Recordar a José Saramago siempre es un gozo, y más en el contexto del centenario del nacimiento del autor de Ensayo sobre la ceguera. En ese momento los recuerdos se agolpan y vienen a la mente aspectos de su vida como el hecho de que fue mecánico, que su primera novela de juventud, escrita a los 24 años, no le gustaba, que estuvo horas y horas en una librería de Ciudad de México, escoltado por Carlos Monsiváis, firmando hasta que la última persona de la fila se llevara su libro autografiado, o la intensa vena política que lo llevó a ser bandera de distintas luchas sociales, como el zapatismo en México. De todo eso se habló en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como parte del homenaje a la vida del escritor portugués, cuyas cenizas reposan en Lisboa, plantadas en un olivo frente a la fundación que lleva su nombre.
La mesa para homenajear a Saramago estuvo integrada por un panel de lujo: en él se dieron cita Marisol Schulz Manaut, directora de la FIL y editora de Saramago en Alfaguara; Laura Restrepo, ganadora del Premio Alfaguara cuando el autor portugués fue presidente del jurado; Mayra González, editora en Alfaguara y quien guio la conversación; Paulo José Miranda, primer ganador del Premio José Saramago, y, no podía faltar, Pilar del Río, quien fue la compañera de vida del premio Nobel de Literatura 1998.
Schulz Manaut quiso sorprender a Del Río y lo hizo a través de un video que se proyectó en la sala, gracias al cual la audiencia pudo conocer un poco más del autor de Caín. El video era una entrevista realizada por Schulz en una visita de Saramago a Guadalajara, y se complementaba con testimonios de los también escritores Carlos Monsiváis y Hugo Gutiérrez Vega, quienes hablaban de la vena política de Saramago.
“A mí me tocó entrevistar a José, y es una entrevista que se hizo cuando vino a México a presentar Ensayo sobre la lucidez, por eso habla de la democracia. Le pregunté sobre estos temas y una productora amiga, Icarus, filmó todo esto y también grabó a Carlos Monsiváis y a Hugo Gutiérrez Vega; ninguno de los tres está con nosotros, pero están aquí y están entre nosotros, un aplauso para los tres, por supuesto. Y le preguntábamos el tema de la democracia, por eso se refiere justamente a esto, y a mí me gustaría comenzar diciendo que el entendimiento de José Saramago sobre la situación política de México, sobre lo que viven los pobres de América Latina, en particular, pero los pobres del mundo, es un pensamiento vigente, como acabamos de ver”, dijo Schulz Manaut.
Sobre el interés por la política de Saramago, Restrepo recordó cómo el autor se convertía en bandera para defender causas políticas, y señaló que los escritores sabían que si se acercaban a él, las conciencias se moverían.
“A mí no me cabe duda de que el escritor no latinoamericano más cercano al corazón de los latinoamericanos siempre fue José Saramago, y es interesante pensar por qué. En América Latina nos hemos apropiado de José, es decir, cuando le oía uno hablar en portuñol se acordaba uno de que José no era colombiano, argentino, mexicano o guatemalteco. Para nosotros, José siempre fue un autor propio”, consideró Restrepo.
“En un mundo tan llevado en una economía desbocada, injusta, de consumo, de querer tener, de querer poseer, donde el poder se vuelve tan fundamental, la competencia, ¿quién es el ser humano, para qué está aquí, quién es la mujer, cuál es la relación entre ellos? […] José tenía la habilidad de colocarse en las antípodas del poder, cualquier cosa que él escribiera, que dijera, estaba en el polo opuesto del poder, y desde ahí lograba expresarse en términos tan profundamente humanos, recuperando cosas para nosotros […] Toda la literatura de Saramago es sobre la dignidad […] yo creo que eso nos habló muy directamente a los latinoamericanos […] aparte de su bellísima literatura profundamente humanista, yo creo que Saramago fue un escritor profundamente político”.
Luego de la participación de Restrepo, tocó el turno a Del Río, quien evocó de primera mano muchas de las etapas de la vida del portugués y, en tono de anécdota, comentó que, por ejemplo, no le gustaba su primera novela, un texto escrito a sus 24 años y que tuvo por título Tierra de pecado. “Es una novela que ahora se ha publicado por iniciativa de Alfaguara recuperando el título original: La viuda, que en aquel momento la editorial que le publicó no lo consideraba un título conveniente, pero Saramago y el pecado son planetas distintos […] pecado no es respetar la vida de los otros y la libertad de los otros, y durante años y años y años Saramago no atendió a ese libro primero, es como si no le gustara, él decía: ‘No está mal escrito, es un libro de juventud’, pero no lo quería meter en su biografía”, recordó Del Río.