INTRODUCCIÓN
Aunque ya se había hecho antes (la musicalización de esta película en particular por Kokoshca), en el Festival de cine y música Retina, que se celebra a principios de cada año en Zaragoza. Inverfest, el Festival de música de invierno de Madrid, lo replicó, en esta su décima edición y fue, desde mi punto de vista, un rotundo fracaso.
Se trata de proyectar la película, musicalizada previamente, en una nueva versión, e interpretada, en vivo y en directo, por alguna banda, en este caso Kokoshca.
Kokoshca es una banda que me gusta desde hace algunos años, así que cuando vi la propuesta supe que tenía que ir. A mi lo que me interesó fue la banda, no la película, pudieron programar cualquier película, incluso una más mala que No Country For Old Men (2007) y yo hubiese ido feliz.
Así que me dejé llevar por esta circunstancia sin detenerme a pensar de qué se trataba en realidad este evento. Que también a lo lejos, se veía interesante. La musicalización en vivo no es cosa nueva, se ha hecho de forma maravillosa por grandes bandas y orquestas, todas instrumentales; por lo regular, respecto de películas mudas que son las que dan más juego a esta interacción creativa.
Como ustedes saben No country for old men, está lejos de ser una película muda, así que días previos al evento, rondaban por mi cabeza varias preguntas relativas a cómo iban a hacer para lograr esta fusión, no sólo musical, sino física, es decir, cómo y dónde se iba a colocar la banda, que energía iba a proyectar, cómo hacer para que una banda como Kokoshca, que es pura energía, no rompiera la pantalla en mil pedazos.
Así que fui a este evento con muchas ilusiones y todas las expectativas. Pero la verdad es que todo —la película, Kokoshca y el Inverfest— resultó una decepción. Explicarles porqué, es una tarea compleja, así que he decidido, para mayor claridad, orden y estructura, dividir el presente texto en capítulos.
EL LUGAR
La cita fue el pasado 16 de enero en el Teatro Circo Price, un teatro circo municipal perteneciente a la comunidad de Madrid, cerca de la Rotonda de Atocha y la estación de tren, dedicado a la presentación de espectáculos de circo, magia y música.
Toma su nombre de Thomas Price que al parecer fue un domador de caballos irlandés que llegó a Madrid en 1847. Y desde 1879 con sus bajas y altas, y cambios de nombre, la esencia del Circo Price se ha mantenido en Madrid.
El lugar es un círculo repleto de butacas rojas, como un mini coliseo, como un circo, sólo que el espectáculo no se lleva a cabo en el centro, en el centro hay más sillas rojas, para más espectadores. El espectáculo se ejecuta en uno de los costados.
El escenario es de tamaño mediano, pero suficiente. No se permiten grabaciones, lo cual me impacto y representó un conflicto y preocupación durante toda mi permanencia en el lugar: ¿Cómo iba a tomar fotos para el artículo que pensaba escribir?
LA PELÍCULA
No country for old men, traducida en Latinoamérica como Sin lugar para los débiles y en España como No es país para hombres viejos —y de ahí que para efectos de la redacción del presente texto haya preferido utilizar el nombre original en inglés—, es una película, basada en la novela del mismo nombre de Cormarc McCarthy´s, dirigida por los hermanos Cohen, multipremiada, sí, leyó usted bien, multipremiada. Sin ir más lejos ganó el Oscar a mejor película en la 80 edición de estos premios, que quizás no debería ser referencia, pero también estuvo en Cannes y parece que algo ganó.
Para ser honesto, no sabía nada de esta película hasta que me enteré de este cine-concierto. Y la primera investigación sobre la misma se limitó a la información básica: duración, país de origen, director y año.
La película, desde mis gustos, obviamente, —no dudo que haya quien la considere de culto o fabulosa, empezando por los que dan los Oscares—, me parece mala, mala a secas, porque tiene algunos destellos fotográficos importantes y técnicamente está bien realizada.
El problema está en el guión y en el argumento. Es un Western, odio la mayoría de los westerns, salvo quizás, por los de Tarantino, como no recordar Django Unchained y Kill Bill, que a mi juicio tiene matices de western. O los western de Kelly Reichardt, en particular estoy pensando en One Cow y Meeks Cut Off. Y por ahí hay otro western cuyo nombre ni director recuerdo, de una mujer que lleva, en compañía de Clint Eastwood Jr. a un grupo de chicas marginadas y violentadas a otro pueblo, porque nadie quiere o puede hacerse cargo de ellas.
Odio los wésterns, porque en general son racistas —indios contra vaqueros, donde los indios regularmente son los malos, en ambos sentidos de la palabra, y los vaqueros son los buenos, mientras que en la realidad fue totalmente lo contrario, el Wéstern es pura propaganda, una infamia cinematográfica— y reivindican una de las grandes atrocidades de la humanidad que ha quedado impune, como lo es la limpieza étnica que los primeros pobladores ingleses y franceses iniciaron en el norte de la Abya Yala.
Este western, no es la excepción. Es una película racista y nacionalista. Por cierto, vienen un montón de revelaciones de la película, así que quien la quiera ver, salte al siguiente apartado.
Básicamente el argumento versa sobre un gringo bueno —como todos los gringos blancos de Hollywood y más si son vaqueros—, pero de moral distraída —si es que eso es posible—, que se encuentra una buena cantidad de dinero (2 millones de dólares) de una banda de mexicanos malos y tontos, delincuentes, seguramente narcotraficantes, que después de un tiroteo entre ellos y de matarse unos a otros, pierden un maletín con ese dinero.
Alrededor, hay otros dos personajes que completan, en armonía con la ideología del western y de la propaganda capitalista, la película: el sheriff bueno, inmaculado, concebido por la virgen María, de moral irreprochable que representa la autoridad ideal platónica y del capitalismo tardío, tan tardío que no ha llegado; pero viejo y por lo tanto inútil. Y la mujer del blanco bueno con moral distraída, otra blanca, buena, bella pero tonta y sumisa, cuyas cualidades intelectuales no son merecedoras de mayor cosa que procrear hijos y servir en su casa.
Dejo por último, al otro protagonista, encarnado por un Javier Bardem —que por cierto, he visto en Netflix, una de sus ultimas películas El buen patrón, otra película bastante mala—. Bardem es un matón con un apellido raro, un matón de esos de los que todos de jóvenes quieren ser, implacable, invencible, fiel a sus principios, indestructible, un hombre que, por ejemplo, tiene una fractura expuesta de brazo y su única preocupación radica en encontrar un trapo para sostenerse la parte de brazo que le cuelga; o que es capaz de sacarse las esquirlas de un disparo de escopeta mientras se toma un baño de tina.
No hay que contar más, esa miseria es el argumento sobre el que ronda la película. Sólo añadir un par de anécdotas que me parece representativas de la esencia del film de los hermanos Cohen.
II. ANÉCDOTA 1
Resulta que el gringo blanco bueno de moral distraída, intenta cruzar la frontera que divide a México con Estados Unidos, de allá para acá, es decir, del país de los buenos y guapos, al país de los feos y malos. El gringo, al verse herido, trata de huir hacía México, en el camino se encuentra a un grupo de estadounidenses jóvenes que regresan a sus casas después de irse a emborrachar y drogar en México, como usualmente lo hacen. El gringo bueno de moral distraída, observa que uno de los jovenes estadounidenses trae consigo una cerveza “Corona”, clásica cerveza mexicana, a medio tomar, y se la compra. Todavía no sabemos para qué, nadie lo podría imaginar.
Cuando llega con la autoridad migratoria mexicana, de noche y mal herido, el ineficaz guardia lo ve pasar sin más porque está leyendo un periódico —si no recuerdo mal, la verdad es que a esas alturas empezaba a cabecear, entre Kokoshca y la película no hacía una—, de reojo con un gesto le pide explicaciones o pasaporte; visa no porque no necesita, de hecho, diario cruzan equis cantidad de gringos a emborracharse y drogarse a México, sin que nadie les diga absolutamente nada —como se puede observar la escena carece de argumento o fundamento, su grabación sólo se explica por motivos de racismo—.
Al verse en esa imaginaria situación, el gringo bueno de moral distraída, le enseña al poco riguroso oficial migratorio la cerveza que previamente había comprado a uno de esos tantos gringos que diariamente cruzan la frontera a México para comprar drogas y alcohol, de lejos, sin acercarse al oficial, sin hacerle mayor comentario, solo muestra el envase con la marca y sigue caminando arrastrando una pierda por las heridas que tiene bajo la contemplativa mirada del tonto oficial migratorio mexicano, aquel acto es suficiente para que el perezoso oficial migratorio quede satisfecho y permita cruzar la frontera al gringo bueno de moral distraída y ahora mortalmente herido.
¿Cuál es la moraleja de la anécdota en está parte? Que para ser mexicano o parecerlo, solo tienes que acreditar que eres borracho y bebes “Corona”.
Cuando cruza de regreso porque tiene que ir a defender a su mujer blanca, buena, bonita, sumisa pero tonta e inútil. El oficial migratorio estadounidense es más estricto y riguroso y le pregunta al gringo bueno de moral distraída, a dónde va. Soy gringo le responde el otro. Entonces el policía migratorio decide hacer una pregunta, para corroborar dicha circunstancia: Y, a tono con el brillantísimo guion de la película, le pregunta si había estado en Vietnam. El gringo bueno contesta que sí, como resulta obvio, si no, no cumpliría con el perfil de héroe de película gringa. Como el oficial migratorio estadounidense es eficiente y perspicaz, no se conforma con la respuesta y le pregunta el batallón en el que estuvo.
Satisfechas las preguntas, el oficial migratorio no sólo deja pasar al gringo bueno de moral distraída y ahora ex-veterano de “guerra”, sino que le ordena a un subalterno ayudarle en todo lo que le sea posible.
Para ser estadounidense bueno, solo tienes que acreditar que eres patriota y que mejor forma de acreditar el patriotismo ante el Imperio que dejando la certeza de que estuviste en una guerra imperial. A diferencia de lo que tienes que acreditar para ser mexicano, que básicamente es que eres borracho perdido.
II. ANÉCTODA 2
Cuando uno de los mexicanos, malos, tontos, delincuentes, narcotraficantes, agoniza en una camioneta donde se encuentra el dinero, después del tiroteo, súplica al gringo bueno por agua y éste se la niega.
Este hecho planteado merece una análisis filosófico aparte en varias vertientes, aquí solo los acercaré a dos circunstancias a analizar:
Primera: posteriormente, tanto el gringo bueno de moral distraída, como el asesino implacable, necesitarán ayudan vital. El gringo bueno de moral distraída, requiere la cerveza para cruzar la frontera y confundirse con mexicano, y después un médico. Igual que el mexicano malo y tonto requirió agua, la diferencia es que el gringo bueno ofrece un billete de 100 dólares por cada uno de los servicios solicitados (cerveza y médico), el mexicano no lo hace así, a pesar de tener, en ese momento, el maletín con los 2 millones de dólares.
De igual forma, el asesino implacable que todos quisimos ser cuando teníamos las condiciones físicas para aspirar a ello, necesita un trapo o algo para amarrarse el pedazo de brazo que le cuelga, y le pide su camisa a un niño que pasaba por allí con su bicicleta. Le da dinero al niño que lo auxilia, aunque el niño no lo quiere, prácticamente, lo obliga a tomarlo. Pero, pareciera que la lección de vida que los hermanos Cohen nos quieren enseñar, es que hay que pagar, con dinero, si realmente queremos algo. Capitalismo puro y duro.
La humanidad queda rebasada y deberá quedar rebasada por cuestiones económicas y financieras, por eso no está mal que el mexicano muera de sed, sino paga por ello. El dinero por encima de la moral, de la humanidad, el dinero por encima de cualquier cosa. De hecho, lo que realmente podría ser inmoral, es tratar de pedir ayuda vital, sin ofrecer un pago oportuno.
La segunda circunstancia que nos arroja está anécdota, es que, ya pasada la noche, al gringo bueno de moral distraída, le remuerde algo, que parece ser conciencia, y regresa al lugar donde encontró el dinero y al mexicano que suplicaba con agua, para llevarle agua. Pero ya estaba muerto, y sólo encuentra a otros mexicanos malos, buscando el dinero perdido. Situación que hace que lo identifiquen y sepan quién se llevó su dinero. De no haber regresado, el gringo bueno de moral distraída excombatiente de Vietnam, a tratar de darle agua al mexicano malo y tonto, quizás el gringo bueno de moral distraída nunca hubiese sido identificado por los mexicanos malos y hubiese podido quedarse tranquilo con el dinero.
Es difícil entender porque una película tan tonta puede tener tanto éxito, y no me refiero sólo a la lista de premios que ganó, que es envidiable, es más eso quizás no sorprende, todos sabemos de la doble moral de muchos de los festivales de cine. Me refiero más bien al éxito popular, y es que me quedé con la impresión de que aquí en España es una película muy apreciada por la gente, aunque también hay que decir que el Price estuvo con una asistencia de baja a muy baja, pero la película, también ha sido objeto de inspiración de otras bandas españolas, no sólo de Kokoshca, y otros músicos que han tratado de musicalizarla.
KOKOSHCA
Siempre hay una extraña fuerza
Que hace que salga
Una noche más
No lo puedo evitar
Somos como los mosquitos
Que acuden zumbando
A la luz del neón
Como había escrito, cuando vi este evento, no pensé en otra cosa sino en ver a Kokoshca en vivo con todo el poder que le impregnan a sus presentaciones en vivo, musicalizando una película.
Kokoshca es una banda de Pamplona que surgió en 2008. Toma su nombre del pintor Oskar Kokoschka. Primero fueron dúo y luego se convirtieron en trio.
Clasificar la música de Kokoshca no es fácil. Lo más fácil siempre es meterlos en la bolsa del indie —que lo son, pero indie más que una clasificación musical es una clasificación comercial—.
Amigos como azucarillos
Que endulzan la noche
Se disuelven después
No los vuelvo a ver
Y danzamos como hienas
En busca de eso
Que tú llamas amor
Kokoshca encuadra en el pop, más que en cualquier otro género, creo que habría cierta unanimidad en eso. Pero es un grupo versátil que a veces imprime la fuerza del rock, llegando, a mi juicio, incluso al punk, en sus canciones. Kokoshca podría ser un grupo de punk-pop o pop-punk. En su repertorio, gobiernan estilos más suaves y románticos, dejando la maravillosa crudeza del punk, para ocasiones excepcionales.
Y morir como borrachos en cualquier lugar
Y nadie hablará de nosotros más
Y acabar con mis amigos bebiéndome a tragos
Toda mi juventud
LA MUSICALIZACIÓN DE NO COUNTRY FOR OLD MEN
Una película tan mala, era el marco perfecto para que Kokoshca se luciera sobre el escenario, pero tristemente, no fue así.
Aquel día, las luces del teatro Price se apagaron, en el margen inferior izquierdo, tomando como referencia la pantalla, aparece, sin darnos cuenta, un escritorio con un mantel negro, para peder el mueble en la oscuridad. Está ocupado por Amaia Tirapu e Iñaki López, integrantes de Kokoshca, los acompañan, una computadora, una guitarra y un micrófono, es el anunció de la decepción que se vendría.
Bajo la prohibición de tomar fotos, tenía tres preocupaciones. La primera: poner atención a la actuación de Kokoshca; segunda: poner atención a la película; y, tercera: tomar fotos clandestinas, pero buenas.
Pero la primera preocupación desapareció rápidamente, Kokoshca se desvaneció en la oscuridad de la película. En algún lugar leí —fuente que no he podido recuperar— una entrevista al director del, anteriormente mencionado, festival de cine y música Retina, en donde originalmente se había presentado esta propuesta. En dicha entrevista, el interpelado decía que el objeto de estos cine conciertos era que el espectador, en algún momento, se olvidara que había una banda en vivo tocando la banda sonora.
Retomo estas declaraciones, porque parecen la clave del asunto: al parecer la intensión, y por tanto, el formato, está destinado a tratar de lograr poner la película por encima de la música. Esto no quiere decir que la película sea tan buena que haga que te olvides de la banda, sino que se le da tan poca importancia a la banda, que de alguna manera tarde o temprano te olvidarás que hay una banda allí.
Y esto es lo que pasó. La banda estaba ubicada, establecida, dispuesta y destinada, para pasar desapercibida. Sólo supe que Kokoshca estaba allí, en el oscuro margen inferior izquierdo de la pantalla, porque los estaba viendo de frente.
La música no sólo fue intrascendente por las escasas, breves y tímidas intervenciones que se ofrecieron, sino también por el fondo de la creación, por el contenido musical en sí mismo, que fue muy pobre y que consistió en algunos acordes clásicos de cualquier película de vaqueros, con algún efecto, casi imperceptible, un par de coros por allá y eso fue todo.
Desde el lugar donde estaba y a pesar de la oscuridad y mis deficiencias oculares, podía ver las caras de aburrimiento de los músicos, de repente uno se paraba discretamente, como quien va al baño —porque la intervenciones eran tan escasas que bien les daba tiempo de ir al baño o a comprar palomitas y regresar—, luego la otra. Al final, no supe si se pararon al baño o para evitar cabecear en pleno es escenario.
El objetivo se cumplió, estoy convencido de que mucha gente, muy pronto se olvidó de que Kokoshca estaba allí, haciéndole al loco. Pero, también ese era el objetivo, que una película, por mala que fuese, opacará la presencia de una banda, por buena que fuese.
No puedo imaginar qué hubiese pasado si Kokoshca hubiese musicalizado y actuado como Kokoshca, ese grupo pop con aspiraciones al punk, en la proyección de una película como está.
“No puedo imaginar” es un decir, porque claro que me imagino a Kokoshca rompiendo la pantalla de lo Cohen, haciéndonos olvidar lo mala que es la película, con sus ritmos punk más intensos.