Majestic snowcapped Mt. Ararat and monastery Khor Virap, Armenia. Imagen obtenida de National Geographic

El escritor Frank Westerman nos lleva por su odisea para escalar el Ararat, esa montaña que, una vez más, se erige como un punto de origen primigenio, uno de esos espacios que proponen a las montañas como sitios centrales de una cosmogonía, que, en este caso, reunirá las tres cosmogonías de las religiones del libro: judaísmo, cristianismo e islam. 

En Ararat. Tras el arca de Noé, un viaje entre el mito y la ciencia (Siruela, 2008), el escritor nos lleva, cual especie de diario, a recorrer el camino que tuvo que realizar para llegar a la cumbre, tanto a nivel burocrático, como físico y también intelectual.

En el plano burocrático nos interna en la historia tan complicada que tiene un lugar que ha sido frontera de gobiernos en conflicto: Armenia y Turquía, por poner los últimos. Luego está el físico, lo que demanda una preparación para escalar una de las montañas más altas del planeta. Y el más interesante, el intelectual, donde Westerman lo vincula al ámbito religioso, preguntándose si su ímpetu por hacer ese viaje está cimentado exclusivamente en razones lógicas y de trabajo, o si sigiloso aguarda una añoranza de fe encubierta.

Lo interesante del relato es ver cómo entreteje los hitos de la razón con aquellos que se fundan en las premisas religiosas, puntos que parecen antagonistas, pero que tantos terminan por combinar: profesores de ciencias duras afirmando que la Biblia menciona hechos históricos. O donde los escepticismos terminan por abrazar los motivos religiosos de las maneras más contundentes, como el caso de Jim Irwin, quien había estado en la luna con una mente basada en la ciencia, y que terminaría realizando seis intentos por encontrar el arca de Noé en el Ararat, y convertido en creyente apasionado.

También, en algún punto del libro habla de Orhan Pamuk y su novela Nieve, que está situada en Kars, un poblado por el que se transita para iniciar la expedición a la montaña. En dicha obra, Pamuk hablará en voz de sus personajes de esa distinción que existe entre las religiones que apelan a la motivación colectiva, como el islam, y las que lo hacen invocando lo individual como el medio ideal para lograr la plena espiritualidad, como lo hacen las iglesias protestantes.  

Monte Ararat. Imagen obtenida de Britannica

Tenemos pues que esta obra de Westerman es una invitación a reflexionar sobre los conflictos geopolíticos que se interrelacionan con los estratos religiosos, así como en aquellos que oscilan entre visiones regidas por la ciencia o por las consignas religiosas. 

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