Desperté en un embate a la mitad del sueño, esto me desconcertó tras venir de una constante somnolencia, para que luego mi mente como si fuera un ente ajeno me postrara sobre la orilla de la cama. Comencé a sentir que alguien merodeaba descaradamente mi habitación sin embargo sabía perfectamente de quién se trataba, lo que no entendía era la razón, intentó burlarse de mi, mostrando su fuerza como cuando yo era más joven, pero dos presencias tan cercanas no pueden llamarse desconocidos.  

Hacía mucho que no tenía una noche lóbrega, ciertamente no la pedí y mucho menos la necesitaba, bastante tiempo atrás dejé de idealizar mis propios monstruos, pues tuve que encontrar paz por mi propio bien. Después de unos minutos de silencio iniciamos con el ceremonial cigarrillo, como prueba mutua de la desinhibición de los malos hábitos, muchas veces me eh cuestionado si esto no es cuestión de un niñato pero en fin lo único que me interesaba era  conocer el motivo de tan desagradable visita.  

Kenneth Whalum

Esta presencia trataba de persuadirme por una segunda parte de nuestros intereses compartidos, le hice saber que me parecía una basura sin sentido, que había estado más que bien sin nada de eso, pero bien sabía que no le podía mentir y que siempre de una u otra manera terminaría cerca del caos. De manera sobrada me pronuncié en contra de las  segundas partes por su nefasta costumbre de ser una comedia gastada de la primeras, por lo que inmediatamente se arrojó contra mí un segundo embate tan violento y permisivo como jugar entre cuchillos.  

En una escena que ya no era de iguales, se me sujetaba la cara como si al amanecer nadie preguntaría que me había ocurrido, fue ahí donde se me trató de instruir sobre la verdadera intención de las segundas partes y que aún viniendo de alguien o algo tan cercano como  para tener acceso a la intimidad de mi habitación, solo lo consideré como una perspectiva más, los conceptos en las segundas partes son sutiles, detallistas, personales, pero sobretodo reveladores, se me sentenció.  

Kenneth Whalum habrá de confesar la verdadera catarsis detrás de este álbum, lo tengo como un deseo personal, me parece una osadía sensacional, profundizar aún más en sus  propios pilares, cuestionarlos pero sobre todo apropiárselos y desintegrarlos a placer con una aparente tranquilidad voraz. En Broken Land 2 encontré un retrato casi perfecto de cómo hablar de lo fúnebre sin la casi imprescindible carga moralina. Un álbum minimalista suficientemente bello y literalmente transparente al igual que su edición en vinilo.  

«Muy pocos recordarán lo que digo  

Pero ninguno de ustedes olvidará jamás lo que acaban de ver  

Deben recordar que el diablo está inanimado  

No puede caminar, no puede ir a ningún lugar por sí mismo  

Entonces, la forma en que el diablo puede moverse es que alguien lo lleve  Ten cuidado, no lo lleves, a donde vayas»  

Kenneth Whalum