Introducción
Comenzaré esta serie de haikus con algunas coordenadas reveladoras de a partir de las cuales me interesé por esta clase de poemas. Esta forma poética de tan ajustada evanescencia. Y por qué me consagré a escribir estos de Navidad. Porque ni explican, ni narran ni esclarecen. No hacen pedagogía. Me introdujo en el universo del haiku, una de sus cultoras más señaladas por estos arrabales del planeta: la autora de la ciudad de Ensenada Nury Busquets, autora de varios libros y también música. Antes de todo esto, yo había leído los haikus de Borges. Algún sedimento de ellos seguramente ha perdurado. Y, sin proponérmelo, como autor, después de leer su libro Así de simple (2021, que primero reseñé), los haikus de Nury me cautivaron porque me hablaban de sucesos menudos de la vida cotidiana con brevedad fugaz, volvían fácil lo difícil, simple lo complicado. Y al mismo tiempo lo hacían con profundidad filosófica y conceptual. Eran como relámpagos. Sobre todo, de talante contemplativo a partir de lo concreto se elevaban hacia ideas o emociones de mucho vuelo. Pero no rebuscadas. Sus haikus se detienen en detalles, con una economía admirable, siempre yendo a lo esencial. Me apasionó su combinación de asombro y silencios. Ingresé a un Grupo de Facebook llamado Haiku en español. Publico allí regularmente y los comparto con muchísima gente porque el Grupo es internacional (de habla hispana, naturalmente) y muy numeroso. Siempre hay alguno nuevo que han publicado. Leo a colegas. Aprendo. Hay platenses y ensenadenses, entre otros argentinos, en el Grupo. Me resulta asombrosa su secreta alquimia. Como autor fue todo un desafío. Acostumbrado al expansivo verso libre, cuya desmesura en ocasiones ganaba en longitud pero perdía en su efecto estético, generando dispersión. Se diluía su eficacia en tanta longitud. Al verso libre, en su disparidad, lo manejaba a mi antojo. Se ajustaba él a mí. No como el caso del haiku, que resulta ser a la inversa. Tampoco había trabajado la rima como algo clave en el poema, sí la rima interna, solo a propósito de un par de poemas sobre la poeta argentina Mirta Rosenberg. Ahora debía ajustarme. Y lanzarme a un nuevo reto como escritor. Otro más. Era la Navidad. Escribí un haiku. Tuvo una recepción auspiciosa. Rápidamente se encadenaron otros nuevos con afinidad semántica. Asociativamente la cadena proseguía. Para quienes los deseen conocer, nacen estos Haikus de Navidad. Me incliné por respetar su espíritu breve, conciso, que por añadidura celebraban las Fiestas. No compuse una cantidad abultada. Hubiera arruinado con excesos y longitudes una emoción simple pese a su profundidad. Estos poemas, pese ambos día de su composición, también se proyectan hacia toda clase de personas, durante todo el año, si de detenerse en poemas reflexivos se trata. A veces ello ocurre a contraluz, acaso para hacer una pausa en las rutinas agobiantes y conectarse con el espíritu festivo. Y el calor de los veranos decembrinos. A.F.

1.
Expectativa.
Nuestros hijos esperan.
sus recompensas.
2.
Ardientes aves
en los árboles trinan.
Campanas vivas.
3.
La naranjada
frescura contra el sol
Doradas fiestas.
4.
A brindar juntos.
Fronda de los árboles
lento repicar.
5.
Tortugas de agua
desovan en la orilla.
El mar celebra.
6.
Ojos de cielo
miran el firmamento.
Nubes florecen.
7.
Peces con tules
navegan el estanque.
Agua discurre.
8.
El pinar calmo
espera sus guirnaldas.
Niños florecen.
9.
El almanaque
aguarda un mes grato.
Festividades.
10.
En Argentina
un diciembre tórrido
Un norte polar.
11.
Sobre las copas
tordos, mirlos, vencejos.
La sinfonía.
12.
Pequeños niños.
Ocasión de esperar.
Regalos prontos.
13.
Comida fría.
Ensaladas y carnes.
Pan dulce final.
14.
Abre los brazos.
El universo canta.
Vuelve a nacer.
