminada, al igual que la segunda de Mayor of Kingstown, la primera de Tulsa King y con el debut de 1923, con Harrison Ford a la cabeza, todo parece indicar que tendremos Taylor Sheridan por un buen rato».
Así pues, pese a los «peros» que podemos encontrar en su propuesta narrativa o ideológica, tanto Yellowstone como sus precuelas, son un trabajo que reactiva el viejo western, así como la historia de ese lado estadounidense que ya no «es lo de hoy», y que pone sobre la mesa el otro lado de la crítica hacia aquello que denosta el pasado o lo tradicional solo por serlo.
Bibliografía
Lerer, D. (2023). El sueño americano cumplido de Taylor Sheridan, nuevo rey de las series, en Infobae.
 me haya atrapado como espectadora.){kind=link}