A medio camino entre el bilgungsroman y la novela policial, El año del viento (Editorial Seix Barral) —escrita con sobriedad y aliento lírico— nos invita a volver la mirada hacia la época brutal del conflicto armado interno, compuesta por miles de historias anónimas marcadas por el horror, la pérdida, el desconcierto y, en algunos casos, por la redención.
«En un mercado de maravillas, ¿qué pensaba encontrar Nina? ¿Un juego de dados? Buscaba su viaje al pasado, dice. No sabía que el pasado es una mansión de muchas puertas. Y muchas ventanas. Y a veces, también, es una caverna sin puertas ni ventanas».
Una tarde, poco antes de la pandemia, un encuentro imprevisto trae de vuelta a la vida de Nina un espectro largamente anhelado: Bárbara, de quien no ha sabido nada en casi cuarenta años, la mira desde la bruma del pasado. Los recuerdos emergen; los juegos, el candor y los secretos de su infancia cobran vida nuevamente; pero, esta vez, la memoria que los ilumina está desprovista de toda inocencia. Para descubrir qué sucedió con Bárbara, Nina se embarcará en un viaje que la llevará, como en un descenso a los infiernos, hasta un pueblo enclavado en los Andes que fue especialmente castigado durante los años de la violencia política.
Karina Pacheco, es doctora en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado las novelas Las orillas del aire (2017); El bosque de tu nombre (2013); Cabeza y orquídeas (2012), ganadora del Premio Nacional de Novela Federico Villareal 2010; La sangre, el polvo, la nieve (2010); No olvides nuestros nombres (2009 y 2015), ganadora del Premio Regional de Novela 2008 del Instituto Nacional de Cultura de Cusco; y La voluntad del molle (2006 y 2016). También es autora de los libros de relatos Miradas. Antología de cuentos (2015); El sendero de los rayos (2013), ganador del Premio Luces y Artes de El Comercio a mejor libro de cuentos publicado en 2013; Alma alga (2010) y Lluvia (2018). En 2014 editó la antología de relato iberoamericano Cusco, espejo de cosmografías. Sus cuentos han sido publicados en diversas revistas y selecciones literarias dentro y fuera del Perú. Dedica su tiempo libre al montañismo.
En la edición 2023 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, platicamos con la escritora peruana sobre esta novela. Esto fue lo que nos contó.
La entrevista
En tu novela hablas del tiempo, más preciso, del no-tiempo, de re-significar el pasado, casi que re-escribirlo, como lo haces con estas leyendas que en Bárbara adquieren fuerza, actualidad… ¿nos puedes contar sobre este juego tiempo y la -re-escritura?
Karina: Sí, por un lado es la historia de una mujer que desaparece en un momento muy álgido de la historia peruana, cuando la incursión del Sendero Luminoso va a trastornar la historia contemporánea del Perú de forma muy fuerte y al mismo tiempo viene una represión brutal del Estado y, entre esos dos mundos, va a ver personas y más las que viven en las áreas rurales que se van a ver tremendamente afectadas y la mayoría de muertos y desaparecidos van a estar en esas zonas… No se sabe bien qué pasó con Barbara, con esta chica que es tan fuego, tan cuestionadora de todo y ahí la familia cercana no da muchas respuestas y la familia lejana se queda con las respuestas fáciles que se oyen de qué pasó con Bárbara.
Está el miedo de pensar que Bárbara haya muerto en situaciones horrendas, hay miedo a pensar que Bárbara pudo estar implicada con el grupo terrorista y hay miedo a escarbar y tratar de saber qué pasó, entonces la novela busca desde el tiempo presente que el país y el mundo estaba de cabeza con la pandemia, y que de hecho esto no estaba planificado, la novela iba a partir de un 2020 sin pandemia, ya estaba todo el diseño, pero la pandemia rompe la cabeza de alguna manera y es una suerte de espejos, de personajes y narradores que están en un mismo tiempo al ir creado la historia.
Y en cuanto al abordaje de las leyendas, los mitos, que también son clave en la historia, ¿desde que visión lo abordas?
Karina: El tema del mito siempre me ha parecido que tiene una fuerza para explicar lo más esencial de lo humano. Hay gente a la que le gustan mucho los mitos y Bárbara es alguien que busca en los mitos menos conocidos la fuerza de mujeres cuestionadoras, le va diciendo a la niña, que es la que busca a Bárbara cuarenta años después, que el mundo en realidad es otro y le recuerda el poder que tenemos como mujeres. De ahí aparecen otros mitos como el del encierro, y que desde ahí desde el encierro, porque no sabemos si la encierran, si ella se esconde, entonces me parecía, más que cuestiones exóticas, creo que son guiños a lo que luego va de mí en la historia también y ahí también hay tejidos importantes.
Los años ochenta son complicados, brutales en Perú, en varios países latinoamericanos, lo abordas desde una visión femenina, que perdiendo la inocencia, que oscila entre un ir y venir en el tiempo, entre geografías, entre edades y clases sociales distintas… ¿Cómo fuiste tejiendo todo esto?
Karina: Fue por un lado mis propias memorias, infantiles, de niña, es una suerte de que yo tuve una infancia medianamente normal en una ciudad, y de pronto la irrupción de la violencia en el Perú nos sacudió a todos, pero algunos hechos concretos que ocurrieron de cerca, en mi entorno donde yo vivía, en mi ciudad, mi grupo más cercano, comienzas a oír la palabra tortura, desaparición, impunidad, no saber, búsqueda, pero fue fin de la inocencia creo y eso marca mi vida y también mi escritura posterior.
Hay una carga muy fuerte de culpa y nostalgia, al menos en lo que arranca tu obra, ¿la escritura extirpa algo de ambas?
Karina: Sí, la escritura siempre nos ayuda a desentrañar cosas que podemos tener al fondo de nosotros mismos, entonces está la escritura como un acto mental, pero también de reinventar cosas.
Y ahora en el marco de la Feria Internacional del libro de Guadalajara, has tenido encuentros, paneles de diálogo con otras autoras, mismas que marcan un punto diferenciador en la literatura escrita por mujeres, ¿Cómo ha sido tu experiencia en estos días respecto a esto?
Karina: Mira, yo estoy encantada de que estemos viviendo un tiempo en que la escritura de mujeres cobra la atención largamente merecida, y entra más leo, y es que cada vez leo más literatura hecha por mujeres, me alegra encontrar una fiereza, una profundidad para abordar temas que todo eso que siempre hubo, que cobre el lugar que merece y poder dialogar, intercambiar recorridos, experiencias es bastante enriquecedor.