Fuente: http://247latestnews.com/aliens-real-reveals-former-area-51-scientist/

La posibilidad de vida en otros planetas ha sido desarrollada desde distintas áreas. La ciencia ha seguido un camino sobrio, propio de sí, renuente a expresar aseveraciones al respecto, mientras que en el lado opuesto, la literatura y el cine han dado rienda suelta a imaginar la vida extraterrestre.

No discutiremos aquí sobre la posibilidad de su existencia, lo que se quiere abordar es cómo en el imaginario colectivo la imagen prevaleciente o prototípica de los alienígenas los ha proyectado como pobremente estéticos, siendo la televisión y el cine las principales influencias. De allí que  en este texto, señalaremos qué dicen de nosotros como humanos, las representaciones estéticas que hacemos de los alienígenas.

Si la imagen de los extraterrestres guarda una relación con la estructura humana los encontramos con ojos enormes como almendras oscuras, piel verdosa, oscura o metálica, largos brazos y piernas, con gran altura. Si la imagen no guarda relación con nuestra estructura corporal, entonces son propuestos como seres a medias entre criaturas marinas o amebas gigantescas, como lo vemos en la película Arrival (2016), la cual, por cierto, plantea uno de los aspectos más inquietantes sobre un posible encuentro con vida extraterrestre: el problema comunicativo.

Es ya un análisis común de la “otredad” hablar de cómo el ser humano tiende a concebir al “otro” como alguien a quien temer, a quien tener recelo o franco rechazo, esto debido al miedo a lo que no se conoce. Si llevamos esto a la concepción de vida extraterrestre, por completo ajena a nuestro mundo, a nosotros, estamos ante la otredad más pronunciada; al temor ante aquello de quien ni siquiera podría pesarse como un enemigo.

Si hacemos caso a esta explicación podríamos entender la razón por la que los extraterrestres son representados, en lo general, como seres poco atractivos, más allá de si son “buenos” o “malos”, “amigos” o “enemigos”. La representación que se ha hecho de ellos pone de manifiesto la percepción general de un ser homólogo pero no humano.

¿Por qué no es posible imaginar que los alienígenas pueden ser atractivos? Con esto no queremos decir, estéticos. Si se siguiera una especulación –finalmente todo en materia de extraterrestres es especulación– basada en un par de aspectos concretos, lo más razonable sería imaginar vida alienígena estética.

Si partimos de la teoría generalmente aceptada como la más plausible sobre el origen del universo en la que toda la materia surge de un punto en común, podríamos considerar que pese a la infinidad de posibles devenires en galaxias y planetas dentro de estas galaxias, la “belleza” manifiesta en la complejidad de la vida que nos muestra el nuestro podría ser análoga a la de otros.

Ahora, conociendo la distancia que separa sistemas solares y galaxias, tan solo con ese referente, se puede concluir que para viajes interestelares por parte de sus seres, estos debieron tener un camino evolutivo de largo alcance y en todos los sentidos, que al menos nosotros hasta hoy no hemos logrado desarrollar.

A nivel de estructura corpórea deberían ser seres que desarrollaron un cuerpo resistente y ágil. No los imagino voluminosos, requiriendo de enormes cantidades de recursos, energía y espacio para sobrevivir. Existen teorías sobre la extinción de los dinosaurios que hablan de lo poco efectivas que pudieron resultar sus estructuras corporales para su supervivencia.

Tampoco los imagino torpes o con siete tentáculos a modo de pies, como en la mencionada película, no siete manos, sino pies, siendo que la existencia de nuestra postura erguida y nuestras manos, específicamente la existencia del dedo pulgar, han sido señaladas como grandes ventajas en el desarrollo en el modus vivendi del ser humano.

Fuente: http://247latestnews.com/aliens-real-reveals-former-area-51-scientist/

Es interesante observar que las imágenes de extraterrestres que el cine, la televisión, los videojuegos u otras manifestaciones gráficas, cuando no son representaciones de seres por completo monstruosos, los siguen anclando en una representación más cercana al mundo animal que al humano. También los alejan de la estructura de las máquinas o los robots, porque parece ser que pensar en extraterrestres-máquinas no es una vinculación que se plateé con mucha relación o al menos frecuentemente. Parecemos olvidar los tópicos de las historias de robots, o los avances reales que está teniendo la robótica y sus proyecciones, donde se advierte que es en ellos donde las limitaciones humanas se intentan eliminar, independientemente de cómo se vayan a materializar en un futuro cada vez menos lejano.

Problemas como los que supondrían el impacto de las grandes velocidades para poder cruzar distancias intergalácticas en el cuerpo humano o el tiempo para realizar un viaje de tales características, donde los años de vida humana no alcanzan para sortear las cuentas, parece que no se piensa serían resueltos con la posibilidad de una evolución extrema que vaya de la vida orgánica a la artificial.

Se envían máquinas para la exploración en Marte o en la Luna pero los aliens son pensados de otra manera: o humanoides escuálidos, carentes de vello, de grandes ojos, que los emparentan más con el mundo animal, aunque más sofisticados, o monstruos que los llevan directo a la escala del mundo animal más primitivo. No hay mucha congruencia entre seres que pudieron llegar hasta nuestro mundo desde lejanos lugares del universo y el desarrollo cultural y tecnológico que deberían haber alcanzado para hacerlo.

En cuestión de inteligencia se les otorga grandes concesiones pero nunca son concretas. Se da por sentado que son seres con suma inteligencia por haber conseguido lo que nuestra especie no, pero no se profundiza en sus características. Es algo difícil aventurarse a reflexionar en caminos y alcances que una especie ha de recorrer en un camino que por completo desconocemos.

Independientemente de si los alienígenas o extraterrestres existen, la representación que el ser humano ha hecho de ellos vuelve al punto de partida: él mismo.

En cuestión de supremacía evolutiva no concebimos que algo pueda realmente igualarnos o lo que es más, superarnos. En la representación de alienígenas se acentúa más que en ninguna otra nuestro antropocentrismo, donde el ser humano no logra ser “superado”, al menos estéticamente.

De existir alienígenas capaces de viajar a otros mundos, podríamos imaginarlos con una estética atroz, no sabemos si familiar o por completo distinta de lo que nosotros somos, pero la fascinación que nos produce conocer el tejido que habita nuestro cuerpo, nuestra psique, los microrganismos, el reino animal o vegetal, los ciclos lunares o la conformación atómica de todo cuanto nos rodea, debería llevarnos a imaginar a la vida imparable bullendo en el espacio, con estructuras corpóreas y de pensamiento que compartieran el sello de lo deslumbrante.

Las imágenes que como humanos generamos de unos supuestos alienígenas podrían no caen en lo meramente “bello” o “repulsivo” –finalmente hasta hoy siguen estando sólo en nuestra mente–, sino tener una estética que respondiera al asombro y al respeto ante la encomiable labor de seres que habrían logrado sobrevivir a sí mismos y traspasar el espacio, siendo así realmente inteligentes.