Muchos de los nacidos en México en 1981, estrenaron su credencial de elector cuando entraron a los cines a ver la película Sexo, pudor y lágrimas, estrenada en 1999, y que se convirtió en la más taquillera del cine mexicano hasta ese momento.
El siglo XX estaba por terminar y el cine mexicano estaba carente de éxitos cinematográficos en cuanto a taquilla se refiere. El cine norteamericano saturaba las pantallas mexicanas con éxitos comerciales, tales como el El Club de la Pelea, Matrix, Belleza Americana, Milagros inesperados, Ojos bien cerrados, El jinete sin cabeza y Un lugar llamado Notting Hill, por mencionar algunas.
Fue entonces cuando la productora Argos, famosa en ese entonces por sus melodramas televisivos, adapta una obra teatral llamada Sexo, pudor y lagrimas y la lleva a la gran pantalla. El director de la película, el mismo que la obra de teatro, fue Antonio Serrano Argüelles, a quien en ese momento le llamaban la atención algunos temas poco tocados en el cine: la monogamia, la infidelidad, la promiscuidad, la insatisfacción sexual y el orgasmo. El resultado fue todo un éxito.
El publico de clase media y alta volvió al cine, tal vez identificados con la trama de la película, los problemas cotidianos y sexuales de seis jóvenes de la ciudad de México, avecindados en un complejo de edificios en una buena zona de el entonces Distrito Federal. El elenco era variado, pues fue una mezcla de actores que provenían de diversos ámbitos. Unos en proceso de consolidación en el cine, Demián Bichir y Cecilia Suárez, y otros que venían del melodrama televisivo, Susana Zabaleta, Jorge Salinas, Victor Huggo Martín, y la versátil actriz Mónica Dionne, que completó al famoso elenco.
En ese entonces la película fue acompañada de un gran aparato de publicidad, y en especial, su soundtrack fue muy sonado y tocado hasta el cansancio en las diferentes estaciones de radio de ese entonces, en es especial, el tema principal, de Alex Sintek, del que todos recordarán el meloso y pegajoso estribillo: “Uom veram dirim da, Uom veram dirim da”, o algo así.
La película duró cerca de 8 meses en cartelera con un rotundo éxito, la recomendación pasaba de boca en boca entre los jóvenes y no tan jóvenes de finales de 1999 y principios del año 2000. A la distancia el tema de la película parecería todo un cliché, y tal vez esa fórmula copiada ha querido ser emulada hasta la actualidad, dando como resultado decenas de comedias ñoñas y sinsentido que han encapsulado a nuestro cine mexicano. Pero no se puede negar que Sexo, pudor y lágrimas, junto a Amores Perros y la Ley de Herodes, fueron una parte aguas del cine nacional, dándole así la bienvenida al siglo XXI.