Ser joven aquí es esperar
que te callen, te anulen
te disuelvan en ácido o en mentiras.
Es temer que te maten por montón o uno a uno
que te desaparezcan de 43 en 43 o de 3 en 3
el resultado es el mismo: nada.
¿A dónde van los desaparecidos?
Busca en el agua y en los matorrales.
Es aguardar a que te conviertas en carne de cañón
en parte de los múltiples negocios que genera el sexo.
Que te den empleos de medio turno
con sueldos partidos también a la mitad
de la mitad
de la mitad.
Que se acuerden de ti solo en los años de Elecciones.
Que engroses dos filas:
aceptados y rechazados de las Universidades Públicas.
Los aceptados más tarde irán a la fila de los desempleados
o de aquellos con sueldos de miseria,
sin seguridad, entregando lo único que eres: tiempo.
Los otros cubrirán la cuota de las maquiladoras
del trabajo que nadie quiere hacer.
Los menos, irán a las fauces de las Universidades Privadas
con letras mayúsculas o minúsculas.
Ser joven en México es hacerte tragar pastillas, slogans o balas.
Pero ser joven también es recordar pasajes enteros de Historia:
El 2 de octubre
La Noche de Iguala
Los Tres que son Miles
No olvidar.
Es saber que nos mienten,
que no nos darán nada,
mucho menos el Gobierno,
ese que al contrario, también mata;
que aquello que logremos
será cerrando el puño
en medio de tierra y fuego.
Fuente de imagen: ANSA.