En la pasada edición 36 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Carla Faesler presentó su más reciente obra: Texto, un libro que nos sumerge en un microcosmos de ideas en cada pequeño fragmento de palabras e imágenes, donde cada una de esas ideas, lanzadas a modo de mantras aleatorios, nos hacen cuestionar el quehacer de la escritura y nuestro hacer con el lenguaje.
Carla es poeta, narradora, ensayista, editora y artista interdisciplinaria. Es autora de la novela Formol y de libros de poesía como Anábasis maqueta, Catábasis exvoto, Dron y Texto. Su práctica experimental incluye collage, video y arte objeto. Ganó el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 2002 por Anábasis maqueta (poesía), y su novela Formol fue considerada como el mejor libro de 2014 por la revista La Tempestad.
La entrevista
Peter Sloterdijk habla de que venir al mundo es venir al lenguaje, es habitar la trampa, y a la pregunta de si Texto es una manera de habitar o de librar esa trampa, Carla contesta que justamente es vivir en ella.
¿Por qué piensas más la poesía como un proceso asociativo de imágenes-conceptos que como una construcción enteramente literaria?
Carla Faesler: Porque de repente ya sabemos que el concepto literatura es una construcción que hemos hecho como sociedad, es una intención, como la invención del tiempo. Y luego resulta que el acto creativo no tiene que ver con nichos inventados sino con un impulso, un quehacer, un instinto, una intuición, una voluntad de creación, de crear algo con palabras.
En tu obra hay una carga visual muy importante, ¿considerarías que es una manera de resistencia al logocentrismo?
Carla: Sí, sí, y es que deberíamos de repartir el peso gravitacional entre el logos y el grafos. Y siento que también tiene que ver con la fragmentación, con la compartimentalización de los sentidos que se hizo desde, más o menos, desde los griegos, ¿no? Aunque ellos tenían el concepto de catarsis, que era un momento único y totalizante del cuerpo y su experiencia. Sin embargo, con respecto a las artes y las bellas artes se pensaron de manera compartimental: el oído y la música, las artes visuales y el ojo, el gusto y las artes culinarias. Y como el arte de la literatura se percibe a través de la vista o el oído, se concibe que corresponde y pertenece más al mundo de lo conceptual, de la abstracción, pero discrepo con ello, porque la mente no está alojada en el cerebro como todo el mundo cree, la mente vive fuera del cuerpo, y entonces la experimentación de los sentidos creemos que se da en el cuerpo, y no necesariamente, sino que justo está enriquecida por todas las sensaciones y emociones.
Así que es un tema enorme el de la imagen y el texto, por ello, también siempre remito al dicho milenario de una imagen vale más que mil palabras, que está expresado a través de siete palabras, y ese concepto, esa idea de que una imagen vale más que mil palabras no podría ser expresados fuera del lenguaje. De modo que, al final efectivamente imagen y palabra se corresponden
Hablando de continuidades, ¿hay una continuidad invisible entre Dron y Texto?
Carla: (sonríe) No necesariamente, pero bueno, lo que pasa es que Dron la siento como una experiencia más pública, perteneciente al ámbito de lo público, y aunque los dos son políticos, por supuesto, porque pues lo íntimo y lo interior son políticos también, pero la experiencia íntima en Dron la siento más un asunto que tiene que ver con la experiencia pública en las calles y respecto a las estructuras, a la estructura del Estado, de las nociones como patria, nación, etcétera; mientras que Texto es algo mucho más de índole personal. Ya sabes cómo empieza: “llevo años con Texto. es la relación más larga que he tenido. hemos vivido hasta lo indecible. Y nunca nos hemos separado. Una vez, con tristeza, me escribió: si esto se acaba, desapareceremos los dos”.
Entonces, Texto, pues sí, efectivamente es la relación más larga que he tenido, es la encarnación de la escritura, es ese fantasma que nos habita por ser nosotras, como cuerpo material y como mente que me regaña, que lo regaño, que lo detesto, que me odia, lo adoro, lo extraño, lo necesito, no lo necesito, ya no lo quiero, en fin, todas esas cosas, encarna toda la gama de relaciones y de emociones que tenemos y explora la pregunta fundamental que yo me hago desde hace muchos años y que es: por qué escribo cómo escribo lo que escribo, ¿no? No solo por qué escribo así, en abstracto o minimalista o barroco, como quieras, sino por qué escribo cómo escribo lo que escribo; es decir, por qué estoy hablando así del amor, por qué estoy hablando así de tal persona, de este hombre, por qué describo así a esta mujer, por qué hablo así de la cuestión política o de las relaciones amorosas.
Y eso tiene que ver justo con nuestra concepción, con el marco de percepción que tenemos del mundo. Tiene que ver con cómo hemos sido educadas, con lo que se nos ha dicho que está bien o mal, con el mundo binario, obviamente, con la cuestión patriarcal. Entonces, cuando empiezas a preguntarte no nada más por qué escribes o no nada más cómo escribes, sino por qué escribes cómo escribes lo que escribes, es irte hacia atrás tres niveles de observación. Y aunque ya está muy trillada la palabra deconstruir, pues sí, es ir quitándole los velos a todo eso que tiene esa palabra que acabas de escribir, indagar qué hay detrás de ella y con qué adjetivos la vas a acompañar o cómo la vas a utilizar.
Por ejemplo, en las vanguardias va la idea de que todas las personas podemos ser artistas, no nada más los artistas de las élites tan talentosos y tan iluminados por las musas. Llegan las vanguardias y dicen que todas y todos somos artistas, toda persona es un ser creativo, y eso luego permea en la vida, permea en la evolución de las jerarquías, en la horizontalidad donde todas y todos tenemos las mismas capacidades, es decir, se da la democratización de la sociedad. Por eso es importante la cuestión del conocimiento a través de los sentidos, de la estética, del arte y esta manera en donde la imaginación es la principal herramienta, la más poderosa. Por eso es acertado esto que dice un científico: todo lo que podemos imaginar es posible.
Por todo ello, tú apuestas por la sensorialidad como un medio potente para transformar la realidad o al menos nuestra forma de interpretarla, ¿cierto?
Carla: Sí, bueno, yo creo que todas, todes, sabemos que el arte construye el mundo que nos merecemos como humanos, siento que el arte es el que va indicando, digamos, el camino por donde vamos después como movimiento social. El arte va primero, se lanza y luego ya va el movimiento, la transformación social, es decir, primero se crea en el imaginario, y después llegan los aviones, los barcos y los submarinos, después va toda la tecnología y la ciencia que los hace realidad.
Ahora, en un entorno lleno de violencia, ¿pueden el arte y la poesía seguir siendo refugios o crees que al final son solo un espejismo?
Carla: Creo que lo que pasa es que es bien difícil también, no quisiera caer en estas fórmulas que usan todos los gobiernos del mundo de que el arte transforma, me refiero a ese tipo de discurso que ya me parece como trillado justo porque se usa de una manera frívola. Sin embargo, a la vez, sí pienso efectivamente que el arte lo tienes que hacer tú. Y no pienso esto de ser un profesional del arte, como le dicen, ¿qué es eso de profesional del arte o ser una escritora profesional o un escultor profesional o un músico profesional? Todo el mundo tiene experiencias creativas porque somos seres creativos y esa dimensión humana es la que te sirve para conocerte a ti misma, para conocernos a nosotros mismos, para saber quién eres, porque es lo único que sale de ti. Todo lo demás lo recibes del exterior.
Entonces, la experiencia creativa es buscar en ti algo para aportar afuera. En ese momento de expresión creativa en el que tú estás viéndote a ti misma, a través de ese momento es cuando entonces te ocupas de entender más la condición humana. Como experiencia colectiva también yo creo que el arte es una de las más importantes porque justamente está ligada a la imaginación, al juego, a lo aleatorio y eso sí sirve para crear formas de convivencia, de comunidad, que ahora es lo que más necesitamos en medio de esa violencia.
Hablando de comunidad, ¿cuál es tu perspectiva sobre la poesía actual hecha por mujeres en Latinoamérica? ¿Consideras que hay un denominador común?
Carla: ¿Un denominador común? Ay pues lo buenas que son, caray. Sí, siento que la escritura hecha por mujeres está dando una muestra buenísima. Que ya no sabemos si es porque ya está visible y antes no lo estaba tanto, pero qué buena es y qué cosas tan importantes está entregando. Para mí, en la poesía todo tiene que ver con procesos de pensamiento más que con literatura, justamente entonces, a través de la poesía, de esta expresión creativa, puedes medir el pulso de la sociedad, de lo que está pasando, de lo que se está pensando en algún momento.
De pronto hay gente que dice que las mujeres están de moda, lo dicen con un dejo de desprecio, y pues a mí no me parece mal, los hombres ya estuvieron demasiado de moda todos los siglos. Así que, por último, sí pienso que ahora la poesía escrita por mujeres sí es lo que a mí más me interesa.
Finalmente, ayer charlaste con la escritora vasca, Miren Agur, ¿cómo sintetizarías la sensación de esa charla entre ustedes como dos poetas magníficas?
Carla: Estuvo sensacional. Yo resalto mucho este trabajo que hace su editorial consonni, que es justamente visibilizar las lenguas minorizadas, que en México tenemos ejemplos de lucha similar y que son tan importantes. Y Miren es un módem con respecto al vocabulario del mundo natural. Por ejemplo, se me hace una de las cosas más significativas de su escritura esta facilidad de crear, porque había términos que yo no entendía y decía: ay claro seguro es euskera, y buscaba en el diccionario, y era español, castellano, y yo así de qué maravilla este golpe a lo antropocéntrico. Este saber tantos términos de tantas situaciones y condiciones del mundo natural es justamente el futuro que necesitamos, porque en cuanto nombras, en cuanto llamas con su nombre exacto algo, justamente estás dándole ese lugar que necesitamos para el entorno. Y Miren también es una escritora muy muy profunda, sus libros están atravesados por la violencia, por la crueldad, a la vez que están hechos con una belleza bárbara.