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El magistral debut en México y en Guanajuato de la compañía berlinesa de teatro Schaubühne Am Lehniner Platz presentó los días 20 y 21 de octubre la inmortal obra de William Shakespeare Hamlet. Sin lugar a dudas una de las presentaciones estelares de esta edición del 47° Festival Internacional Cervantino.

Para aquellos que se han sentido enajenados por la tragedia. Para aquellos que experimentan la lenta agonía de la vida. Para todos aquellos roídos por la sensación del vacío Hamlet viene a dotarnos de perspectiva.  La clásica historia de poder y traición fue representada con todo el poder y la fuerza de una compañía de teatro que nos envolvió en su magia y nos mostró que el carácter universal de los clásicos será perenne mientras el espíritu humano permanezca sobre la faz de este planeta.

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Una obra de teatro que lo tiene todo: drama, tragedia, farsa y comedia… todo ello bajo la sobresaliente dirección a cargo de Thomas Ostermeier director de esta compañía de teatro desde 1999 y que ha llevado a este talentoso grupo a la constelación más alta del teatro mundial. Igualmente es digna de mención la traducción y adaptación de Markus von Mayenburg que desde 1999 participa junto con Ostermeier en el Teatro Schaubühne en la adaptación de diversas obras que les han valido a ambos sendas condecoraciones en el viejo continente.

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También resultaron excelentes las actuaciones por parte de todo el elenco sobresaliendo en el papel de Hamlet el actor Lars Eidinger y en el doble papel de Gertrudis y Ofelia la actriz Jenny König ejecutando sus papeles con una calidad que pocas veces tenemos la oportunidad de apreciar tan cerca de nosotros. Uno de los rasgos distintivos de esta interpretación de Hamlet fue la improvisación de parte de Eidinger al usar la descortesía de algunos asistentes como el uso los teléfonos celulares durante la función; también se dio un episodio cómico con la desaparición de una espada que transfiguró la frustración de Eidinger-Hamlet en una pala cuyo fin fue el de convertirse en el arma extraviada. Finalmente otro momento más de genialidad se dio con la salida de algunos elementos del público que resultaron impacientes -los menos- y abandonaron la extensa representación teatral de más de dos horas de duración que mantuvo a la audiencia sujeta a sus butacas.

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La escenografía a cargo de Jan Pappelbaum fue otro de los elementos fuertes del teatro Schaubühne que forma parte de su lenguaje visual al utilizar elementos clásicos y modernos para la total expresión del argumento de la poderosa obra de Shakespeare  en un contexto que se antoja el de la cena de navidad de cualquiera de nosotros. En un escenario móvil que se apoyó en la tecnología de proyección o mapping –y que nos recuerda otro evento acaecido en el mismo recinto de la autoría de Peter Greenaway a saber 100 objetos para representar al mundo– en el que el uso de una cámara como recurso para expresar la conciencia atormentada de Hamlet ante un público que pasaba de la estupefacción a la sonora carcajada llevados de la mano de estos grandes actores.

¿El argumento? Conocido de sobra: tras la misteriosa muerte del rey Hamlet es visitado por el fantasma del padre, ¿acaso la venganza disfrazada?, que lo empuja a cobrar los réditos pendientes; la infame ceremonia de boda y a la vez sepelio trastorna a Hamlet que nos conducirá por su periplo por el valle de la cordura y las cordilleras de la locura, que nos ofrecerán un “teatro esquizofrénico” (parafraseando hasta algún punto a Foucault). El recorrido por una comunidad de cínicos sólo agravará la mente de nuestro protagonista que, finalmente, será incapaz de recorrer el tenue velo que separa la cordura de la demencia si es que tal cosa existe.

Una obra de que definitivamente permanecerá en el recuerdo de los que logramos asistir a presenciar Hamlet en la representanción del Schaubühne Am Lehniner Platz.