Threading Light. Obra de Mark Tobey. Imagen obtenida de tlmagazine

¿Llamas a eso encrucijada?

Se conocen,

conocen también el deseo

(me refiero al de mis padres)

en la ciudad de La Plata.

Ahora la cámara se desplaza

hacia otra toma:

mi abuelo paterno casi iletrado

apto para los números

en la terraza de su departamento.

Mi hermano con él,

en el cuartito de las herramientas.

Yo, torpe con las herramientas,

diestro con los lápices,

esa otra esgrima.

No para el dibujo

sino para un alfabeto,

íntimo.

Las Letras

(la carrera, quiero decir).

Aquellos estudios coronados

en una tesis

parecida de modo sorprendente

a una novela.

Cada ítem, un capítulo.

Había en ella tensiones,

conflictos, escenas, emociones.

Una narrativa singular.

Pero no siempre

el relato

de una felicidad.

La escribí

como si estuviera enamorado.

¿El papel?

La iridiscente pantalla

de mi computadora.

¿La pluma?

Un teclado

con las teclas gastadas.

Una casa silenciosa,

en la que resonaba el eco

de esas palabras

mientras iban siendo escritas.

Mi maestro de escritura decía:

Escribir una novela

es como estar enamorado.

¿De qué?, ¿de quién uno se enamora

cuando escribe una tesis?

Cada cual tiene su treta,

su objeto de deseo.

Una mujer, un varón,

una novela (en ciernes).

Una tesis (inminente).

Ambos tuvimos,

cada cual

respetando su estilo,

su respectiva novela,

hasta con un desenlace.

Poner el punto final.

Corregir galeras.

La publicación.

El amanecido libro.

El anhelado impacto emocional.

Por fin.

II

El paisaje cambia.

La fisonomía cambia.

Las facciones son otras.

El cuartito de las herramientas

quedaba chico 

para tres varones: dos hermanos,

un abuelo paterno.

Reúno entonces

las piezas de mi puzzle

en el living de mi abuela materna.

Ella también tiene sus tretas.

Las tuvo para poder ser

una universitaria.

Toca el piano,

lee a Malraux,

viajó dos años por Europa

con toda su familia.

Ha conocido París,

(suele ocultarlo,

abomina de las jactancias).

Una larga estancia en Barcelona,

donde residían los parientes.

¡Ha descubierto la modernidad!

Entretanto, yo en La Plata,

la ciudad donde nací y resido,

pero fue siempre

una ciudad extranjera.

Se habla aquí un dialecto

que no es el mío. 

Cuando hablo

mi palabra

es otro idioma.

Los verbos se declinan

de un modo distinto.

Los sustantivos designan

otros objetos.

La relación

entre significado,

significante y referente

que son los que yo uso y leo,

no son los del resto

del dialecto de la ciudad.

Tampoco los objetos.

Tal vez por eso escribo.

III

Escribo

para perfeccionar mi dialecto.

Para descubrirlo, primero,

porque algo me lo hurta,

me lo sustrae.

Tal vez sea este entorno

de fuego hostil al canto

del poema.

Al cuento,

del narrar.

En cambio,

devenido artículo, cuento, poema,

circula.

Como la novela de mi maestro,

que para mí fue mi tesis,

ya ven,

mi dialecto

me vuelve alguien respetable.

“¡Es un escritor importante!”,

“¡Escribe en los diarios!”,

“¡En revistas extranjeras!”,

“¡Se doctoró en Letras!”,

pronuncia una platense,

típica.

Y regreso a mi abuela,

gravitando en nuestra propia órbita.

La fascinación de escucharla

narrar historias de su pasado.

Historias de no ficción

que ahora son escenas

de un teatro kabuki. 

En su monólogo,

yo era esa alteridad,

cuya escucha ella aguardaba.

A la académica que ella fue,

procuré emularla.

En mi caso,

fue una conquista

que conoció un límite.

Sin embargo, al fin y al cabo,

las historias cambian,

para bien.

Las corona el éxito.

La satisfacción.

Cosa curiosa,

sus historias

se convirtieron en poema.

Ahora sí,

mis poemas vuelan

como una bandada de ánsares.

Rumbo a Kioto

IV

Abuela eligió

el camino más difícil.

Sin embargo,   

fue el que la terminó realizando.

De la molienda del pan

de mi bisabuelo

que amasó un buen patrimonio

a las aulas de la Facultad

de Ciencias Naturales y Museo

de la Universidad Nacional de La Plata.

Ellas le fueron hostiles.

¡Qué salto! (mortal)

Hubo aliados

que sería injusto olvidar.

Los obvios

obstáculos de época.

Su poder de determinación

fueron los ánsares

ahora a mí me amparan.

La bandada aletea y canta.

Es la pluma con la que escribo.

Ella guía a la bandada

y peina sus alas.

V.

El gran relato

de la dificultad de estudiar

circuló entre las hijas.

Mi madre investiga

en la carrera de Letras.

Abuela tenía unas pocas heroínas.

Su maga: Madame Curie.

Se recordará,

la primera mujer

Profesora en la Sorbona.

El trabajo científico

junto a su marido.

A casa de mis abuelos

llegarían cuatro hijos.

De una de ellas,

fui su primogénito.

Y en esta genealogía

de panes y molienda,

de ciencias, de artes, viajes,

tras la modernidad de Europa,

las Letras, los idiomas,

mi abuela se convirtió

en la figura todopoderosa

que la familia sigue buscando.

Una cierta clase de heroína.

¿Nuestra Madame Curie?

No fuimos una familia patricia.

Menos aún una patriarcal.

A los relatos de abuela

los amasé en poema

(como ahora mismo ¿pueden verlo?

huelen a hogaza tibia)

No imité las lecciones letradas

de mi padre.

No ratifiqué la estirpe del desacuerdo.

En cambio,

elegí seis grandes maestros de escritura.

Con su imaginación

abuela alimentó/alentó

mis propios argumentos.

Claro que para ella

los míos serían prohibidos.

Me tocó

un contar y un cantar.

Publiqué muchos cuentos, poemas,

trabajos académicos

que después de diez años,

guardé para siempre

en un cajita de piel de camello.

Los relatos de mi abuela,

en cambio,

su conversión en poema,

corteza de pan,

hojas de cedro,

frescura del tilo.

Procuré que el mío

fuera un oficio noble.

Veremos algún día

lo que hemos hecho de nosotros.

Ese saldo atroz o sabio

que cuando comienza

a fallar el cuerpo

nos formulamos todos.

Vuela la bandada de ánsares,

rumbo a Kioto.

Abuela va delante.

¿alcanzan a vislumbrarla?

Sería necesaria una farola.

¿Seré capaz de afrontar

a la casta de los más ilustrados?

Cantan los ánsares.

¿Los escuchas?

Artículo anteriorPersonajes
Artículo siguienteDe vuelta a México, Enrique Bunbury festeja sus 35 años en concierto
Nació en La Plata, Argentina, en 1970. Se graduó como Profesor y Licenciado en Letras en 2005. Y se doctora en 2014 como Dr.en Letras, todos grados y posgrados en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP, Argentina). Es escritor, crítico literario y ejerce el periodismo cultural. Publicó libros de narrativa breve, poesía, investigación, una compilación temática de narrativa y prosas argentinas contemporáneas en carácter de editor, Desplazamientos. Viajes, exilios y dictadura (2015). En 2017 edita su libro “Sigilosas. Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas”, diálogos con 30 autoras que fue seleccionado por concurso por el Ministerio de Cultura de la Nación de Argentina para su publicación. De 2023 data su libro, “Melancolía” (2023), una nouvelle para adolescentes, publicada en Venezuela. Y de ese mismo año en México el libro de poesía “Reloj de arena (variaciones sobre el silencio)”. Cuentos suyos aparecieron en revistas académicas de EE.UU., en revistas culturales y en libro en traducción al inglés en ese mismo país. En México se dieron a conocer cuentos, crónicas, series de poemas y artículos críticos o ensayos. Escribió reseñas de films latinoamericanos para revistas académicas o culturales de EE.UU. También en México y EE.UU. se dieron a conocer trabajos interdisciplinarios, con fotógrafos profesionales o bien artistas plásticos. Trabajos de investigación de su autoría se editaron en Universidades de México, Chile, Israel, España, Venezuela y Argentina. Escribe cuentos para niños. Obtuvo tres becas bianuales sucesivas de investigación de la UNLP y un Subsidio para Jóvenes Investigadores, también de la UNLP, todos ellos obtenidos por concurso. Artículos académicos de su autoría fueron editados en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile en revistas especializadas. Se desempeñó como docente universitario en dos Facultades de la UNLP durante diez y tres años, respectivamente. Participó en carácter de expositor en numerosos congresos académicos en Argentina y Francia. Realizó cinco audiotextos y dos videos en colaboración. Escribió un cortometrabaje que permanece inédito. Integró dos colectivos de arte de su ciudad, Turkestán (poética y poesía) y Diagonautas donde se dieron a conocer autores y autoras de distintas partes de Argentina en formato digital. Realizó dos libros interdisciplinarios entre fotografía y textos con sendos fotógrafos profesionales, que permanecen inéditos. Se vio beneficiado con premios y distinciones internacionales y nacionales. Se formó en los talleres de escritura creativa ejercida por María Negroni, Leopoldo Brizuela, Gabriel Báñez (de quien se siente discipulo sobresaliente) y, el más reciente, en Buenos Aires, con Susana Szuarc.