A Tonka: Mentor y Caballero

“…y limpió su espada, manchada por el veneno del monstruo, la devuelve a su funda, y retoma su camino. Pero el león empieza a caminar junto a él; ya no lo abandonaría. A partir de ese momento, lo acompañará para servirlo y protegerlo.”

 Yvain, el Caballero del León: Chrétien de Troyes

El 17 de abril de 2021, unos catorce millones de británicos observaron el cortejo fúnebre del Duque Felipe de Edimburgo, quien después de una hospitalización falleció el 9 de abril.

Unos 700 miembros de las fuerzas armadas reales participaron en el funeral; hubo un minuto de silencio a nivel nacional; debido al Covid 19, sólo unas 30 personas, incluidas la Reina Isabel II y el Príncipe Carlos, observaron el féretro descender al interior de la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor, casa de la reina.

El origen de la capilla estilo gótico se remonta al siglo XIV y consta de una notoria particularidad; pertenece directamente a la monarquía y no a ninguna diócesis, por ende, no está bajo jurisdicción de ningún obispo. Por centurias, la Capilla de San Jorge ha sido lugar de descanso final de monarcas ingleses.

Durante la ceremonia luctuosa, dos hechos llamaron poderosamente mi atención: la indomable tradición monárquica que persiste en el Reino Unido al transcurrir los siglos, y la veneración después de un milenio a la figura de San Jorge.

San Jorge es quizás uno de los santos más afamados del cristianismo, su imagen es muy conocida en el mundo cristiano. Su fama y prestigio como hombre de bien y como santo es muy amplia; aunque, paradójicamente, poco se sabe de su vida. Todo se deja a la leyenda. [1]

Pretoriano

Se identifica vivió a finales del siglo III d.C y su nacimiento fue en Capadocia, hoy Turquía; sus padres eran cristianos, por lo que heredó la fe de éstos. Al morir su padre, su madre tomó al crío y regresó a su natal Palestina.

Ahí, muy joven, se unió al ejército romano hasta alcanzar el rango de Tribuno. Como parte del ejército del gobernador Diocleciano en Palestina, tuvo oportunidad de supervisar la región de los cedros, hoy conocida como Líbano, a fin de mantener aquellas tierras bajo la supremacía del emperador; conoció la comarca como ninguno de los militares de la época[2].

Ejerció la religión cristiana con devoción y pasión; ayudó a fundar iglesias, hospitales y asilos para enfermos y ancianos; entregó su vida en servir al prójimo. Diocleciano, una vez hecho emperador de Roma, se dio a la misión de perseguir a los cristianos para socavar su religión; San Jorge objetó la campaña militar en señal de protesta y desobedeció la orden imperial.

Diocleciano enfureció e intentó disuadir a San Jorge con riquezas y preseas para renunciar a su fe cristiana; al verse rechazado, lo encarceló y torturó. Ante los infructuosos tormentos, sin mayor remedio, San Jorge fue humillado y decapitado.

Se dice que el martirio de San Jorge concluyó un 23 de abril del siglo IV d.C.

Leyenda

La historia de la vida de San Jorge habría sido bastante similar a la de muchos mártires de la época; la negación a renunciar a su fe cristiana, la persecución por parte de un emperador pagano, hechos que les costarían las vidas, pero a diferencia de éstos, la historia de San Jorge radica en un mito en particular.

Fue el combate de San Jorge con un dragón lo que significó la diferencia con otros mártires.

La “Leyenda áurea” (Leyenda dorada) fue escrita en el siglo XIII por el dominico Jacobo de la Vorágine. Narra que San Jorge pasó por una ciudad llamada Silene, en la provincia de Libia; en ésta, habitaba una bestia, un dragón al cual se le alimentaba con animales para saciar su hambre; con el paso del tiempo, el ganado fue insuficiente y requirió ser alimentado con carne humana, en especial, se sacrificaban a bellas doncellas.

Entre tal degustación carnívora, pronto tocaría el turno a la hija del Rey de la provincia. El noble caballero, al conocer que la princesa sería el siguiente tributo se trasladó de inmediato a la villa y esperó pacientemente afuera de la caverna, hasta que el dragón apareció. San Jorge no se amilanó ante tal monstruosidad, antes bien, lo enfrentó con decisión y valentía.[3]

El relato de Vorágine describe:

“San Jorge estaba sobre su caballo, y sacó su espada y lo adornó con la señal de la cruz, y cabalgó con fuerza contra el dragón que venía hacia él, y lo golpeó con su lanza y lo hirió profundamente y lo arrojó al suelo. San Jorge llevó al dragón a Silene, convirtió al rey y su pueblo a la fe cristiana y luego mató al dragón”. [4]

En contrasentido a la historia, otros cronistas de la época replican que la leyenda de la batalla entre el dragón y San Jorge para salvar a la princesa, se refiere al mito del asesinato del «monstruo marino» por Perseo para liberar a Andrómeda, correspondiente a la mitología griega.

Interesante resulta leer al diplomático y escritor mexicano, Carlos Alejandro, en sus memorias de Líbano decir que “la iglesia que se construyó en el mismo sitio donde presuntamente se ubicaba la caverna en donde vivía el dragón y donde San Jorge lo hirió de muerte estaba convertida en una verdadera desgracia cuando la visité, al igual que la mezquita que se levanta a su lado. En el pórtico principal sólo aparece un pequeño letrero con la inscripción en árabe “Iglesia de San Jorge””.[5]

Caballero

Desde la Edad Media, la historia de la vida de San Jorge, tanto hombre como leyenda, ha llegado a simbolizar la victoria del bien sobre el mal. Invariablemente aparece representado sobre su corcel blanco con una lanza sobre el dragón; símbolo popular en la pintura de iconos ortodoxos. La cruz de su escudo es siempre roja, La Cruz de San Jorge.[6]

San Jorge es uno de los santos más populares del cristianismo y es muy honrado tanto por las Iglesias occidentales como orientales. Representa el Santo patrón de Inglaterra, Portugal, Lituania, Georgia, España (Cataluña y Aragón) y Etiopía, entre otros.

Durante las cruzadas, San Jorge llegó a ser llamado por los cristianos para ayudarlos en la batalla y en tiempos de gran necesidad, y tras la victoria se construyeron iglesias para honrarlo. Un mito popular es que el rey inglés Ricardo Corazón de León, tuvo una visión de San Jorge durante su asedio de Acre (Jerusalén). Tras la victoria, levantó una iglesia en honor del santo y adoptó su emblema (una cruz roja sobre un fondo blanco) como escudo de armas.[7]

Baden Powell, fundador del escultismo, eligió a San Jorge como patrono de los Rovers (rama máxima de los scouts) que profesan la religión cristiana. Lo escogió por sus virtudes de caballero valiente y generoso, dispuesto siempre al sacrificio y a ayudar al prójimo. Cualidades que, a juicio del militar británico, deben tener los jóvenes.[8] En México, entre algunos clanes scouts, existe la Orden de San Jorge.

Es bien sabido que, en 1492, al llegar Cristóbal Colón a la Península de Yucatán se hizo acompañar de tripulantes que habían luchado en las cruzadas, en Constantinopla, algunos de ellos predicarían a San Jorge; comenzaría en breve el mestizaje de la Nueva España y la devoción religiosa. Difícil imaginar lo acontecido si en 1531, el indio Juan Diego no hubiera tenido la aparición de la Virgen de Guadalupe.

Tal vez, sólo tal vez, el Día de San Jorge, 23 de abril, podría haber cobrado otra representación en el colectivo del México de hoy.

Imagen proporcionada por el autor Carlos Rodríguez.

Fuentes

[1] Por los Caminos de San Jorge; Carlos Alejandro; pag. 16; Magnus; Belgrado 2001.

[2] Ídem.

[3] Ídem; página 18.

[4] https://www.ancient-origins.net/history-famous-people/exploring-famous-legend-st-george-and-dragon-005794

[5] Por los Caminos de San Jorge; Carlos Alejandro; pag. 22; Magnus; Belgrado 2001.

[6] Ídem; pag; 16.

[7] https://www.ancient-origins.net/history-famous-people/exploring-famous-legend-st-george-and-dragon-005794

[8] Por los Caminos de San Jorge; Carlos Alejandro; pag. 14.; Magnus; Belgrado 2001.