La imagen idílica que tenemos de los monjes concentrados en su labor de escribir códices o manuscritos en la época medieval, no debe hacernos olvidar que también era una tarea laboriosa, lenta y cansada.
Así como nosotros escribimos dibujos al margen de nuestras notas escolares cuando estamos aburridos o en las escapadas a las redes sociales en las horas de oficina o tras un maratón de entregas de ensayos o tesis, los monjes medievales también hacían los suyos.
Al acto de escribir sobre los márgenes de un libro se le denomina marginalia término acuñado por Samuel Taylor Coleridge, poeta y filósofo británico que acumuló tal volumen de anotaciones al margen de los libros que leía durante toda su vida, que hasta ahora han sido publicados cinco libros únicamente para compilar y reunir su marginalia.
«Sin embargo, la práctica en sí misma es mucho anterior a Coleridge, anteriormente, las notas breves insertadas en los márgenes de un libro eran denominadas escolios, y éstos datan al menos desde el siglo I a.C. Ya para esa época y hasta el siglo XV d.C, las compilaciones de escolios eran de uso común y generaban mucho interés entre investigadores y lectores».[i]
El término marginalia no se aplica únicamente al texto escrito, sino también a los dibujos, como en el caso de los manuscritos ilustrados medievales.
A continuación mostramos algunas muestras del humor de esa época o de las frases que nos muestran el estado de ánimo del redactor.
Las frases al margen
“Que la voz del lector honre la pluma del escritor”.
“Esta página no ha sido escrita muy despacio”.
“Gracias a Dios, pronto oscurecerá”.
“¡Ay, mi mano!”.
“Mientras escribía me quedé helado, y lo que no pude escribir a la luz del sol, lo terminé a la luz de las velas”.
“San Patricio de Armagh, líbrame de la escritura”.
«Como el marinero recibe el puerto al que arriba, así el escriba recibe la última línea”.
“La escritura es excesivamente monótona. Curva la espalda, oscurece la vista, retuerce el estómago y los costados”.
“¡Qué triste, librito! Llegará el día en que alguien dirá al leer tus páginas: ya no está la mano que las escribió”.
Ilustraciones con humor medieval
En la siguiente imagen vemos cómo una monja arranca los penes de un árbol de falo en en Roman de la Rose, ilustración situada alrededor de 1325-1353.
Luego tenemos a dos hombres sin cabeza que se disponen a pelear, imagen irónica y crítica dentro de la obra: Breviario de Renaud y Marguerite de Bar, creado entre los años 1302-1305.
La siguiente imagen pertenenece a las Horas de Engelberto de Nassau, y fue elaborada en Flandes hacia finales del siglo XV. En ella vemos a un mono que recibe las armaduras de las manos de una dama.
La escatología era parte de la cultura medieval, hay estudios que indican que de hecho estas muestras no tenían la connotación actual de mofa o denigración. En la temprana Edad Media, las funciones corporales no se consideraban obscenas, como comenzó a serlo desde el Renacimiento. De allí que los dibujos que involucraban a sacerdotes o reyes haciendo sus necesidades fisiológicas fuesen tolerados.
En la siguiente imagen nos encontramos con un ogro disparándole una flecha a la espalda de otra criatura, esto en la obra el Salterio de Rutland del año 1260.
Otra muestra escatológica es la siguiente, donde un obispo desnudo castiga a clérigo con flatulencias. Esto en el Salterio de Gorleston, elaborado alrededor de 1310-1324.
Y los conejos asesinos tienen un historia mucho más antigua de lo que creemos. Aquí tenemos a uno de ellos a segundos de asesinar ni más ni menos que a un rey.
Ahora presentamos el caso más antiguo de marginalia sobre el tema de una bruja montada en su escoba. Se encuentra en un manuscrito de 1451.
Otros dos casos nos muestran a dos de los visitantes más asiduos de bibliotecas o habitaciones de redacción. Uno de estos invitados eran los gatos, a quienes se les dejaba habitar para que eliminaran a los enemigos del papel: los ratones.
Sin embargo, a veces también los gatos dejaban su huella. Como es el caso de un amanuence de 1420 en los Países Bajos, a quien un gato orinó en su manuscrito. Lo que hizo el redactor fue dejar en blanco el resto de la página y dibujó un gato con la siguiente maldición:
“Aquí no falta nada, pero una noche un gato orinó encima. Maldito sea el condenado gato que se meó en este libro durante la noche en Deventer… Y mucho cuidado con dejar libros abiertos de noche en sitios donde pueden venir los gatos”.[ii]
Los otros personajes presentes alrededor de los manuscritos eran los ratones. A veces su presencia inspiraba a escritores como Hildeberto, un amanuense checo del siglo XII. En la imagen un ratón ha trepado a su mesa y está comiendo el queso. Hildeberto levanta una piedra con intención de arrojarla al ratón y escribe la siguiente maldición:
“Maldito ratón, siempre me estás enfadando. ¡Que Dios te destruya!”.[iii]
Así que la próxima vez que escribas una nota en el margen del libro que lees o dibujes algo en tu cuaderno de notas para pasar el tiempo, recuerda que mantienes la larga tradición de la marginalia.
Notas al pie
[i] Díaz, M. “Marginalia: el arte de tomar notas en los libros que lees” en Hipertextual.
[ii] «La marginalia y el humor medieval», en De Reyes, dioses y héroes.
[iii] Ídem.
Bibliografia
Díaz, M. “Marginalia: el arte de tomar notas en los libros que lees” en Hipertextual.
«La marginalia y el humor medieval», en De Reyes, dioses y héroes.
Stanford, O. «Naughty Nuns, Flatulent Monks, and Other Surprises of Sacred Medieval Manuscripts» en Collectors Weekly.