Yermo (2020, México), de Everardo González, es un documental poético que muestra un recorrido por distintos desiertos alrededor del mundo. Lugares como: Mongolia, India, Chile, México, Estados Unidos, Perú, Islandia, Namibia y Marruecos. Desde ahí podemos ver la vida, las costumbres y la cotidianidad de distintas culturas que habitan en cada uno de estos espacios.
La película no sólo nos permite observar sino acerarnos desde una perspectiva singular a esos otros modos, costumbres y vidas que quizás las pensamos como extrañas a lo que tenemos nosotros, ajenas, pero conforme transcurre la película los puntos de encuentro entre sus habitantes y sus modos de vida resultan de lo más similares cuando se trata de supervivencia. Ahí, donde el lenguaje común es la fuerza, la energía, el trabajo en la propia naturaleza es que diferentes comunidades buscan calor y sereno incluso cuando parece ser que sólo existe frio y desierto.
Las expresiones en los rostros, la sorpresa, la incredulidad ante la cámara, la indiferencia o el interés que muestras los niños, las mujeres y los hombres en esta diversidad de culturas es de lo más interesante que nos deja ver Everardo a través de su mirada, así como el modo en el que comparten sus puntos de vista, sus pensamientos, mientras cocinan, dan de comer a la familia, cuando trabajan, asean y le cuentan a ese otro su concepción sobre el mundo.
Platicamos con Everardo, esto es lo que nos compartió sobre Yermo y todo lo que implicó su realización
¿Cuál fue el mayor desafío que presentó para ti realizar Yermo?
El mayor desafio es que originalmente no pretendía ser una película, sino una pieza audiovisual que acompañaría la obra de un fotógrafo para galerías y museos. Nació como una obra que iba a ser como un detrás de cámaras sobre el proceso de hacer las fotos, que iban a estar colgadas en las galerías y, entonces, cuando me di cuenta que existían posibilidades de hacer una película, pues eso se convirtió en el mayor reto porque no tenía un proceso lógico de producción, sino que se construyó con retazos y ahí estuvo el mayor reto. Armar ese gran rompecabezas.
¿Cuál es tu visión de comunidad y de otredad una vez que realizas la película?
Pues sí, fíjate que eso fue lo que yo aprendí ahí, el desierto obliga a que la comunidad sea la prioridad, lo más importante. La vida es tan hostil en un desierto que la comunidad familiar es muy sólida, la dependencia de esa comunidad es muy fuerte, incluso con las bestias que son parte de la comunidad, no como mascotas, sino como fuerza de trabajo, como custodia de los bienes de la familia, entonces yo comparo mucho lo que vi en las familias del desierto y lo que vi sobre mi propia familia y muchas familias durante el confinamiento donde creo que nos dimos cuenta que la prioridad era cuidar a la familia, cuidar a los viejos, a los niños, para que no se contagiaran. Resolver todo lo mejor posible para ese primer circulo inmediato que es la familia. Se acabó el discurso, se acabaron los rollos, ¿no? Era cuidarnos los unos a los otros, al vecino, en fin, lo que vivimos todos y eso es lo que se vive de una manera tan cotidiana en un espacio tan adverso como es el desierto.
Y de la otredad, fíjate que es una poco la tesis de la película porque para empezar tenía una imposibilidad que era el lenguaje, la comunicación, porque yo no hablo mongol, ni navajo, pero me di cuenta cómo a veces miramos y entendemos en el otro lo que queremos nada más, y esta película nació así, pero cuando llegaron las traducciones nos dimos cuenta que los verdaderamente observados éramos nosotros, éramos los seres distantes del lugar que estábamos pisando y los exóticos realmente, no lo que se pretendía con la cámara en mano; lo que el espectador promedio, que vive en sociedades urbanas, mira en eso que está en la pantalla, lo exótico, lo extraño, lo otro y entonces interpelamos justo en ello. En la otredad, porque quienes somos distantes y extraños somos nosotros. Una vez que estuvimos ahí, nosotros fuimos los otros.
¿Cuáles fueron los riesgos? ¿Hubo rechazo, negación o prejuicios de alguna de las comunidades hacia ti?
No, la gente fue muy amable. También como el trabajo era de paisaje, el original, pues uno va a las zonas más bellas, no necesariamente donde estén los conflictos, quizás lo más complicado fue que demandó mucho esfuerzo físico. Cada escena era compleja por eso. Caminar un kilometro en el asfalto o tierra firme no es tan complicado, pero caminar sobre dunas un kilometro y además si le sumas que estás a 5600 metros de altura, por ejemplo en Atacama, es algo realmente fuerte porque no jalas aire. O sacar equipos a 20 grados bajo cero es difícil, con las tormentas de arena y cuidar al equipo, que no se descomponga. Yo creo que eso fue lo más complicado en términos de realización del proyecto. El resto es que la verdad la gente siempre fue muy amable, yo he tenido esa suerte, hasta el día de hoy, los más gandallas conmigo han sido buena onda, la verdad, yo no tengo queja alguna.
¿Cuáles son los puntos en común de todas estas comunidades?
Sí, justo esas dependencias que se establece en los círculos sociales, en la comunidad. Esos modos de vida son prácticamente iguales, cosas así de complejas o tan sencillas como las formas de calentar el espacio, por ponerte un ejemplo. Todas, ya sea en Mongolia que tienen que desmontarse una vez que llega el invierno para instalarse en otras zonas. O una casa en medio de una cueva en Coahuila, todas tienen una estufa al centro, que es la que va a calentar el espacio. Otra cosa que comparten es que son sociedades ganaderas o pastoras, son los inicios de la civilización y eso a mí me emociona mucho. Comparten que son unos rastreadores extraordinarios porque el desierto, si algo tiene a diferencia de las selvas o de otras geografías, es que la mirada no se frena, no se detiene, entonces hay un entrenamiento de lectura del entorno muy interesante. Y la otra que todos comparten, es la dependencia y la necesidad del agua, pero sobre todo te diría que lo que todos comparten es que saben óomo hacerle frente a un espacio que no tiene nada, a un espacio que es yermo.
¿Cómo logras vincularte con las personas de las que haces los documentales y a nivel personal qué impacto tiene todo ello en ti?
Mira, esa es una de las cosas por las que yo prefiero el documental a la ficción, es una oportunidad de tener muchas vidas en una y de habitar muchas realidades, porque el documental te exige habitarlo. No se reconstruye y eso es un privilegio, entonces es como una necesidad casi adictiva de querer seguirlo haciendo por muchos años. A parte de las durezas del confinamiento, yo sé que le pegó a todo mundo, pero a mí me volvió loco no poder salir a ver al otro, que es eso de lo que he vivido ya muchos años y pues bueno, ahora sólo pienso en seguir haciéndolo. Todo esto me volvió a reafirmar que hay que tenerle mucha fe al material filmado, una vez que se tiene hay que mirarlo con calma y fe. Esto también aprendí con esta película, Yermo tiene mucho de poético, hay una escena que a mí me gusta mucho, una secuencia que es una metáfora de cómo se crean las dunas, que además parecen como almas, pero en el fondo lo que estás viendo es el origen de esas grandes montañas de arena. Lo que se ve en esas escenas es literalmente lo que les da forma y es simplemente bellísimo.
Yermo se estrena el 12 de Agosto en Cineteca Nacional, en Cineteca FICG, así como en otras salas del territorio nacional. Aquí les dejamos el tráiler.