El fotoperiodista Eniac Martínez, estudió en el Instituto Superior de Arte de la Habana, Cuba y en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con el paso de las años siguió actualizando su formación. También estudió en el International Center of Photography de Nueva York. Los talleres de Pedro Meyer fueron los que lo hicieron cambiar su práctica plástica por la fotográfica.

Eniac Martínez se dedicó a develar, a través de su mirada la realidad desde distintas latitudes, abarcando un panorama en el que México habita. Trabajó con pueblos originarios, con migrantes mexicanos en Estados Unidos, con situaciones específicas de poblaciones costeñas mexicanas; en fin, fue de norte a sur y de oriente a poniente, siempre fiel a esa realidad multiforme.

Trabajó como fotógrafo en La Jornada y también colaboró en proyectos cinematográficos como: Arráncame la Vida, Babel, Vivir mata y Before night falls. Los fotoensayos de Eniac fueron sumamente reflexivos. Para Martínez la fotografía  fue «un viaje» ya que requería adentrarse a la cultura, vivirla, comprenderla desde dentro y luego documentarla a través de esos textos visuales que fueron su fotografías. En este sentido, Eniac fue una especie de antropólogo visual, donde su mirada constató de cerca esas formas de vida, mismas que ahora son un legado en el que debemos dejar la mirada puesta más de cinco minutos.

Proyectos como: «Ríos», donde abordó la problemática en la que están sumergidos los ríos de nuestro país por la contaminación. El libro «Mixtecos», en el cual, invirtió cuatro años de investigación sobre el fenómeno de migración en la Mixteca alta, en Oaxaca. «Camino Real» «Tierra Adentro», «Litoral» por mencionar algunos de sus tantos proyectos, mismos que lo hicieron acreedor a diversos premios y reconocimientos.

Eniac Martínez creó su propio discurso fotográfico, respaldado por ese estudio a profundidad y vivencia en primera persona de la realidad mexicana. El fotógrafo murió el pasado jueves 25 de julio, en un hospital en la Ciudad de México. Sin embargo, dejó un legado por medio de su mirada, con una huella inigualable, misma que le otorgó visibilidad a las minorías que son tantas en México y si no fuera por el trabajo de fotógrafos como Eniac Martínez, estarían actualmente, más allá del olvido.