Imagen: Cottombro

4

Para nuestra desgracia, el caso, tratado en la primera parte,  no es el único caso de pseudociencia en el que sea imposible discernir la verdad de la falsedad. Entre ellos, algunos en los que, siendo evidente la falsedad de las conclusiones, estas son admitidas. Es, por ejemplo, el caso de las teorías del arte, completamente absurdas e ilógicas y que no son cuestionadas. Y estos casos son muy útiles porque demuestran que la sociedad admite lo que afirman erróneamente los sabios debido a su poder social. La sociedad admite la distribución de funciones y la jerarquía establecida en cada caso.

La cuestión de la verdad es una cuestión social y la cuestión social es una cuestión de jerarquía y poder. Quien tiene poder se impone a quienes entiende que son sus subordinados y no admitirá que estos cuestionen su autoridad presentando argumentos que contradigan a los suyos, y prefieren mantener un error que reconocer una verdad que no sea la propia: Su prestigio tiene más valor que la verdad y tienen la fuerza para imponerse. Como otros ejemplos, podemos poner las conductas de algunos jueces, abogados, médicos… y, en realidad, la de cualquiera con poder frente a un tercero.

Imagen: Kindel Media

La gente normal acaba por comprender la situación que se ha creado en la sociedad, y la acepta, viendo que negarla les puede acarrear problemas. Al aceptarla, logran tener un lugar en ese mundo, lo que les reporta seguridad. Ahora, no solo la aceptan, la desean.

Al igual que la memoria reconstruye los hechos a nuestra conveniencia, la comprensión del mundo se hace de forma que se justifique la situación que las personas han alcanzado en el mundo social, teniendo la sensación de que el mundo existente es el mejor de los mundos posibles. Tan es así que, si mañana les cambiaran los paradigmas sociales, asumirán los nuevos con tanta naturalidad como si nunca hubieran creído en otra cosa. Ejemplo de ello fue el cambio obligado en Inglaterra del catolicismo al protestantismo.

De esa forma se entiende que culturas distintas tengan valores distintos y que cada una de ellas se sienta satisfecha con sus costumbres, pero, aunque las costumbres sean distintas, tienen algo en común, todas ellas siguen el mismo esquema: establecer jerarquías y lograr poder.

Imagen: Cotombro

5

El punto de vista intuitivo resulta, desde la perspectiva social, erróneo y  ‒dado que todas las personas con cargos sociales son personas insertadas en ese mundo social, comprometidas con el mundo social y que asumen las normas sociales establecidas, especialmente por el poder que les confieren‒   ningún argumento en defensa de la verdad tendrá valor dentro del sistema de creencias establecido. Convencidos de su verdad  ‒que no es sino interés‒, intentarán convencer a quien sea ya intuitivo, ya lógico, del error de ese conocimiento y del valor de las creencias comunes, y hay que admitir que lo hacen de buena fe, pues no son conscientes de la inconsistencia de su postura. El problema para quien defiende la verdad es que su buenafe no entendida le resulta indignante al poderoso y acaba por atacarle. La moral del hombre social es realmente curiosa, el hombre bueno piensa que tiene derecho a causar  mal al hombre malo, una auténtica muestra de hipocresía, por la que el “hombre bueno” encuentra justificación racional a sus actos y a su maldad.

Alena Shekhovtcova

Así, una persona cuerda que entre en un hospital psiquiátrico será calificada como de loca si un médico incompetente o malvado lo decide; un sospechoso inocente de cometer un delito será acusado si un policía incompetente o malvado lo decide; un inocente será condenado si un juez malvado o incompetente lo decide; una falsa teoría se impondrá en la sociedad si un ilustrado incompetente o malvado lo decide. Y el hombre bueno hará todo esto y muchas otras cosas más pensando que actúa bien. Cada cual, con un punto de vista parcial, interpreta el mundo dando a hechos de distinta naturaleza la misma explicación, porque no tiene otra ya que, cuando el pensador incompetente no tiene forma de conocer la verdad, en lugar de reconocer sus limitaciones, intenta explicar las cosas de forma que estas se adecúen a su modo de pensar, en lugar de adaptar el pensamiento a la naturaleza de cada cosa. 

Anna Shvets

No será fácil que la gente lo crea, porque la gente ya ha admitido los usos sociales. En cambio, en cualquier película, verá al policía tonto, pero con poder, seguir una pista errónea y, al policía listo, negar valor absoluto a las pruebas objetivas y seguir la investigación a partir de su instinto, y la gente creerá que todo eso es posible que ocurra en el mundo social, pero no será capaz de hacer la misma interpretación cuando se le presentan hechos reales similares.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí