Angélica Gorodishcer. Imagen obtenida de: Diario Digital Femenino

Para Cecilia, Sergio, Horacio Gorodischer y sus respectivas familias

Para Gabriela Casalins y Ana Carina Cremona

Hasta que por fin tuvo su cuarto propio. Fue en el fondo de su jardín. Un cuarto único en su género, con souvernirs algunos extraños, paredes cubiertas de libros, una computadora que cuidaba como el oro porque allí se guarban sus tesoros: cofre lleno de doblones.

     Angélica Gorodischer fue una mujer de una imaginación desaforada, desatada, salvaje. Menos de razonamientos rigurosos o de ensayos medulosos. De hecho ella cierto día que, interesada  como estaba en el tema mujer, me confesó no escribiría un libro sobre el tema porque no contaba con la formación ni con la información. Circunstancia que revela poder de autocrítica. De saber hasta qué límites se llega y cuáles no conviene rebasar para evitar la falta de excelencia. No obstante, escribió un libro de conferencias, charlas y artículos más informales, A la tarde, cuando llueve, hacia el final de su vida, que más que mostrar a una  mujer pensadora rigurosa (si bien eso está de forma indispensable), lo hacen de alguien con capacidad crítica, cuestionadora, de una notable originalidad. De todas formas. Tal circunstancia llegaría cuando su poética se había se habías desplegado de forma más caudalosa y, me atrevería  a decir, vigorosa.

     Fue una gran preocupada por la recuperación o consolidación de la tradición  de las poéticas argentinas escritas por mujeres. En verdad,, para decirlo con palabras claras y directas, fue feminista. Recbió como un Premio que siempre ponía a un costado de los literarios, naturalmente, el otroado por la APDH, la Asociación Permanete por los Derechos Humanos. Por su trabajo en pro de los derechos de la mujeres. Organizó encuentros de escritoras en Rosario, asistió a otros tantos en el país o en el extranjero, al que fue invitada porque conocían esta otra dimensión de su trabajo o de su ideología. Compiló varias antologías de cuentos de narradoras argentinas o bien latinoamericas en las  que, de forma representativa, dio a conocer esa misma tradición pero a nivel continental. Sus Prólogos la muestran con un humor delicioso, por momentos incluso desopilante, pero al mismo tiempo  certero. Su humor desarmaba, desacartonaba a los solemnes, o los ponía en apuros a los formales, a quienes esperan de un escritor la clase magistral que magistalmente procedan a un análisis o una exposición argumentativa con hipótesis de una seriedad que bien pueden, sin embargo, ajustarse a otra clase de abordajes y presentaciones. Los suyos.

     Escribió muchos libros. Todos de narrativa. Fue cuentista y novelista. A mi juicio sus cuentos no son mejores que sus novelas ni sus novelas que sus cuentos. Había naturalmente inflexiones que les dio a sus obras porque siempre fue renovadora en su práctica escrituraria respecto de los así llamados géneros literarios. La ciencia ficción, el fantástico, el policial (en dos etapas distintas de su producción creativa), el gótico, el modo en que la categoría de género atravesaba de modo corrosivo y transversal toda su ficción a partir de cierta etapa, en que hubo una suerte de toma de consciencia, de toma de partido, de decisión y convicción en relación al feminismo, abrazándolo.

     Sus argumentos jamás dejan de ser originales, son aportes singulares a la Historia literaria argentina, dejarán una marca fuerte en nuestra cultura literaria, especialmente entre quienes se dedican especiamente al fantástica y la ciencia ficción. Si bien no exclusivamente. Me confesó que de entre todo su corpus, los dos libros que más le gustaban eran Prodigios y Kalpa Imperial. Luego Tumba de jaguares (2005, por la construcción narrativa que había logrado) y Doquier (2002). En este orden.

     Su prosa adopta dos matices o líneas de trabajo bien delimitados que bien vale compaginar o bien mantener por separado. O la representación literaria de la oralidad (no necesariamente mediante diálogos  sino acudiendo a narradores en tercera o primera persona). O bien una prosa fastuosa, rica en significantes,  que remiten a significados que se abren de modo incalculable. Y hacen estallar el orden de lo semántico.

     Su proyecto creador, ahora ya cerrado pero que es posible reconstruir gracias a los sucesivos hitos que fueron sus distintos libros, son reveladores de algunas etapas que sí me gustaría señalar o al menos detenerme en algunos libros en los cuales ellos informan . Un primer libro, incipiente, Cuentos con soldados, vacilante, que ganó el Premio Club del Orden, importante en su provincia. Luego algunos cuentos inssulares más, uno de los cuales ganó otro Premio, “En verano, a la siesta y con Martina”, que le valió otro premio. Y aquí queda ya sellado el pacto con el policial que serría retomado en dos novelas primero bastante breves, Floreros de alabastro, alfombras de bokhara (1984) y Jugo de mango (“son la misma novela”, me explicó en una entrevista). Más tarde, a pedido de Jorge Laffoge escribe otro cuento policial, “El beguén”, que aparece primero en una antología del género, para más tarde pasa a formar parte de un volumen precisamente de cuentos, Cómo triunfar en la vida, (1998), por momentos con tretas de un humor ingenioso, por otros violento, por otros en donde, nuevamente, la mujer ocupar un lugar pincipal, incluso literalmente empuñando armas de blancas o de fuego. En este libro, en un paratexto, que hace las veces de una agradecimiento, ella declara que le  su gratitud hacia este crítico, estudioso y editor el haberla hecho regresar a un género del cual ella solo contaba con cuentos viejos, que no la dejaban ahora satisfecha. Un género del cual se había alejado hacía muchos años, con cuentos que no le parecían de apreciación favorable en aquel presente histórico. Un género que, ahora sí, recuperaba. Los sentía remotos. Probablementne, también, habiendo con estos otros habiendo alcanzado una calidad superadora, con con más experiencia en el oficio, se sentía más segura y más satisfecha. Y le había hecho recuperar las emociones fuertes, emocionantes desde el punto de vista de lo sanguinario o lo pasional,  para ponerlas en juego en esta etapa de su poética. Ya en un género que ella creía superada.

     Su corpus es tan amplio, y tan anchos los significados que abordan que resulta sumamente difícil para alguien que incluso consagró su vida a investigar su poética, en un artículo condensar en un abordaje crítcico el contenido de en las que trabajó. Pero sí hay grandes tendencias a las que procuraré acudir para una exposición lo más nítida posible de su producción. De formas formas, son esbozos, hipótesis parcial, no conclusivas.

     Al calor de la última dictadura militar argentina escribió Kalpa Imperial, en dos partes, La casa del poder (1983) y El imperio más vasto (1984), incluyendo en total once capítulos o relatos sin numerar pero  sí titulrados. Luego fue reunida en un solo volumen, en particular en Argentina en su edición de 2001, si bien España hizo lo propio en 2000. Si su contexto de producción fue el que acabo de referir, la obra no podía sustraerse a tal circunstancia, de modo disidente. Se trató de un tour de force. Es magnífica, cautivante, plena de imaginación que desborda subversión, la que no podía ejercer en el orden de lo real. Es la historia de un Imperio que nace, crece,  se derrumba, vuelve a recuperarse, alcanza su auge durante el gobierno de la Emperatriz. Hay una figura recurrente en cada una de las partes de esta novela épica en episodios: la del Narrador. Una suerte de figura que como un hilo conductor va entrelazando las distintas partes del libro que, por otra parte, son por lo general independientes. Salvo el último capítulo,  que dejo en el secreto para que los lectores sientan el deseo de acercarse al libro, el resto de las tramas y subtramas tienen que ver con emperadores autoritarisos o ineptos, con generales y con personajes secundarios como archivistas. Según la narradora norteamericana con énfasis en fantasía y ciencia ficción Ursula K. Le Guin, que tradujo esta novela al inglés, “Tiene un talante visionario excepcional”, heredero de la gran tradición del legado europeo. Leí la traducción al inglés en dos oportunidades (EE.UU, Small  Beer Press, 2003) y en un cotejo con la escrita en su lengua original es de un arte verdaderamente excepcional. Gorodischer solía decir que la traducción era mejor que el original. Pertenece y no pertenece a la ciencia ficción. Me inclino más por pensarla como una novela utópica o que dialoga con el utopismo, por momentos con la fantasía utópica o distópica. Siempre permanece ese tono que nunca de termina de escurrir del todo de la poética de Gorodischer, de un humor, siquiera como atmósfera o detalle sutil. Pero se trata de una excepción en su poética porque el humor está más controlado, el delito, el crimen, la conspiración, los asesinatos, las celadas, los golpes de Estado, son los que gobiernan la fábula. Excepción hecha del reinado de la Emperatriz que es el gran momento, el auge, su punto culminante. Durant el cual las decisiones gubernamentales que ella toma resultan ser de un bienestar para los ciudadanos y de una expansión que hacen un verdadero contraste con los Emperadotres ineptos, o  cobardes o malvados que le  precedieron.

     Solía decir que la mejor escritora argentina era Griseldaba Gambaro. Y no digo esto para engendrar competencias ridículas o para generar discordias entre mis colegas sino para situarla en una determinada tradición (no en una misma índole de escritura), en particular ideológica. De todo aquello de lo que abominaba y de todo aquello a lo que aludía. Pero también de todo aquello que admiraba. Algunas de ellas, y de la más señaladas, eran su coherencia, su feminismo, su excelencia estética, su ideología política, lo parejo de su producción.

     Casada con el Arquitecto y Profesor universitario Sujer Gordischer, con tres hijos (Cecilia, Sergio y Horacio) y muchos nietos, su vida transcurría entre la vida familiar (a la que ella le otorga un valor superlativo), la escritura (a la que ella le otorgaba otro valor superlativo) y los viajes tanto por trabajo (sobre todo) como por placer. Pero fue una trabajadora incansable. Diria más: inagotable.

     Fue una autora crítica, cuestionó el statu quo cultural porque todos sabemos que con las mujeres la Historia ha sido aberrante (causa que abrazó, cómo dije, de modo encendido), el imperialismo, el racismo, los totalitarismos, fueron ideologías que repudió y combatió. En definitiva: todos sabemos que el mundo funciona al revés de que como debería. Y eso a ella la desvelaba. La escritura si bien no fue concebida por ella como una forma de enderezar ese mundo como vocación, sí una vez consagrada a esa particular ideología, esto es, sistematizda, la orientó espontáneamente hacia su trabajo creativo.

     Participó de infinidad de antologías con cuentos inéditos o bien éditos pero a cierta altura de su vida estuvo en condiciones (me atrevería a decir a decir que tempranas) de escribir por encargo en el sentido de hacer deliberadamente incluso lo que desde una editorial le solicitaban, en particular cuentos, no novelas. Las novelas eran un territorio sagrado para ella.

     Como curiosidad diría que escribió un libro colectivo de cocina feminista, Locas pocas la cocina, dentro del cual hay un texto excepcional a mi juicio titulado “Epifanía del pan”, al que suelo regresar. También diría que escribió un cuento en coautoría con el escritor Guillermo Boido, “La pera irremediable”. Y que participó de un libro sobre la relación entre madres e hijas, Salirse de madre.  Para cerrar, siendo coherente con sus puntos de vista, que compiló una antología de la escritura de autoras del mundo entero, no demasiado extenso, pero sí representativa, de distintas épocas de su vida, para Editorial Desde la Gente.

     De entre sus admiraciones mencionaría sobre todo mujeres, que eran sus grandes faros, referentes o en cuya tradición ella sentía declaraba se inscribrse: Juana Manuela Gorriti, Juana Manso, Liliana Heer, Diamela Eltit (a quien admiraba muy especialmente), la citada Griselda Gambaro, Victoria Ocampo en particular por su irrupción en la esfera pública más que por su literatura (relativizaba la influencia de su hermana Silvina Ocampo), Italo Calvino, y durante la escritura de Kalpa Imperial a J.R.R. Tolkien y a Hans Christian Andersen. También valoraba mucho la escritura de Alicia Steimberg por su transgresión en el orden de la ley social con su novela erótica Amatista (1989), con sus novelas que atacaban de raíz el estado de cosas imperante, en particular en el orden de las relaciones humanas, en el seno de la familia pero también eran defensoras del goce y del placer. Hubo uno novela, que ella me señaló en una entrevista, muy en particular, Toda pasión apagada (All Passion Spent, 1931) de la inglesa Victa Sackville-West, amiga de Virgina Woolf, motivo por el cual yo la leí en traducción de Alici Jurado. Y por supuesto Virginia Woolf y Simone de Beauvoir, esta última fácilmente imaginable por qué motivos. Las escritoras que acabo de nombrar siempre me aclaró que ella se refiriera a esa lista por similitud de poéticas, sino por admiracón de poéticas o afinidad ideológicas.

     Gorodischer siempre se caracterizó por hacer oír su voz, particularmente en lo relativo a la situación de la mujer, pero no exclusivamente. Intervino en la esfera pública desde distintos foros: diarios, periódicos, revistas, conferencias, congresos, programas de radio y TV. Uno de sus cuentos fue llevado al cine, por María Victoria Menis, en 2004, titulado tanto el cuento “La cámara oscura” y el film bajo el mismo título.

     Menta (2000) es un libro de cuentos que a mi juicio pasó desapercibido y tiene cosas para decir. No me estoy refiriendo exactamente a los cuentos sobre género sino a que es un libro “sobre la muerte, que se fue escribiendo a mis espaldas”, como me confesó en una charla persona.  “Sin embargo tiene un final esperanzado”, agregó. En efecto, la menta es un  sabor difícil de gustar, algo picante para mucha gente, a diferencia de otros más dulces aunque sean también refrescantes. Y el cuento “Menta” es precisamente, casi premonitoriamente, el de una anciana que fallece. Naturalmente en condicions muy distintas en que seguramente le habrá tocado hacerl o a Angélica Gorodischer en Rosario, pero que sí reproduce su circunstancia.

     Prodigios (Lumen,, 1994), es una novela que ella había escrito “por oficio, contradiciendo sus propias premisas respecto de lo que debía ser o era la narrativa tal como, a contrapelo de mi escritura”. En tal sentido, se trata de una novela habitada por un grupo de mujeres en la antigua casno del poeta Novalis, uno de esos grandes escritores que la tradición occidental  ha canonizado como  “un gran vate”. Sin embargo este casa, un hospedaje, regenteada por una muer refinada, está habitada solo por mujeres. Mujeres que limpian, mujeres que cocinan, mujeres que se ocupan del resto de las tareas domésticas, una mujer que la gobierna con arte. Una mujer encandora pero nada frívola. Novalis viene a cuento de su casa en ruinas, reconstruida por una mujer que es la que tiene el poder en ella, la que la gobierna. En esa arquitectura se escribieron algunos libros fundamentales de occidentales. Sin embargo, también discurre la vida de menuda de un grupo de mujeres que no son tan menores como lo parecería sino son protagonistas, ellas sí, de una trama también elaborada, atractica, significativa, que merece atención.  

     En lo referido a una de sus producciones hacia la década de los años noventa, que fue cuando tomé contacto con ella, citaría La noche del inocente (1996), un  novicio que en un monasterio de monjes crapulosos, algunos homosexuales, otras corruptos, otros hipócritas, otros autoritarios, este novicio entabla con la figura del la Virgen María una relacion singular que incluso llega a insinuar un cierta acercamiento sensual. Pues la pluma de Armonía Somers sobrevolaba ese relato. El final, lleno de una plenitud colmada de esperanza por fuera de este conjunto de monjes que se comportan de modo despidado también con el novicio, son deplazados por completo de escena, es como si cayeran en un abismo o un precipicio.

     De entre sus libros siento particular inclinación, por dentro del ciclo de la ciencia ficción, por Bajo las jubeas en flor, título que luego ella cuando reeditó y lo redujo a Las jubeas en flor. Gustaba de los neologismos, las hipérboles, las enumeraciones caóticas, como precisamente en La noche del inocente o algunos cuentos de Menta se ponen de manifiesto de modo particularmente explícito.

     Este un libro de ciencia ficción especulativa, no de ciencia ficción “dura”, como la distinguen los norteamericanos, esa en la que abundan las grandes tecnologías, los dispositivos del hiperdesarrollo o esos típicos mecanismos propios de géneros. No. Esto es otra clase de ficción. No científica. Más bien se trata de un tipo de sociedad con reglas claras, leyes propias a las que un visitante debe ajustarse, parcialmente padecer y parcialmente finalmente poder escurrirse.

     Muy distinto será su libro Trafalgar (1979), traducido al inglés, (EE.UU.,Small Beer Press, 2013), que consiste en una serie de conversaciones que una mujer mantiene con su amigo Trafalgar Medrano, un habitante conspicuo de Rosario, que recorre univeros intergalácticos, dedicado a hacer negocios en otras partes del universo, pero algunos gobernados por ejemplo por un aristomatriarcado, integrado todo por mujeres, con alguna de las cuales mantiene relaciones sexuales pero un planeta del cual debe huir perseguido por sus habitantes con motivo de que no han tolerado o sus costumbres o su transgresión. Con su gran amigo Trafalgar Medrano, el gran amigo imaginario de Rosario, donde recordemos Gorodischer residió toda su vida, la narradora en sucesivas conversaciones en las que él bebe infinitos cafés en esos bares de los que no ha sobrevivido ninguno, irán desgranando sus aventuras y desventuras por el espacio intergaláctico.

     Publicó un libro interesante, curioso también: Historia de mi madre (2004). Una autobiografía diría que bastante amarga, si bien tiene chispazos luminosos. Adopta la  forma de un cruce de formas, circunstancia que politiza el género desde las formas,  me refiero a los “géneros del yo”. La de la autobiografía, la biografía, pero siempre bajo la forma del diario íntimo, incluido el de viajes, por vacaciones o por trabajo, en el  que evoca la figura de su madre, reconstruye el friso de su infancia, adolescencia, juventud y adultez, con algunas zonas más crispadas o probemáticas que otras. Una relación conflictiva con una madre que no terminaba de entenderla o esperaba de ella algo que no podía o no estaba interesada en ser. De ese malentedido surge un desacuerdo.

     Angélica Gorodischer dirigió, que yo sepa, la primera colección de literatura erótica del nuestro país. Entre uno de los cuales se cuenta Pietro Aretino. La colección se titula La noche Mil dós, que hace intertexto explícito con el clásico más célebre de Oriente ¿Qué habría ocurridoa a la siguiete? ¿el tan anhelado encuentro sexual en el libro probablemtne más fastuoso de esa toponimia?

     Fue el referente de la ciencia ficción más poderoso de nuestro país. En América Latina también tuvo un lugar fundamental en el desarrollo y consolidación del género. Pero también en el resto de la producción literaria escrita por autoras. Reinvindicó ese lugar que consideró la mujer merecía tanto en la producción, en la edición, en la difusión como en la lectura continentales. Y fue a nivel mundial, junto con Liliana Bodc, varias generaciones posterior, si bien con otros antepasados literarrios (o la mayoría), la autora de mayor trascendencia en esta vertiente literaria. Si bien Liliana Bodoc se consagró a la épica fantástica.

     Su poética ataca los sistemas cerrados de ideas un sentido común. En particular el que, a fectaba a la ideología en torno de la condición femenina y sus estereotipos. Aquí Gorodischer interviene haciendo circular nuevas representaciones de la feminidad, por un lado. Por el otro, construyendo contrarelatos que desmontan el machismo que el patriarcado ha centralizado en el varón como dominante y su apuesta es a personajes femeninos con un gran poder de determinación así como de injerencia, un rol activo no solo en la vida privada sino en la pública.

     En lo relativo al orden de la libertad se gran apuesta es al desprejuicio, la plenitud de los sujetos, en particular al sujeto mujer y la positibilidad de interacción y acción que no reconozcan límites, menos aún los pretendidamente estipulados por la dominación masculina. Se permite desde transgredir principios al pudor (con moderación) o la hipocresía de la sociedad argentina pero lo hace bajo mediante astucias. Y bajo sus propios términos. Si bien sus narradores (femeninos o masculinos, sus protagonistas, por lo general femeninos) regresan una y otra vez a la represión de la mujer ello tiene lugar adoptando la forma de distintos rostros, formas, máscaras, significados sociales en directa relacion con contenidos y formas literarias. Politizada las formas literarias desde la categoría de género.

     No asiste a la creación en un  mero rol de la invencicón sino que busca que ella sea factor dinámico de cambio. La escritura ha de ser subversión de patrones sociales que inhiben las capacidades, el goce, como lo había adelantado, o bien el disfrute de la vida desde un festín de comidas llenas de manjares, como en Tres colores, hasta el erotismo, con su novela Querido amigo (2006), a mi juicio una de las mejores de la literatura argentina.

     Publica hacia su última etapa el libro Las nenas (2016), en el que un grupo de niñas demuestran gozar de todos los atributos menos la ingenuidad o la inmadurez crítica o de intervención en el orden de lo real, desbaratando ataques a su integridad por parte de varones inescrupulosos, corriento aventuras o haciendo grandes descubrimientos. Logran escapar de abusos, colaboran con personas en problemas y salen ellas mismas de los propios. Prosigue, por otros medios esta vez, la reflexión en torno del género que se había iniciado de modo programática en un libro bastante temprano, Mala noche y parir hembrada (1983, luego reeditado con modificaciones en 2000), en los cuales el machismo recibe una respuesta cultural que lo pone en evidencia y lo neutraliza o ridiculiaza, a veces lo burla, tanto en en el nivel de la representación como de la ideología. Por otra parte, este “modo de réplica literario”, según acuñó esa noción el académico Andrés Avellaneda en torno de otro contexto social de análisis literario y problemática, esa vez política, aquí se organiza a partir de el orden de una contestación de orden ideológica y simbólica que desarticula sus distintos niveles de violencia. Ambos libros invitan a repensar la cultura desde la perspectiva en que ha sido concebida por le sistema patriarcal según el sistema atributivo de sexo/género.

     Su imaginación creativa también la hace entrar en colisión con el realismo mimético porque, como afirma la estudiosa Rosemary Jackson su reconocido libro de 1986, Fantasy. Literatura y subversión, concibe imposibles semáticos que conciben personalidades, apariencias que luego se revelan en cambio como monstruosas, espacios que multiplica no según un futuro al que aspira alcance la especie humana sino disfrute en la tierra de él. La presencia de seres inquietantes, en ocasions fabulosos, la sitúan en una posición de un sujeto mujer agente que concibe universos alternativos en el seno de los cuales circulan o que ellos mismos han creado, en tanto que sociedades utópicas  o distópicas.

     No fue heredera del fantástico en la misma vertiente de Silvina Ocampo, Borges y Bioy Casares. Su ficción está más politizada desde el punto de vista de los significados sociales, Gorodischer no proviene ni circula entre el patriciado (tampoco le interesa pertener a él), sino en términos generales de la clase media ilustrada. No se manifiesta inquieta por una literatura que no afronte el conflicto social en todas sus variedades sino en una poética que lo denuncie, que lo ponga en cuestión, que practique una pulseada con él, que lo desmantele por lo menos en su nivel simbólico y posicionarse con palabras claras, terminantes, directas y explícitas respecto de él.

     El universo poético de Gorodischer nos colma de una completitud (para unos más  que para otros, según los casos), que uno es capaz de experimentar en la frecuente extravagancia de sus personajes, conflictos, situaciones, escenas, personajes, escenografías, fábulas, la capacidad de pensar y ser, definitivamente, otra persona. Perteneciente a otro orden en lo reltivo a la dimensión en que asiste a sí mismo y al  mundo, incluso el universo concebido como totalidad inabarcable que las palabras lograr encerrar en una portenosa cápsula simbólica.

     A diferencia de la academia argentina, frente a una habitual indiferencia, opuse una resistencia crítica que no se amedrentó ni frente a palabras  importantes ni frente a un canon que desde la academia pretendió o confinarla a un lugar segundón  o directamente omitirla. No me parecían mal los nombres más encumbrados que se alegaban, pero sí consideré que por dentro en ese canon faltaban unos cuentos nombres que eran  referentes de la cultura literaria argentina. Y el de ella, por trayectoria y por talento es uno de los más destacados.

     Recibió muchos premios. Entre entre ellos,  el World Fantasy Award, de EE.UU. a la trayectoria. Desde sus comienzos, en 1964, el Premio Vea y Lea, en 1965, Premio Club del Orden, en 1984 el Konex, Diploma al mérito, en 1984, el Premio Más allá, en 1984, el Premio Poblet, en 1984-1985 el Premio Emecé, en 1985 el Premio Sigfrido Radaelli, Club de los  XIII, en  1986, el Gigamesh, Premio Konex de Platino, el Gran Premio Trayeectoria del Fondo Nacional de las Artes en Letras.  Obtuvo dos becas Fulbright. La primera, gracias a la cual participó en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. La segunda, en 1991, para enseñar en la University of Northern Colorado.. En EE.UU. en ambos casos.

        Me he pasado la vida investigando la poética de Angélica Gorodischer. Desde aquel adolescente que en el Colegio Nacional “Rafael Hernández” leyó iniciáticamente Floreros de alabastro, alfombras de Boakhara, en 1986, porque se enamoró de la palabra “bokhara”, intragado por su significado fue capaz de apreciar el vértigo narrativo de que gozaba una pluma argentina dotada para ese arte. Pasando por ese reseñista de las novedades o reediciones de su narrativa en diarios, periódicos, revistas o publicaciones académicas. La confección de un archivo periodístico y hemerográfico en una enorme caja con entrevistas, abordajes críticos o reseñas críticas de diarios. El investigador académico que escribió su tesis de Licenciatura en Leras por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) sobre su poética y la aprobó en 2005. Una enorme cantidad de ponencias en Congresos y Jornadas en La Plata, en Buenos Aires y Francia. El estudioso que escribió su tesis doctoral sobre ella y Tununa Mercado defendiéndola en 2014, también por esa Universidad. En el medio quedan muchas entrevistas grabador en mano o vía email, publicadas en revistas académicas de EE.UU. Una gran variedad de artículos críticos en medios académicos en distintas Universidades de Argentina y EE.UU. Cenas en su casa o cafés en los hoteles en los que paraba cuando iba a Rosario llenos de  humor.  En bares comiendo los exquisitos sandwiches tostados de Rosario. Cartas (con la clásica esmpilla de un dragón con las que ella las sellaba),  muchos correos electrónicos. Dedicatorias inolvidables de sus libros, incluidas a mi hija. Un regalo de casamiento que era la eficie de un sol radicante con rostro que sonría con vitalidad. En fin, la vida entera que se cierra con su últmo libro, Coro (2017), desde la perspectiva de la escritura en el seno de un corpus, hasta esta elegía en que me atrevería a decir, no sin reverencia, en que se ha muerto como del rayo Angélica Gorodischer, dando por cerrada también una etapa de mi historia de una intensidad sin precedentes. Ya no como investigador o crítico. Sino como la persona que fue, de un modo u otro, más la maestra de escritura que aleccionó al aprendiz que ahora se mueve entre signos a su singular manera sin parecerse en lo absoluto a ella. O no lo sé. Tal vez se trate de una impresión engañosa. La ideología es siempre imperceptible para uno. Ahora leeré sus libros de otro modo, lo sé. Adoptando la figura retórica emotiva de la prosopopeya. Desde la conmoción. Seguramente luego, pasado este impacto desde una nostalgia más demorada. Desde la sustracción de presencia por llegada de ausencia, convocándola en cada línea. In memoriam.

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Nació en La Plata, Argentina, en 1970. Es Dr. en Letras por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es escritor, crítico literario y ejerce el periodismo cultural. Publicó libros de narrativa breve, poesía, investigación, una compilación temática de narrativa y prosas argentinas contemporáneas en carácter de editor, Desplazamientos. Viajes, exilios y dictadura (2015). En 2017 se editó su libro Sigilosas. Entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas, diálogos con 30 autoras que fue seleccionado por concurso por el Ministerio de Cultura de la Nación de Argentina para su publicación. De 2023 data su libro, Melancolía (2023), una nouvelle para adolescentes, publicada en Venezuela. Y de ese mismo año en México el libro de poesía Reloj de arena (variaciones sobre el silencio). Cuentos suyos aparecieron en revistas académicas de EE.UU., en revistas culturales y en libro en traducción al inglés en ese mismo país. En México se dieron a conocer cuentos, crónicas, series de poemas y artículos críticos o ensayos. Escribió reseñas de films latinoamericanos para revistas académicas o culturales de EE.UU. También en México y EE.UU. se dieron a conocer trabajos interdisciplinarios, con fotógrafos profesionales o bien artistas plásticos. Trabajos de investigación de su autoría se editaron en Universidades de México, Chile, Israel, España, Venezuela y Argentina. Escribe cuentos para niños. Obtuvo tres becas bianuales sucesivas de investigación de la UNLP y un Subsidio para Jóvenes Investigadores, también de la UNLP, todos ellos por concurso. Artículos académicos de su autoría fueron editados en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile en revistas especializadas. Se desempeñó como docente universitario en dos Facultades de la UNLP durante diez y tres años, respectivamente. Participó en carácter de expositor en numerosos congresos académicos en Argentina y Francia. Realizó cinco audiotextos y dos videos en colaboración. Integró dos colectivos de arte de su ciudad, Turkestán (poética y poesía) y Diagonautas donde se dieron a conocer autores de distintas partes de Argentina en formato digital. Realizó dos libros interdisciplinarios entre fotografía y textos con sendos fotógrafos profesionales, que permanecen inéditos. Obtuvo premios y distinciones internacionales y nacionales.