El noveno día del mes de Quecholli, en el año 1-Caña (el 8 de noviembre de 1519), año del aniversario de Quetzalcóatl, los teteo hacen su entrada en la ciudad capital del Anáhuac. Hernán Cortés y sus hombres llegan a la opulenta tierra de Moctezuma II.
Alrededor de trescientos hombres, seguidos por varios miles de aliados y tememes, desfilan al son de los tambores, con sus banderas desplegadas y en tan perfecto orden como lo permite la multitud.
Los espectadores se apiñan, efectivamente, en el camino u observan desde las incontables canoas que cubren la laguna. A partir de cierto punto, la calzada corre en línea recta hacia el norte, cruzando las aguas; es tan ancha que ocho caballos pueden avanzar a la par.
A cerca de tres kilómetros del centro de Tenochtitlan, una gran puerta fortificada controla en acceso a la ciudad. Ahí, unos mil señores principales espléndidamente vestidos esperan a los conquistadores para saludarlos. Uno tras otro, durante una hora, vienen a inclinarse ante ellos, tocando la tierra con un dedo que luego llevan a los labios. Cacama, Cuitláhuac y otros grandes aprovechan para reunirse con el emperador, quien espera a sus huéspedes un poco más lejos, en su litera.
Cuando los españoles llegan, Moctezuma se apea y camina a su encuentro, bajo un toldo de plumas verdes adornado con oro y pendientes de plata cargado por cuatro señores. Camina entre Cacama y Cuitláhuac, apoyado en sus brazos. Ellos van descalzos mientras que Moctezuma lleva sandalias de oro incrustadas con piedras preciosas.
Doscientos dignatarios de alto rango le siguen, arrimados a las paredes y mirando el suelo. Luego vienen miles de soldados y sirvientes. Hay cortesanos que barren delante del emperador; otros extienden alfombras bajo sus pies y las recogen cuando ha pasado; hay flores por doquier…
Cortés, que ha desmontado apenas ver a Moctezuma, se le acerca y quiere abrazarlo, pero Cacama y Cuitláhuac se interponen. Moctezuma le da la bienvenida.
Narración extraída de la obra Moctezuma. Apogeo y caída del imperio azteca (2014), de Michel Graulich.
A continuación les ofrecemos una serie de representaciones pictóricas que se han hecho sobre este encuentro.