La película A traveler´s needs del director surcoreano Hong Sang-soo, que se estrenó en cines en Corea del Sur, el pasado 24 de abril, fue la ganadora del segundo premio más importante del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale), el Gran Premio del Jurado (Oso de Plata) —situación que a la fecha no termino de entender—.
El filme está protagonizado por la reconocida actriz francesa Isabelle Huppert y trata de Iris (Isabelle Huppert), una mujer madura que sobrevive en un país extranjero, Corea del Sur, dando clases privadas de francés a burgueses. Su método de enseñanza es bastante peculiar y es posible que, si alguien logra desentrañarlo más allá de lo evidente, puede encontrarle algún sentido más profundo a la película.
Iris no da una clase convencional de francés, de hecho, si me preguntan, no da lecciones de idiomas, ella hace otra cosa más cercana a la terapia. Busca, a base de preguntas y tratar de hacer aflorar el nulo lado artístico-musical de sus alumnas, encontrar emociones y sentimientos que la lleven a formular una frase en francés que los alumnos tendrán que leer, aprender y memorizar, tratando de demostrar, creo, que el idioma entra por el corazón, más que por la cabeza.
La fotografía y la dirección de cámara son bastante buenas y creativas, existen detalles en el manejo de la cámara y ciertas tomas que resultan muy interesantes, agradables y que vuelven a meter al espectador, perdido, en la película, a falta de una historia contundente. El argumento podría ser bueno, pero es tan ambiguo que quizás uno lo que necesita es ver la película 2 o 3 veces para entender el planteamiento del guionista, si es que realmente existe, o tener más bases para concluir que no existe.
Algunas de las actuaciones me parecieron de regulares a malas —no voy a dar nombres—, de hecho, hay conversaciones que requerían un alto nivel de dramatismo en que las tomas son laterales o casi a espaldas de los actores, me da la impresión de que el director, al no obtener el nivel actoral que la escena requería, decide hacer tomas que no exijan una ejecución tan elevada como sería si se tuviera la cámara de frente. Es decir, en los momentos más dramáticos o donde se requiere el mayor esfuerzo actoral, el director decide no tomar las expresiones de las actrices y, con ello, compensar ciertas deficiencias.
Esta circunstancia, la falta de calidad en otras actuaciones, hace que la propia Isabelle Huppert, de comprobada calidad actoral, sufra en algunas tomas y hasta se contagie de la mediocridad artística de sus compañeros, habiendo escenas en que se pierde en la regularidad de las otras actrices. Obviamente, esto no es una constante, pero sí se puede observar en el transcurso de la proyección.
El guion no es malo, aunque resulta extraordinariamente vacío y superficial, no en el sentido filosófico del mismo, sino en su estructura y fondo, es decir, no me refiero a que el guion es superficial como una comedia —de la nueva escuela gringa de comedia— vacía que nos lleva a lugares comunes, chistes fáciles, sin ningún tipo de reflexión, no, me refiero a superficial en el sentido de que deja muchos huecos sin llenar, muchas explicaciones sin dar, muchas sub-historias sin desarrollar, ¡vamos! habría que plantearse si existe una historia realmente, lo que vuelve al filme, por momentos, en un sinsentido.
Si a este sinsentido, dado el vacío narrativo del guion o la ausencia de una historia, le agregamos que por momentos la película es extraordinariamente repetitiva, ésta puede resultar difícil de ver.
Se nota que es una película hecha al vapor y no me refiero a la modestia de los recursos materiales con los que se elabora, sino en la falta de dedicación en el perfeccionamiento del guion, que para que funcionase, por lo menos debió haber sido del doble de páginas del que se compone —ni siquiera sé de cuántas páginas se compone o si hubo un guion, pero es claro que estaba muy hueco—.
En este mismo sentido, de las deficiencias actorales hay que responsabilizar en cierto grado al director, que pareciera que no se tomó el tiempo de ensayarlas lo suficiente, de trabajar a la actriz (una de ellas en particular), de contextualizarla (claro porque esa ausencia de contexto es lo que pierde la película, y un actor sin contexto tiene que ser brillante para salir adelante —me acordé de una película muy mala de Lars Von Trier, donde ponen a un actor a interactuar sin contexto y no hace más que ridículos—) y de guiarla en el momento de las ejecuciones, de tal forma que la mismísima Isabelle Huppert, desluce en algunas escenas.
Siempre me gusta hablar del mensaje filosófico o social de las películas, pero, aunque sospecho que ahí está, no me siento con las herramientas necesarias para desentrañarlo, quizás, como dije anteriormente, volviéndola a ver, a sabiendas de muchas cosas, pueda tener mayor claridad para ello.
Es por todas estas razones, que me sorprende mucho que A traveler´s needs haya ganado el Oso de Plata en la pasada edición del o la Berlinale, por lo que no me queda la menor duda que de cine me falta mucho por aprender.